Blog de poesía, cuentos, relatos, humor rojo, terror, amor, romance y más de la literatura anónima encontrada en Internet.

viernes, 14 de abril de 2023

El hundimiento del Titanic

Un día como hoy, pero de 1912, el Titanic colisionaba contra un iceberg. En este post te contamos la historia del hundimiento del Titanic y aprovechamos a recomendarte leer la verdadera historia de Jack y Rose de Titanic que se viralizó en nuestro blog.

Además, pronto traeremