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sábado, 1 de febrero de 2025

Relato XXX : Mi marido me hizo puta

 A veces, el amor y el deseo toman caminos inesperados. Este relato anónimo, encontrado en la red, nos sumerge en la historia de una mujer que descubre un lado de sí misma que nunca imaginó. "Mi marido me hizo puta" es una narración audaz y llena de sensualidad, donde los límites de una relación se redibujan bajo el peso de la pasión y la exploración.

La historia está llena de momentos intensos y detalles que te mantendrán enganchado desde la primera línea. Si te gustan los relatos que exploran la transformación personal y los juegos de poder dentro de una relación, este es para ti.

Y si este relato te deja con ganas de más, no te pierdas "Silvia prueba la doble penetración y le encanta". En esta historia, una mujer decide explorar sus fantasías más profundas, llevándola a una experiencia que cambiará su vida para siempre. 

Relato XXX : Mi marido me hizo puta

Relato XXX : Mi marido me hizo puta

Mi segundo marido fue despertando la puta que toda mujer lleva dentro y lo logró con creces. Si antes sentía una leve atracción por los hombres maduros, hoy son mi perdición y ellos lo notan.
Hola queridos... escribo este relato especialmente para hombre maduros calientes, esos que ahora me gustan y que hacen que me moje como adolescente.

Estoy casada por segunda vez hace 5 años, mi marido actual es un hombre que me sedujo estando casada, me embrujó con su calentura y sus perversiones. Yo no sabía que era una mujer infiel y extremadamente puta hasta que lo conocí. El es el responsable de lo maraca que soy.

Mi actual marido me conoció cuando aún amantaba a mi único hijo y logró que le ofreciera mis grandes tetas y mi lechecita mandándome correos tan calientes que me corrí muchas veces antes de que me tocará. Lo imaginé sobre mi antes de que me abriera las piernas... me hizo primero su amante y luego su mujer.

He gozado estos años como nunca... me enseñó a dejar salir la hembra caliente que estaba dormida en mi. Le doy gracias por tanto placer descubierto y por cada intensa corrida que me ha provocado. Con el empecé a mojarme como no había imaginado y a gemir como una verdadera puta.

A los meses de vivir juntos empezó a pervertirme... primero oralmente y luego fue empujándome a practicar las fantasías que fue incubando en mi cuerpo.

Cuando íbamos a acostarnos me hacia ponerme ropita erótica, lencería sexi como colales y baby doll que nunca había utilizado. Descubrí que esas prendas me excitaban. En el día me impuso el escote como parte de mi estilo, escote que realzaba mi grandes y duras tetas, me prohibió usar sostén y logró que disfrutara mostrando la marca de mis pezones en mis vestidos.

Mi nueva forma de vestir impactó en mi cuerpo, me movía más mostrando partes de mi cuerpo que antes eran casi secretas. Ahora los hombre me miraban con abierta calentura y eso cada día me gustaba más. Mi marido me inducia a mostrar cada día más, cuando participábamos de algún evento social me pedía que me agachara sin motivo dejando casi completamente expuestas mis tetas o mi culito según la perspectiva de los asistentes. Al final yo terminaba empapada y sedienta de su verga. Mientras me poseía me hacia hablar cochinadas, me pedía que nombrara a los hombres con los que recién habíamos departido... que dijera a gritos que quería ofrecerme y que necesitaba otros picos... yo me ponía a mil y entre mis gemidos aparecían los deseos de otros cuerpos y me obligaba a imaginar cada noche más y más perversiones.

Una noche mientras me meaba entera me dijo que quería que me ofreciera a otros machos, que me mearán otros.... sólo de escucharlo llegué a un gigantesco orgasmo. Fue la primera vez que realmente me imaginé con otro hombre y sentí qué disfrutaría muchísimo la orina de otros. Fue una noche de máximo placer. Los hombres que mi marido hacia que me imaginara y que nombrara siempre eran viejos... poco a poco instaló ese deseo en mi.

Cada vez que me topaba con un hombre maduro que me desnudaba con su mirada yo me calentaba y lo imaginaba sobre mi o mejor aún atrás de mi dándome duro por el culo.

Un día me dijo que quería que me comiera a la pareja de mi mamá, un hombre mayor al que nunca habría mirado, pero desde ese día empecé a excitarme cada vez que lo veía, me ponía super coqueta si estábamos solos, me agachaba por cualquier cosa y cuando me despedía de él me apretaba a su cuerpo. Ya lo imaginaba a diario... mi mamá viajó al sur a ver a mi hermano y me pidió que fuera a su casa a ordenar y regar las plantas, mi marido no dejó pasar esa oportunidad y me pidió que me entregara al que casi era mi padrastro, cuyo nombre es Jorge.

Mi marido escogió mi ropa, la más sugerente... un vestidito cortísimo y casi transparente, un escote que no dejaba nada a la imaginación, mis pezones se veían a lo lejos y también se notaba mi colaless. Me hizo llamar a Jorge para anunciarle mi visita y le hablé coquetamente. Mi marido me fue a dejar, yo iba muy caliente, con las tetas hinchadas, los pezones durísimos y la conchita hirviendo y toda chorreada.

Llegué a la casa de mi mamá, Jorge me abrió la puerta, me miro como se mira a una puta y se abalanzó sobre mi... en segundos estaba media desnuda, hincada con su pico entrando y saliendo de mi boca. Gemía como una loca en celo, me llevó al sofá, me abría las piernas, corrió mi cola les para un lado y me chupó el sapo como nunca imaginé que podían chupármelo. Grité mi primer orgasmo.

Me calentaba al máximo entregarme a un viejo sin atractivo, era el morbo intenso en que movía mi cuerpo... me estregué con todo, ambos gozamos como nunca. Cuando Jorge pensaba que ya habíamos terminado, le mamé su negra y gruesa verga con tanto deseo que volvió a erectarse... estábamos en la cama de mi mamá, me acosté boca a bajo y le pedí susurrando que me metiera el pico por el culo. Nunca me había comido un pico tan grueso, me hizo gritar cada gemido, me penetró fuerte... fue delicioso. Nos despedimos besándonos como si fuéramos jóvenes, sentía su leche correr entre mis piernas y caminaba feliz moviendo el culo como una verdadera puta.

Hace tres años que soy amante de Jorge, a mi marido lo calienta que le cuente todos los detalles, a mi me vuelve loca contarle... cuando vamos a tener celebraciones familiares yo me junto antes con Jorge para que me llene con sus mocos disfrutar la velada sintiendo que estoy con mis dos machos...

Desde ese día le he abierto mis piernas a muchos viejos, mientras más ordinarios son más me calientan... pero eso se los contaré en otros relatos.

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Relato XXX: Despedida de soltera privada

¿Qué pasa cuando una despedida de soltera se convierte en algo más que risas y copas? Este relato anónimo, encontrado en la red, nos lleva a una noche donde la celebración se transforma en una experiencia llena de lujuria y fantasías cumplidas. "Despedida de soltera privada" es una historia que combina la complicidad entre amigas con un toque de atrevimiento que nadie esperaba.

La narrativa es picante, llena de detalles que te harán sentir parte de la fiesta, y perfecta para quienes disfrutan de los relatos que exploran los límites del deseo y la amistad.

Si este relato te deja con ganas de más, te recomiendo adentrarte en el relato erótico de una divorciada necesitada. En esta historia, una mujer recién divorciada decide explorar su lado más audaz, viviendo experiencias que la harán redescubrir su sensualidad. 

Relato XXX: Despedida de soltera privada

Despedida de soltera privada

Estaba sola en casa cuando recibí la llamada de mi amiga Laura:

Laura: Ana, ¿Qué tal todo?

Ana: Muy bien aquí en casa que acabo de llegar del trabajo, ¿y tú?

Laura: Muy bien, te llamaba porque quería que nos juntáramos las cuatro amigas para deciros una noticia.

Yo ya me imaginaba que nos iba a decir que se casaba, pero no le quise decir nada.

Ana: Vale, yo puedo todas las tardes.

Laura: Pues el próximo viernes nos vemos en la cafetería de siempre.

Ana: OK.

El viernes, salí de trabajar y me fui directa a la cafetería, allí estaban Laura, Cristina y Eva.

Eva es una de mis amigas de toda la vida, es morena y tiene el pelo rizado. Siempre viste muy provocativa porque ella misma sabe que tiene un buen cuerpo. Lo que más llama la atención de ella son sus tetas y su culo, ya que vuelve locos a todos los hombres, pero ninguno consigue quedarse en su cama más de una noche.

Cristina es una chica más normal, con el pelo rubio y ojos claros, con unas tetas de tamaño medio, pero un culo respingón, el cual lo mueve de forma espectacular en las penetraciones anales, ya que un día de fiesta y con una copa de más, nos contó que le encantaba el sexo anal y que su novio tenía un pollón de 23cm.

Después está Laura, es mi mejor amiga, desde pequeñas hemos estado juntas. Ella es delgada, pelo largo, moreno y liso. No tiene casi culo, pero tiene unas tetas enormes.

Y para finalizar estoy yo, morena, pelo largo y liso, una 90 de tetas y un buen culo. Creo que soy la más liberal del grupo y sobretodo me gusta el sexo.

Una vez me senté Laura soltó el bombazo, se casaba en seis meses, era la segunda de las amigas que pasaba por el altar y había que celebrarlo por todo lo alto, ya que somos muy poquitas.

Desde ese momento nosotras tres nos pusimos a buscar trajes, peluquería, esteticién y sobre todo a organizar la despedida de soltera.

Cristina, Eva y yo quedamos un día en mi casa para hablarlo las tres.

Eva: Chicas, yo para esa noche quiero un boy para la novia.

Las tres nos pusimos a reír y gritar como locas. En ese momento apareció mi marido recién salido de la ducha únicamente con la toalla atada a la cintura. Mis amigas de broma le preguntaron si quería ser el boy de la despedida de Laura. Siempre he pensado que si hubieran tenido la oportunidad de acostarse con él, lo hubieran hecho. Él es un chico que llama mucho la atención, tanto físicamente y como persona, y ahora que no nos oye nadie, os confesaré que tiene un polla que me vuelve loca, para mi esos 16 cm saben a gloria.

Mario: Chicas, sabéis que sería vuestro boy encantado… pero no os podrías resistir a lo que hay bajo de esta toalla.

Todas nos pusimos a reír y él siguió a lo suyo.

Después de toda la tarde organizando y llamando a diferentes sitios, por fin lo teníamos todo organizado y solo quedaban dos semanas para ese gran momento.

Era el sábado de la despedida, me estaba duchando en casa, cuando salí de la ducha me puse un tanga de encaje negro, y un sujetador del mismo color. Había elegido un vestido ceñido muy corto, que llevaba un escote bastante pronunciado.

Me dirigí a casa de Eva, que es donde íbamos a celebrar la despedida. Habíamos quedado una hora antes para ultimar detalles y nada más entrar vi a mis dos amigas, iban todas con trajes similares al mío. Eva llevaba un traje rojo muy ajustado, le marcaban sus enormes tetas y su culo, y después estaba cristina que llevaba un traje con menos escote, pero le hacía un culo de escándalo.

Nada más las vi supe que esa noche iba a ser memorable, ya que llevaban dos bolsas con 3 botellas de Beefeater y una de tequila para los chupitos.

Empezamos a preparar la mesa. El día de antes habíamos ido al sex-shop y habíamos comprado piruletas con forma de polla, servilletas con las posturas del Kamasutra, y una botella de cava con la forma de una buena polla. Nos sentamos las tres en el sofá con la botella de tequila y tres vasos de chupitos, todo estaba listo, solo faltaba que llegara la futura novia.

Eva: tías, tengo muchas ganas de follar hoy. Espero que cuando vengan los boys tengan ganas de guerra.

Cristina y Yo: ¿has dicho boys?

Eva: (Riendose) Si, cuando llamamos el otro día y cogimos solo a uno me pareció que esta es la última noche de libertad para la novia, así que después llamé y elegí a uno más. Pero estaros tranquilas que yo lo pago. Seguro que os gustará.

Las tres nos pusimos a reír, y empezaron a caer los primeros chupitos hasta que sonó el timbre y apareció la novia.

En ese momento apareció Laura, llevaba un traje de color negro muy cortito, pero lo más alucinante eran sus pechos, se había puesto un escotazo la tía que casi se le veían las aureolas, y encima iba sin sujetador esto hacía que sus pezones estuvieran muy marcados en la fina tela del traje.

Nos pusimos a aplaudir como locas a la futura novia. Ella dejo las bolsas que llevaba con la ropa y se sentó con nosotras.

Laura: Cabronas, ya lleváis casi un cuarto de botella vosotras.

Yo: pues es solo la primera de 4, y esta es solo para chupitos.

Seguimos con los chupitos y ahí es cuando empezamos con las confesiones.

Eva: llevo dos semanas sin follar, y necesito una buena polla dentro de mí.

Cristina: pues yo he follado esta mañana, pero si te digo la verdad, ahora un buen polvo tampoco vendría tan mal.

Yo: Cristina, ¿aún eres una diosa del sexo anal? ¿O té pasó esa época? (nos reímos todas).

Cristina: ¿con este culo tu qué crees?

En esos momentos se levantó del sofá y se levantó el vestido hasta las tetas. Llevaba un tanga de color rojo pasión casi trasparente. Se giró y nos enseñó el culo, mientras se daba dos cachetes que sonaron por todo el salón. Empezamos a gritarle y a silbarle como locas mientras se sentaba y se ponía el traje bien.

Yo: pues yo follé ayer y creo que hoy con lo cachonda que llegaré a casa me lo volveré a follar.

Eva: Si yo tuviera un marido como el tuyo, no lo dejaría ir a trabajar, estaría todo el día follando.

Yo: pues eso hacemos los fines de semana, follar todo el día. ¿Y tú Laura?

Laura: pues yo hace media hora, estaba arrodillada en mi casa con la polla de mi marido en la boca, ya que antes de su despedida lo tenía que dejar seco, a ver si va a coger y se folla a la stripper esa.

Eva: ¿se la has chupado hasta el final?

Laura: Hasta el final y tragadito.

Seguimos con las risas y las confesiones en la mesa mientras cenamos. Ya se notaba que todas íbamos muy borrachas y aún faltaba el postre. En ese momento llamaron al timbre. Laura se quedó un poco parada, las demás la miramos y la invitamos a abrir. En ese momento aparecieron dos chicos guapísimos y muy bien de físico. A uno sí que lo conocí, ya que lo habíamos visto en la web. Pero el otro era el que había elegido Eva. Los dos llevaban una pequeña maleta de viaje, nos saludaron a todas y nos dijeron que se llamaban Kevin y Nacho y nos pidieron un sitio donde se pudieran cambiar.

Laura: Hijas de puta. Habéis contratado dos boys. Esta no os la perdono.

Eva: pues puedes hacer con ellos lo que quieras. Son los dos para ti.

Yo: que lastima, ¿para nosotras no habrá?

Eva: con lo que esconden, creo que habrá para las 4.

Las risas sonaron por todo el salón y los cubatas iban cayendo. En esos momentos se abrió la puerta y asomó la cabeza uno de ellos. Nos pidió que pusiéramos un CD que nos dio, que nos sentáramos en el sofá y la novia se sentara en una silla delante de nosotras.

En ese momento Eva se levantó y puso el CD. Laura no quería sentarse en la silla pero entre todas la convencimos.

Salieron los dos boys, uno iba vestido de policía (Kevin) y el otro iba vestido de bombero (Nacho).

Empezaron a bailar alrededor de Laura, ella parecía avergonzada y no los tocaba ni nada, nosotras alargábamos las manos para tocarles el culo, mientras silbábamos y les decíamos de todo. Estábamos todas desatadas. Queríamos guerra, y estaba segura que esa noche la íbamos a tener.

Kevin el policía saco unas esposas y ató a la novia con las manos por detrás a la silla, ella al principio se resistió, pero después se dejó llevar.

En esos momentos ellos ya estaban sin camisa. Para que engañarnos, estaban los dos muy buenos y muy marcados. Se les marcaba hasta el último musculo.

Los dos se pusieron delante de nosotras, dándole la espalda a la novia, al mismo tiempo se quitaron los pantalones. Pero lo que vimos nos dejó alucinando a Cristina, a Eva y a mí.

Se quedaron los dos en tanga, a kevin más o menos sabíamos lo que tenía y se le marcaba un buen paquete en ese tanga diminuto de color blanco, pero a Nacho…… el tanga parecía que se le iba a romper. Se le marcaba un paquete enorme, yo creo que unos 18cm más o menos.

Cristina se aproximó a mi oreja y me dijo: joder vaya paquete que tienen los dos.

Yo: Joder Cristina si tú lo dices y estás acostumbrada a 23cm, yo que no lo estoy.

Nos reímos las dos y seguimos mirando el espectáculo. Kevin sacó un bote de nata y le puso un poco en el canalillo de Laura, le abrió un poco las piernas y se puso delante de ella. Empezó a chupárselo con delicadeza, pasaba la lengua por toda la nata hasta no dejar ni rastro, mientras tanto, Laura tenía la cabeza hacía detrás y resoplaba. Nosotras aplaudíamos y también queríamos. En esos momentos Nacho se acercó con el bote y lo puso en sus abdominales hasta llegar casi a su pubis, se acercó a mí. Yo me lo pensé y me dije a mi misma “una noche es una noche” empecé a lamerlo de arriba hasta abajo, no dejé ni rastro de nata, y eso que no me gusta, pero entre el alcohol y el espectáculo estaba un poco cachonda. Hizo lo mismo con Eva y Cristina y se fueron a por Laura. Sacaron unas pequeñas toallas, Kevin se puso delante de Laura dándonos la espalda, le rodeó la cabeza con la toalla, Nacho le quitó las esposas a Laura y le indicó que le bajara el tanga.

Eva: ¡Cómeselo todo Laurita! ¡Disfruta…!

Laura nos enseñó por detrás de él el tanga, es decir su trofeo. En esos momentos Kevin dejó caer la toalla al suelo, y lo que vimos nos dejó boquiabiertas. Laura estaba con la polla de Kevin en la boca. La tenia agarrada por la base con la mano y con media polla en la boca. Cuando se la sacó empezó a reír. Le pudimos ver la polla a Kevin, más o menos unos 17 cm, pero era muy gorda, Laura no podía meterse más de la mitad dentro.

Todas empezamos a reír, gritar y aplaudir.

En esos momentos Nacho se dirigió por detrás de Laura con las esposas en las manos y se las volvió poner y con la toalla rodeó la cabeza de Laura y se puso delante de ella. Todas sabíamos lo que en esos momentos iba a pasar, pero Nacho invitó a una de nosotras a bajarle el tanga por detrás. Me levanté y de un solo tirón se lo baje hasta los pies, y me retiré dándole una palmada en el culo. Nacho empezó a mover las caderas y pudimos saber que Laura le estaba haciendo una mamada, la tía se lo estaba currando porque solo oíamos a Nacho disfrutar de ese momento. Laura le hizo un gesto con la mano a Kevin para que se acercara. El chico dio unos pequeños pasos y se puso al lado de su compañero. Eva se levantó y le quitó las esposas a la futura novia, de repente, Laura cogió una polla en cada mano y empezó a masturbarlas.

Nacho soltó la toalla y lo que vimos fue una escena pornográfica. Laura con una polla en cada mano, con las piernas abiertas y todo el tanga mojado. Las tres nos pusimos a aplaudirle y a decirle frases como:

“Disfruta hoy que puedes”, “comételas como tú sabes”, “Deja algo para nosotras”……

Yo me levanté del sofá y me puse a su lado, quería ver la escena de cerca, Nacho se dio cuenta y se acercó a mí con el bote de nata en la mano. La verdad que de cerca su polla parecía mucho más grande, después pude saber que eran 24cm. Si habéis leído mis anteriores relatos sabréis que me gustan así……

Nacho puso nata en su barriga, hasta llegar a la base de su enorme polla. En un primer momento me aparté, pero él me susurró al oído: ¿te atreves?

Esas palabras me pusieron mucha más cachonda de lo que estaba, pasé mi lengua por toda la nata, mientras le miraba a los ojos. Cuando me la termine le dije: por supuesto y le guiñé un ojo.

Seguidamente la puso sobre el tronco de su polla, desde el glande hasta la base. Estaba muy cachonda y dispuesta a todo, pero Eva se acercó por detrás y me dijo: Ahora me toca a mí.

La muy guarra fue introduciendo cm a cm toda la polla en la boca, sacándola toda reluciente. Mi amiga siempre nos había dicho que le gustaba metérselas hasta dentro pero ahora lo pude comprobar en primera persona.

Me giré y vi a Laura abierta de piernas, con el traje subido hasta las tetas y Kevin metiéndosela toda. Los gritos de Laura se escuchaban por todo el salón, Kevin metía su polla a gran velocidad en el coño depilado de mi amiga. Mientras tanto Cristina ya estaba desnuda en el sofá masturbándose. La fiesta había empezado.

La situación era una orgia en toda regla, en ese momento Eva se separó de Nacho y sacó de su habitación dos consoladores. Uno me lo dio a mí y otro se lo quedó ella. Nos pusimos una al lado de la otra a masturbarnos, yo sentía que me iba a correr de lo cachonda que estaba al ver aquella situación.

Nacho se sentó en el sofá y Cristina aprovecho ese momento para acercarse y meterse aquel pollón poco a poco en su mojado coño y cabalgarlo rápidamente.

Allí estábamos, Eva y yo masturbándonos, Laura a 4 patas y Kevin metiéndosela y para finalizar Nacho sentado en el sofá con Cristina cabalgándole.

Al cabo de un momento oímos como Laura se empezó a correr, al mismo tiempo que Cristina pedía que Nacho le diera por el culo, él empezó a chuparle el culo. Esa escena no me la podía perder, así que me acerque a Nacho y mientras él le chupaba el culo me metí esa enorme polla en la boca. Mientras miraba como su lengua y sus dedos dilataban el agujero de mi amiga.

Nacho me apartó y poco a poco le metió la polla a mi amiga. Era impresionante como aquella polla entraba en el culo. Mi amiga con una sonrisa en la boca dijo: Este chico dura dos minutos. Y efectivamente, al cabo de unos segundos, Nacho empezó a gritar, que se corría. Mi amiga Cristina se frotaba el clítoris con la mano, y empezó a gritar al mismo tiempo ¡Dios me corrooooooo!

El chico sacó la polla de su culo, en ese momento me quedé mirándolo, Cristina tenía el culo muy dilatado, salía un hilito de semen de él que le caía por las piernas. Cristina le dio un beso y se quedó tumbada en el sofá. Laura se acercó a ella y sentaron juntas, ahora solo faltábamos Eva, Kevin y yo por corrernos.

Kevin nos invitó a las dos a acercarnos a él. Eva y yo nos levantamos y poco a poco nos fuimos acercando, la verdad que aquel pollón era gordísimo.

Hizo que me sentara en un taburete de la barra de la cocina. Una vez sentada se acercó a mí y empezó a restregar su glande por mi rajita. El muy cabrón sabía cómo hacer que me desesperara, me estaba poniendo cada vez más cachonda y quería sentir todo ese pollón dentro de mí. Me la metía un poquito y me la sacaba, así estuvo unos minutos, estaba empapada, casi suplique que me la metiera:

Yo: Métemela cabrón, quiero notar tu polla dentro.

Kevin: desde el primer momento que te vi, sabía que eras la más guarra, y estaba seguro que acabarías suplicando que te follara.

En esos momentos de un solo golpe me la metió toda dentro, empecé a gritar y a mirar a mis amigas. Estaban alucinando, giré un poco la cabeza al otro lado y vi a Eva. Se acercó y me dio un beso con lengua, estaba a punto de correrme solo con las embestidas que me estaba dando Kevin. Mientras Eva me besaba, acercó su mano a mi clítoris y empezó a frotarlo, noté como me iba a correr, Kevin aceleró sus embestidas y Eva seguía. Empecé a gritar como nunca lo había hecho:

Yo: ¡Joder, me corrooooo! ¡No pares por favor!

Estaba sudada, empapada y encima todos mis flujos caían por mis piernas.

Kevin acercó su boca a la mía y me dio un beso mientras sacaba su polla de mi coño, el muy cabrón seguía sin correrse, pero estaba segura que Eva lo conseguiría.

Me acerqué donde estaban Cristina, Laura y Nacho. Todos ellos habían observado la escena anterior y estaban alucinados, a mí me temblaban aún las piernas.

Eva se arrodillo delante de Kevin y empezó a chuparle la polla al chico, se la metía hasta el fondo, hasta que no podía más, Kevin le cogía la cabeza y le follaba la boca. En esos momentos la levantó y la puso a cuatro patas. Eva se apoyó de la mesa y Kevin de un solo golpe empezó a metérsela muy rápido, el chico tenía muchas ganas de correrse, aceleró sus embestidas y en unos minutos oímos como Eva se estaba corriendo, estábamos alucinando con el aguante de Kevin, era espectacular, nos había hecho correr a las tres y el seguía igual, pero esto no iba a quedar así. Me acerque donde estaban ellos dos y le dije a Eva:

Yo: Eva, vamos a darle la mejor mamada que nunca le han dado.

Las dos nos arrodillamos delante de Kevin, le cogí la polla con la mano y empecé a masturbarle mientras me besaba con Eva. Me giré y pasé mi lengua por todo el tronco, la babé enterita. Eva hizo lo mismo mientras lo miraba a los ojos, el chico estaba disfrutando. Eva acercó la polla a la entrada de mi boca y me la metí hasta la mitad, apreté mis labios, le cogí las manos y se las puse en mi cabeza. Quería que me follara la boca. Empezó con un vaivén a metérmela, la notaba casi en mi garganta pero tenía que hacer que se corriera. Noté como se hinchaba y en esos momentos un chorro enorme me dio en la garganta. Quería sacarla pero Kevin apretaba mi cabeza, empecé a tragar toda la leche de aquel chico pero era imposible, salía por la comisura de mis labios, cuando me soltó la cabeza, Eva se acercó a mi boca, mientras pasaba su lengua recogiendo los restos de semen.

Kevin: Si os digo la verdad, ha sido la mejor mamada que me han dado.

Cristina: joder la casadita como la chupa.

Empezamos todos a reír.

Los chicos se fueron al baño y nosotras nos quedamos comentando todo lo que había pasado esa noche. Seguíamos desnudas y borrachas en el sofá las 4. Cuando salieron los chicos los despedimos.

Laura: Creo que ha sido el mejor polvo de mi vida.

Cristina: Yo sigo siendo la reina del sexo anal. (Riéndose)

Me levanté y me fui directa a la ducha, era la única que no me quedaba a dormir, ya que tenía a mi marido en casa esperándome.

Cuando salí estaban Cristina y Laura dormidas en el sofá y Eva fumándose un cigarro. Me despedí de Eva y me fui directa a casa.

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Relato Erótico : Tres Pollas para una sola Chica

Imagina una noche donde los límites se desvanecen y el placer se multiplica. Este relato anónimo, encontrado en la red, nos sumerge en una experiencia llena de fantasía y desenfreno. "Tres Pollas para una sola Chica" es una historia que explora la intensidad de un encuentro grupal, donde una mujer se convierte en el centro de atención de tres hombres dispuestos a satisfacer sus más profundos deseos.

La narrativa es audaz, detallada y llena de momentos que despiertan los sentidos. Si te gustan los relatos que desafían lo convencional y te llevan a un mundo de pasión desbordada, este es para ti.

Y si este relato te deja con ganas de más, no te pierdas "Del Whatsapp al trío con el amigo de mi marido". En esta historia, una conversación inocente en WhatsApp se convierte en una experiencia íntima que cambiará la vida de todos los involucrados. 

¡Espero que estas historias te lleven a un mundo de fantasías ardientes y te dejen con ganas de más!

Relato Erótico : Tres Pollas para una sola Chica

Relato Erótico : Tres Pollas para una sola Chica

Hola, somos una pareja joven que nos gusta innovar en todos los sentidos. En la cama somos pura pasión y siempre estamos renovándonos pero nunca nos habíamos atrevido a ir más allá de nosotros dos, pero sabíamos que pronto o tarde llegaría el momento, porque lo habíamos comentado muchas veces.

Mi mujer y yo habíamos decidido pasar el verano en un camping a pasar. Elegimos un camping de la costa española, concretamente en Andalucía. Lo cogimos todo y nos pusimos de camino hacia allí. Cuando llegamos nos atendieron en recepción y nos dieron una parcela grande. Nos pusimos a bajar cosas de nuestro coche y empezamos a montar nuestra tienda de campaña. En la parcela de nuestro lado, había unos chicos jóvenes, tendrían unos 25 años los dos, eran los típicos chicos fuertecillos y guapitos, cuando nos vieron nos saludaron, nos pusimos a hablar con ellos, nos comentaron que era un camping bastante acogedor y que nos lo pasaríamos muy bien.

Cuando terminamos de montar la tienda decidimos pasear para conocer las instalaciones así que nos pusimos el bañador y después de conocer las dependencias del camping nos fuimos a una playa cercana.

Llegamos a la playa, era muy tranquila y había poca gente, pusimos nuestras toallas en la arena y nos fuimos al agua. En ese momento llegaron nuestros vecinos del camping y se pusieron muy cerca de nuestras toallas. Cuando salimos del agua nos fuimos a las toallas a tomar un poco el sol. A causa del calor y del sol, decidí cerrar un poco los ojos y me dormí. Cuando desperté mi mujer estaba hablando con los dos jóvenes. Me acerqué a ellos para unirme a la conversación. La conversación se extendió hasta tarde y decidimos volver al camping.

Hacia las nueve de la noche decidimos tomar una ducha y cuando llegamos a las duchas del camping había un cartel en la puerta diciendo que eran mixtas. Entramos a la ducha con el bañador y el bikini puesto y empezamos a ducharnos.

En ese momento entraron por la puerta nuestros vecinos, ellos también iban con los bañadores puestos, nos saludaron y empezaron a ducharse. Cuando nos dimos cuenta los dos jóvenes se habían quitado el bañador. Mi mujer estaba perpleja, los dos tenían unas pollas gordas, largas y perfectamente depiladas. Tranquilamente se pusieron a hablar con nosotros mientras se duchaban, nos dijeron si nos apetecía hacer algo esa noche. Mi mujer en ese momento no estaba atenta a la conversación, sus ojos solo se dirigían a sus pollas, yo notaba que se iba poniendo más y más cachonda. Uno de ellos, el más lanzado, le dijo que se le iba a caer la baba, mi mujer sonrió y solo asintió con la cabeza. Como es muy curiosa les pregunto el tamaño de aquellos dos miembros. Uno de ellos le dijo 15cm en reposo y 23cm empalmada, mi mujer se rio. El joven se acerco a ella y le dijo si quería comprobarlo. Mi mujer se quedó en shock, me miró y yo le guiñé un ojo, así que el joven le cogió la mano y la puso sobre su polla. La mano de mi mujer se quedaba muy pequeña al lado de aquel trozo de carne. Ella empezó a masturbarle, su mano subía y bajaba en aquella enorme polla, yo la miraba hacerlo y me iba empalmando. Nunca la había visto en esa situación, pero me estaba gustando. De repente ella se arrodilló y empezó a chupársela, empezó suavemente y poco a poco iba metiéndosela toda en la boca, su velocidad iba en aumento, el mismo aumento que sufría la polla del joven. Yo me acerque, y mi mujer, mientras chupaba aquella polla, empezó a masturbarme, el otro chico se acercó a mi mujer, ella extendió la mano, se la cogió y empezó lentamente a masturbarlo. En esos momentos soltó mi polla y se la puso en la boca, me encantaba notar como su lengua recorría mi glande, era la primera vez que la veía en ese estado, estaba decidida, iba cambiando continuamente de polla, las chupaba de arriba hasta abajo. Uno de los jóvenes le cogió la cabeza y la hizo engullir toda, los hilos de saliva le caían por la comisura de los labios. Uno de los jóvenes le quitó la parte de arriba del bikini y empezó a chuparle los pezones. El otro le quitó la parte de abajo y empezó a masturbarla. Los gritos de mi mujer iban en aumento. Los dedos de aquel chico se metían a la velocidad de la luz, mientras ella no paraba de masturbarme y de meterse mi polla en la boca. En esos momentos pidió que alguien se la metiera. Uno de los chicos se levantó y empezó a frotar la cabeza de su polla por toda su rajita. Ella empezó a gemir, la quería dentro, quería notarla toda, el chico poco a poco empezó a metérsela centímetro a centímetro hasta llegar a chocar sus huevos contra su culo, ese sonido me encantaba, y verla disfrutar aún más. El chico empezó bombeando muy despacio y poco a poco más rápido, ella, mientras, nos masturbaba y nos comía la polla. Me acerqué a su oreja y le dije si quería doble penetración, me besó y me dijo que sí. El chico se la sacó y se acostó en el suelo, ella se sentó encima de él y empezó a cabalgarlo, yo me puse detrás y empecé a chuparle el culo. Poco a poco le metí un dedo, dos y hasta tres, ella gemía y me suplicaba que se la metiera. En esos momentos puse la cabeza de mi polla en la entrada de su culo y fui empujando, ella pegó un pequeño grito que me indicó que le estaba gustando, y poco a poco la metí toda. Tenía mis 16cm dentro, y aunque pueden parecer pocos, es gorda, y a ella le encanta. Cuando ya la tenía dentro empecé a moverme despacio, mientras el otro chico la metía y la sacaba de su coño. Notaba la otra polla rozar con la mía, el chico empezó a moverse y mi mujer empezó a gritar. Estaba a punto de correrse, en esos momentos me aparté y el chico que estaba en el suelo de un solo golpe la levantó, ella con la polla aún dentro, lo cogió por el cuello y sus piernas lo rodearon, tenía el culo a nuestra disposición. Invitamos al otro chico a que se la metiera, el accedió.

En esos momentos me puse delante, la veía disfrutar, empecé a masturbarme, sabía que le gustaba verme como me masturbaba. Ella tenía las dos pollas dentro y se movían de forma rápida, empezó a gritar, gritaba fuerte, estaba sudada y mojada, en esos momentos empezó a gritar: ¡Me corroooooo! Sus gritos se escucharon por todas las duchas, los dos aceleraron el ritmo de sus embestidas. El que tenía la polla en el culo empezó a correrse, sacó la polla y, de su culo, empezó a salir abundante cantidad de semen. El otro chico la bajó, ella se arrodilló, el chico empezó a masturbarse rápido, mi novia se giró y le sacó la lengua, la quería en la boca. Lamía aquel glande. El chico empezó a correrse en su boca, el semen le caía por la comisura de sus labios, ella la lamió y chupó hasta dejarla brillante.

Solo faltaba yo por correrme, me cogió del culo y se engullo mi polla, empezó a mover su lengua, estaba a punto de correrme, la avisé y se la metió de golpe. Empecé a correrme en su boca, no se le escapó nada, estaba tragando todo mi semen. Esperó a que se me pusiera flácida y la sacó.

Nos duchamos los cuatro, estábamos cansados y volvimos a nuestras tiendas de campaña. Nos despedimos e intercambiamos los números de teléfono. Los dos chicos nos dijeron que se iban al día siguiente.

Esa noche, hablando de lo que había sucedido, mi mujer me dio las gracias por esa aventura. Nos dormimos muy pronto y al despertar al día siguiente nuestros vecinos ya no estaban.

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Una sugar mami paga 5000 euros por un polvo a un hombre musculoso (Relato Erótico)

 ¿Qué pasaría si el dinero y el deseo se encontraran en un mismo lugar? Este relato anónimo, encontrado en los rincones más intrigantes de la red, nos lleva a un mundo donde los roles de poder se invierten y la lujuria tiene un precio. "Una sugar mami paga 5000 euros por un polvo a un hombre musculoso" es una historia audaz, llena de sensualidad y fantasías que desafían lo convencional.

La narrativa nos presenta a una mujer madura y poderosa que no duda en pagar una fortuna por vivir una noche de pasión con un hombre que cumple todos sus deseos. Los detalles son picantes, y la tensión sexual se mantiene hasta el último momento.

Si este relato te deja con ganas de explorar más historias donde el dinero y el deseo se entrelazan, no te pierdas este relato erótico de una prostituta en el taxi. En este relato, un conductor de taxi vive una noche inolvidable cuando una misteriosa pasajera le ofrece mucho más que un viaje. 

Una sugar mami paga 5000 euros por un polvo a un hombre musculoso (Relato Erótico)

Relato Erótico : Una sugar mami paga 5000 euros por un polvo a un hombre musculoso

Yo tenía treinta años entonces. Era alto y fuerte, con un cuello de toro, piernas como columnas, brazos musculosos pero sin exagerar, llevaba el pelo negro, tenía un aspecto lorquiano de moreno de verde luna. Todos los días a las siete de la tarde me tomaba un whisky en el pub Bortimer, en la avenida del Mediterráneo de Madrid, un local decadente que me encantaba. Me gusta tomarme copas en sitios sombríos, esconderme en un rincón con mi copa en la mano para otear el horizonte. Aquel día fue distinto. Me senté en la mesa de siempre, estaba abstraído, mirando el culo de una rubia que se apoyaba en la barra. Sólo me di cuenta de su presencia cuando se sentó en la silla que estaba vacía delante de mí. Me fastidió porque me impedía seguir con los ojos clavados en la rubia. Le miré con cara de pocos amigos.

-Soy Eduardo Altares.

-¿Nos conocemos? –le pregunté, un poco escamado.

-Me estoy presentando. Soy el secretario de una persona que tiene interés en ti.

-¿Quién es?

-No te lo puedo decir.

-Vale y ¿por qué no levantas tu culo de la silla y me dejas tranquilo?

-Es una mujer madura, muy bien conservada, cuarenta y cinco años, que tiene mucho dinero y que quiere hacerte una oferta.

-A mí no me gustan los jeroglíficos ni los misterios –seguí poniéndome un poco borde.

Pero el hecho de que fuera una mujer despertó mi curiosidad.

-Ella está muy interesada en conocerte.

-La apuntaré en mi lista, pero adviértele de que es muy larga.

-No le importa esperar –el tipo no se rendía pese a mis chulerías.

-Tráeme una foto de esa mujer y le diré si me interesa que me conozca.

-No es posible. Ella está dispuesta a pagar bien, muy bien, por tener una cita contigo.

-¿Se cree que soy un puto? Yo sólo follo con las que me gustan.

-Esta te gustara, te lo aseguro.

-¿Y cuándo me ha visto esa mujer?

-En el gimnasio. Creo que le gusta tu cuerpo.

-¡Vaya, vaya! Pero yo no cobro a las mujeres, busca en otra parte –insistí.

-Serían tres mil euros por una cita.

-¿Una cita?

-Una cita especial, claro –me dijo aquel hombre de unos cuarenta y cinco años, que vestía un traje impecable y llevaba una corbata con un nudo doble Wilson, un tipo decimonónico.

El tipo se marchó en silencio, como una sombra, como había llegado. Me quedé perplejo. Aquella tía debía estar para encerrarla, o era más morbosa que yo. Y está idea empezó a echar raíces en mi cabeza. ¿Por qué no? Era una experiencia. Si no me gustaba siempre podría cortar.

El hombre volvió a Bortimer una semana después, se sentó otra vez frente a mí.

-¿Ya lo has pensado? –me preguntó.

-En eso estoy.

-Subimos la oferta: 4.000 euros.

-¿Por un polvo? –bromeé.

-Por una sesión especial. Deberás venir a la dirección que te daremos, no preguntarás nada, te presentarás en un palacete donde yo le estaré esperando, te subiré a una habitación magnífica especialmente diseñada, te pondrás un antifaz que te impida ver, ella tampoco quiere que hables, sólo debes sentir.

-Eso del antifaz no me gusta nada.

-Es una condición ineludible, ella no quiere que la veas, tendrás seguir las instrucciones de la condesa. En algunos momentos ella te atará.

-Demasiado rollo.

-Puedo llegar a cinco mil euros.

Dije que sí. Sentía curiosidad y la situación empezaba a ponerme cachondo. Llegó el día señalado. El palacete estaba en el barrio de Salamanca de Madrid, zona noble. En la puerta me esperaba Eduardo Altares. “Acompáñeme”. Una casona elegante del siglo pasado. Atravesé un salón con espejos inmensos y lámparas de cristal, un ambiente de otra época. “Me voy a tener que follar por cinco mil euros a una vieja del paleolítico. A lo hecho, pecho”, pensé. Eduardo me llevó a una habitación con muebles muy modernos, que contrastaba con el resto de las estancias de la casa. Había una cama que parecía un campo de fútbol, me fijé en unas argollas fijadas al cabecero. El secretario-alcahuete me señaló una ropa que estaba muy bien doblada encima de la cama. “Póntelo”. Había unos leotardos de cuero negro con una abertura a la altura de la polla, un chaleco, también de cuero negro, y un antifaz. “Quizá no sean de mi talla”, bromeé. “Ella sabe tus medidas”. “No todas”, le guiñé un ojo. “Ponte la ropa y espérala tumbado en la cama, no tardará”. Los leotardos, o lo que fueran, me estaban estrechos, cuando metí las piernas parecían a punto de estallar. Saqué la polla por el agujero, me puse el antifaz y me tumbe en la cama.

La espera duró sólo cinco minutos. Me la amenizaron con un disco de Ray Conniff. “Bésame…bésame mucho…. Como”. Estaba relajado cuando escuché el ruido de la puerta al abrirse. Me mantuve en silencio como me habían ordenado. Ella se movía por la habitación, notaba sus pasos, me imaginaba sus movimientos acercándose hasta mí. Me agarró una mano con delicadeza y me la sujetó con una de las argollas que estaba en la cabecera de la cama. Luego hizo lo mismo con la otra. Entonces empezó a acariciarme muy suavemente. Con sus manos recorrió mi brazo, me acarició el bíceps, la notaba cerca, sentía el calor de su cuerpo. Estaba a mi derecha, se recostó contra mí, de forma que su boca quedase a la altura de mi cuello. Me besó. Su lengua se acercó a mi oreja, me comía el lóbulo. Me susurró al oído: “No digas nada, ni hagas nada, sólo déjame disfrutar de ese cuerpo”. Tenía una voz dulce y delicada, encantadora. “Me está poniendo cachondo”, pensé pero no pronuncié una sola palabra para no romper el encanto. Hubiera necesitado las manos pero las tenía atadas al cabecero. La mano de la desconocida acariciaba mi pecho, masajeaba mis abdominales, su lengua se acercaba a mi boca. Cuando nuestras lenguas se juntaron ella se apretó contra mí, me abrazó fuertemente, se restregó contra mi polla que ya estaba dura y fuerte. “Te voy a comer la polla como no lo ha hecho nadie”, me dijo. Inmediatamente fue lamiéndome desde el cuello hacia el ombligo, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Yo notaba su lengua, sentía sus manos, enloquecía con sus caricias que se iban acercando cada vez más a la tierra prometida. Me quitó los extraños pantalones que me había hecho ponerme y me proporcionó un masaje espectacular. Sus manos acariciaban mis muslos y mis huevos, las movía sobre mi pene, arriba y abajo. Y de repente noté la lengua de aquella mujer jugueteando con mis huevos, me los siguió comiendo. Y subió y subió. Le metió la polla en la boca. Yo notaba su deseo, aquella mujer tenía un morbo como yo nunca había conocido. “¿Quieres comerme tú un poquito el chochito, cariño? Seguro que sí. Todo llegará”. Se echó a mi lado, notaba su calor, estaba desnuda, se restregaba contra mí, agarró mi polla con sus dos manos, y se la puso sobre su coño, colocó la punta contra su clítoris y empezó a moverla de un lado a otro, la movía y la movía. Y al mismo tiempo gemía. “Cómo me gusta, cómo me gusta, tienes una polla tremenda”, gritaba. “Me la voy a meter hasta dentro, muy hondo”. Se colocó encima de mí y se puso a galopar y a galopar como una fiera hambrienta, se movía y se movía y gritaba. “¡Ahhh, ahhh. Me vuelves loca, hijo de puta, me vuelves loca, te estoy follando, te estoy follando”. Fue una galopada inmensa, tremenda, yo aguanté cómo pude. Quería quitarme aquel antifaz, liberar mis manos, agarrarla. Pero ella no me soltó. “¿Te apetece comerme el coño, cariño?”, me preguntó. Yo moví la cabeza de arriba abajo. “¿Quieres ser mi perrito?”. Volví a mover la cabeza de arriba abajo. Entonces noté que me ponía algo al cuello. Una correa. Soltó mis manos de las argollas y me dijo: “Camina a cuatro patas”. Obedecí. “Y busca mi chochito, perrito, busca mi chochito”. Se había separado de mí y yo me dirigí hacia ella siguiendo su voz. Debía de estar sentada en un silloncito no muy alto. Lo justo para que mi cabeza quedase entre sus muslos. “Chúpame, perrito, chúpame”. Está loca, pensé. Pero mis labios encontraron su chochito y mi lengua vibró sobre su clítoris. “Ahhh, ahhh, que bien lo haces perrito”. Mis labios agarraron su clítoris, metí mis dedos en su vagina, la comí con frenesí, como nunca se lo había hecho a nadie en su vida. Ella se derretía. Entonces ella se dio la dio la vuelta, se puso con el culo en pompa. Me pareció un culo magnífico. “Ahora fóllame el culo, cabrón, me estás volviendo loca”. Mi lengua daba vueltas en su ano, entraba y salía, mis dedos escarbaba en su chochito. “Méteme la polla, méteme la polla”. Pero la hice esperar. Seguí con mi lengua haciéndola vibrar, después metí un dedo lentamente, después dos, después le puse la polla en el centro de su ano. “Sí, sííiii”. La restregué la polla por toda la raja del culo. “Síiiiiii, síiiii, síiii”. Luego se la metí poco a poco. “Ayyyyy”. Cuando la tuve entera dentro de su culo, me moví fuerte con mis caderas. Me moví salvajemente dentro de su culo hasta que me corrí. Me quedé tumbado sobre ella y creí que allí se había acabado la sesión, pero ella pensaba otra cosa. “Ahora perrito quiero comerte ese culo fuerte y prieto que tienes, ponte tu en el sillón con el culito hacia mi cara, perrito”. Yo pensé que aquello no entraba en el trato, pero decidí seguir a ver hasta dónde estaba dispuesto a llegar aquella mujer. Me puse en el sillón con el culo en pompa y me hizo esperar, pero después noté su lengua entre mis piernas, sus dedos acariciándome el ano, su lengua comiéndose mi culo, noté que me metía el dedito cada vez más, y después me metía dos y los movía dentro de mi culo. ¡Qué puta eres!, pensé. ¡Me quieres follar por el culo!, me mosqueé. Entonces noté que me acariciaba la raja del culo con algo duro y día un respingo. “Otro día me tienes que dejar que te meta este consolador por el culito, perrito, ¿verdad que sí”. Sólo me metió la puntita, mientras con sus manos agarraba desesperadamente mi polla. Me hizo una paja monumental y me volví a correr. Entonces se levantó y se marchó. Oí que abría la puerta y me dijo: “Puedes quitarte el antifaz y vestirte”. Cuando me quité el antifaz ya no pude verla. Quien apareció, cuando ya estaba vestido, fue Eduardo Altares, igual de trajeado que antes. Me acompañó a la puerta de la casa y me dijo: “La condesa ha quedado muy contenta. Volveré a visitarte en Bortimer”. Y efectivamente lo hizo. Acudió a la cafetería, volvió a sentarse a mi mesa.

-Le he traído esta película –me dijo-. La señora quiere que la vea.

-¿Y qué hay en la película?

-Creo que es una escena que quiere que usted vea para que sepa lo que ella desea la próxima vez. Le pagará mucho mejor. Volveré dentro de siete días con la nueva oferta.


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Relato erótico : Mi primera vez en una piscina

Sumérgete en este relato anónimo que captura un momento íntimo y lleno de sensualidad. "Mi primera vez en una piscina" es una historia que combina el erotismo y el incesto, llevándonos a un encuentro inesperado bajo el agua.

Este texto, encontrado en la vastedad de internet, nos invita a explorar los límites del deseo en un escenario tan cotidiano como una piscina. La narrativa es fresca, detallada y perfecta para quienes disfrutan de los relatos que mezclan lo prohibido con lo irresistible.

Si este relato te deja con ganas de más, te recomiendo adentrarte en otra historia igualmente provocativa: "Incesto entre madre e hijo". En este relato, los límites familiares se desdibujan en un encuentro lleno de intensidad y deseo. 

¡Espero que estas historias te lleven a un mundo de fantasías ardientes y te dejen con ganas de más!

Relato erótico : Mi primera vez en una piscina

Relato erótico : Mi primera vez en una piscina

Esto sucedió cuando yo tenía diecisiete años, todavía era un chaval ignorante del mundo y de la vida, un pipiolo, ya no era virgen pero sabía muy poco del mundo y del sexo, un libro en blanco todavía por escribir. Fue un verano. Yo había acabado preuniversitario y me preparaba para entrar en septiembre en la Facultad de Filosofía, soy de letras, nadie es perfecto, y mi propósito era estudiar Historia. Tenía un amigo íntimo, Eduardo, con el que salía con frecuencia, jugábamos en el mismo equipo de fútbol, no soy Messi pero me defiendo, jeje. El padre de Eduardo había muerto de un infarto fulminante dos años antes. Su madre, Alicia, era una cuarentona rubia con unas tetas poderosas y unas caderas que prometían el paraíso, un manjar. “La madre de Eduardito tiene un polvazo”, decían a voces los compañeros del equipo de fútbol cuando ella aparecía por la banda para vernos jugar. Aquel verano Eduardo me invitó a pasar un mes con ellos en la casa que tenían en la playa. Era en Las Marinas, muy cerquita de Denia, en Alicante. El padre de Eduardo había sido un ejecutivo importante en Telefónica y se notaba que había ganado mucho dinero. A mí, que soy de una familia mucho más modesta, el chalé me parecía un paraíso. Tenía un jardín muy bien cuidado con una piscina bastante grande y estaba en la primera línea de la playa, se salía por un lado directamente a la arena y por el otro al jardín. Acepté la invitación. La madre de Eduardo se puso muy contenta cuando me vio llegar.

-A mi hijo le hace falta alguien que le saque por ahí a divertirse –me dijo Alicia al tiempo que me plantaba dos besos en la cara-. Seguro que contigo al lado las chicas se os van a rifar.

-Yo no diría tanto.

-Seguro que sí. Si se te está poniendo cuerpo de atleta, tienes unos muslos de futbolista que impresionan.

Yo estuve a punto de decirle que lo impresionante eran sus tetas, pero me limite a mirárselas con unos ojillos que decían “me encantaría comértelas”. Ella me sonrió con picardía como si se hubiera dado cuenta.

Eduardo y yo salíamos todas las noches con los grupos de jóvenes que se juntaban por la zona, volvíamos medio colocados de madrugada, él mucho más que yo porque le pegaba a la botella como un loco. Su madre nos esperaba casi siempre levantada y nos sometía a un interrogatorio. A Eduardo le metíamos en la cama porque no se tenía en pie y Alicia me pedía que me quedase charlando con ella.

-¿Qué tal os ha ido con las chicas?-me preguntaba casi a diario.

-Se hace lo que se puede –le respondía yo, sin dar muchos detalles.

-¿Y se puede mucho? –me preguntó una noche guiñándome un ojo con gesto de complicidad.

-Bueno…

-No te hagas el tontín que hoy te he visto cómo te dabas un buen achuchón con una morenita. Luego, por la noche en la playa, habrás llegado más lejos, ¿no?

-Algo más, sí.

-¿La has metido mano? –me preguntó ella con mucho morbo. Estaba sentada frente a mí con un vestidito de playa que se le había levantado y dejaba al descubierto unas piernas esbeltas, la tía estaba buena.

-Sí, sí, primero nos hemos besado y mientras, yo me arrimaba contra ella.

-¿Se te habrá puesto muy dura?

-Sí, sí, como una piedra.

-¿Te ha hecho una paja? –ella parecía cada vez más interesadas en mis escarceos con la morenita. A su insistencia me ponía cachondo.

-Sí, sí, hemos extendido una toalla, nos hemos tumbado y me ha hecho una paja espectacular –le expliqué.

-¿Con la boca? –me preguntó Alicia.

-No, no ha querido. Tampoco me ha dejado llegar más lejos, quizá otro día me la folle, iré poco a poco

- Así son las jovencitas, pero seguro que te la follas otro día, y me lo tienes que contar bien.

Aquella noche Alicia me dio un beso en la mejilla y me mandó a la cama. Yo me fui caliente y me masturbé pensando en las tetas de la explosiva madre de mi amigo Eduardo. Si no hubiera sido tan pipiolo como entonces, me habría lanzado a por ella, porque seguro que estaba deseándolo pero ya os digo que yo estaba en la inopia.

Dos días después de aquella conversación, Eduardo organizó una excursión en bicicleta. La idea era marchar hasta Gandía, llevar la comida en las mochilas, pasar el día por alguna de las playas de la zona y volver por la tarde. A mí aquel plan no me gustaba. No me seducía nada hacer tantos kilómetros en bici, habrá unos treinta desde donde estábamos hasta Gandía, con el calor. “Saldremos temprano”, me animaba Eduardo. “Y pararemos mucho, vamos a ser más de quince, y viene Inés”. “Yo prefiero no darme esa paliza en bici”, respondí. Y Alicia, su madre, me apoyó: “No seas pesado, Eduardito, deja al chico que se quede si no le apetece ir”. “Que haga lo que quiera”.

La expedición se marchó a las nueve de la mañana. Yo me quedé en la cama hasta las 10:30. Cuando bajé a desayunar Alicia me había preparado un plato lleno fruta (naranjas, kiwis, melón y sandía), todo muy partido en pedacitos. Después, un vaso de leche con cereales. “Con ese cuerpazo que tienes debes desayunar bien”, me dijo Alicia, que se había puesto un bikini negro espectacular, llevaba un tanguita que dejaba al descubierto la mitad de su culo. Yo no le quitaba la vista. “Hoy podrías quedarte a tomar el sol conmigo en el jardín de la piscina en lugar de bajar a la playa. He preparado las dos hamacas a la sombra”. “Vale”

Nos fuimos a tomar el sol al jardín, ella se tumbó boca abajo en la hamaca. Estaba para comérsela. “Hoy me vas a tener que dar tú la crema en la espalda, seguro que lo haces mejor que Eduardito”.

Me puso un tubo de crema en la mano. “Venga que estoy esperando, desabróchame la parte de arriba del bikini que te será más fácil”. Yo empecé a acariciarle la espalda suavemente, bajé con mi mano hasta la cintura con mucha timidez. Me detuve cuando llegué al borde del tanga y me detuve, pero ella me animó. “Bájame un poco el tanguita, que hoy que estamos solos puedo tomar un poco el sol en el culete”. Yo le bajé un poco el tanga, sólo hasta la mitad de su culo y seguí acariciándola. Tenía un culo magnífico. “Casi es mejor que me bajes del todo el tanguita”, me dijo Alicia. Se lo bajé pero sin quitárselo. Allí estaba ella, la rubia impresionante con el culo al aire y yo acariciándoselo pero con mucha prudencia. “Seguro que te gustaría tocármelo bien, venga, hazlo, méteme bien la manita por el culete, guapo, a mí me encanta”. Mi mano recorría sus carrillos, su rabadilla, la acariciaba haciendo circulitos hacia su ano. “Sí, sí, méteme el dedito muy suavemente”. Yo la obedecía en todo. Mi polla se había puesto en erupción, estaba dura y tremenda, ya os he dicho que mi polla es espectacular y por su tamaño me llamaban “el negro” en el equipo de fútbol.

-¿Por qué no me comes un poco el culito? –me dijo Alicia con una voz en la que ya se traslucía el deseo. Era una mujer morbosa que lo quería todo con lentitud. Ella se había dado cuenta de que mi polla estaba en plenitud pero quería hacerme esperar.

-Méteme la lengua en el culito, guapo, ¿te gusta?

-Sí, sí.

Mi lengua recorrió toda la raja de su culito hasta llegar al ano y se la introduje. “Métela y sácala, métela y sácala, guapo, sí, sí, así”. Yo seguí comiéndole el culo y poniéndome a cien mil, estaba deseando meterla la polla pero estaba decidido a seguir sus instrucciones al pie de la letra. No quería cometer errores. Desde entonces siempre me ha encantado comerles el culo a las mujeres que lo disfrutan. Alicia me marcó.

-Ahora deberías quitarte el bañador para que veamos esa montaña que se te ha puesto.

No la hice esperar

-¡Oooh!, dijo Alicia-. Ven, acércate, quiero tocar esa polla que tienes.

Ella se había dado la vuelta y yo me fije en sus tetas gloriosas. Grandes y firmes, sus pezones estaba duro y tenía una aureola grande y marrón. Me tiré a comerle las tetas desesperado.

-Despacito, despacito –me dijo Alicia-.

Pero yo estaba desatado. No podía aguantar tanta tensión, mi polla necesitaba una recompensa, ella me la agarró, se la metió en la boca.

-Sí, sí, que bien la comes, eres una maravilla.

Su lengua se movía glotona por todo mi prepucio, sus manos me agarraban los huevos, luego metió toda la polla en la boca y me llevó al cielo.

-Córrete en mi boca, me lo voy a tragar todo, todo.

Me corrí en su boca como me había pedido y casi no dejó escapar ni una gota de mi semen. Entonces se volvió a tumbar en la hamaca con las piernas muy abiertas.

-Ahora te toca a ti comerme el chochito, lo estoy deseando.

Yo era un inexperto, ya os lo he dicho, un atontolinado con una polla descomunal. Empecé a comerla de arriba abajo, como ella me había pedido, con mucha lentitud. Mis manos acariciaban aquellas tetas que tanto deseaba, mientras mi lengua iba bajando hasta su ombligo, sentía como crecía su deseo.

-Sigue, sigue, no te detengas.

Cuando mi boca llegó a su monte de Venus empezó a emitir primero gemidos ahogados. Mi lengua alcanzó a su clítoris, lo bese, lo moví de un lado a otro, lo agarré con los labios, lo chupe. Sus gemidos ya no eran ahogados sino alaridos.

-No pares, no pares.

Con mis dedos acariciaba los labios de su vagina, mi lengua seguía tocando el timbre de su clítoris, le introduje un poquito mi dedo en la vagina.

-Ayyyy, ayyyy, ayyy.

Ella gritaba desesperada, se corría como una loca y a mí la polla se me había vuelto a poner enhiesta, lista para un nuevo asalto.

-Quiero follarte –le dije.

-Sí, sí, fóllame, fóllame, méteme esa polla de caballo que tienes, lo estoy deseando, fóllame, fóllame.

Yo ya me había tumbado sobre ella y mi polla estaba en la entrada de su vagina, expectante, la puse sobre su clítoris y la moví de arriba abajo, la masturbé con la polla.

--Ayy, ayy, me vas a volver loca, ayy, ayy. Ahora follame, fóllame.

Puse solo la puntita de la polla en la puerta de su chochito. Y ella gritó.

-Sí, sí, métemela, métemela.

Ella parecía estar en otro mundo, tenía los ojos iluminados. Pero la hice esperar. Me había dado cuenta de que su morbo era la lentitud, la lasitud, ir paso a paso, a cámara lenta.

-Estoy deseando follarte –le dije al oído.

-Sí,sí, fóllame ya, fóllame ya.

Y empujé, le metí la polla poco a poco y cuando la tuvo toda dentro ella seguía gimiendo.

-¡Ayy, ayyy, ayyy!

Entonces se acabó la lentitud. Me puse a galopar como un potro enloquecido, como un caballo salvaje.

-Toma, toma, toda para ti.

-Sí, sí, Así, así, fóllame así, sigue, sigue, no pares nunca, sigue, sigue.

Ella temblaba en mis brazos, yo lo notaba, disfrutaba sintiendo su deseo, disfrutaba con los tremendos orgasmos de aquella rubia cuarentona que me llevaba al cielo. Nunca he galopado como aquella mañana.

-Ayy, ayyy…

No pude aguantar más y mi semen volvió a brotar en oleadas. Pero yo sabía que mi polla todavía no había tenido toda su recompensa. Sólo de pensar en aquel culo que me había comido mi polla se volvía a poner dura. Ella, Alicia, entonces, se levantó y se metió en la piscina, yo la seguí, estuvimos nadando un poco en el agua. La piscina tenía una zona para niños, en la que cubría muy poco, ella me llevó hasta ese lugar, se puso de rodillas y empezó a caminar como si fuera un perrillo. Sus caderas se movían cadenciosamente, su culo estaba allí apetitoso, llamándome.

-Sé que lo estás deseando –me dijo Alicia levantando la cabeza hacia mí-.Pero házmelo con mucho cuidado, que hace mucho tiempo que nadie me folla el culo y tú tienes una polla demasiado grande.

Ella seguía sonriendo como un perrillo, yo me puse de pie y me agarré la polla para que ella viera que estaba otra vez listo. Ella caminaba lentamente moviendo las caderas y yo me acerqué por su espalda, me puse también de rodillas como si fuera otro perrillo. La mordisqueé un poco el culete, me coloqué detrás de ella, primero la metí un dedito en el culete, después dos, después coloqué la cabecita de la polla en su culo, sólo la cabecita.

-Poco a poco, poco a poco, me decía ella.

Yo estaba excitadísimo, metí un poquito más la polla.

-Sigue, sigue, métemela toda –me dijo.

Pero yo continué lentamente hasta que toda mi polla estuvo dentro de su culo. Después me moví y me moví. Fue una explosión de placer. Me corrí por tercera vez, ahora no lo conseguiría, vale, lo reconozco.

Me caí destrozado y satisfecho en el agua de la piscina, ella siguió tumbada a mi lado. Fue el principio de una relación morbosa. Ella es una folladora tremenda y yo me dejé seducir por su mente calenturienta. Pero esa es otra historia.


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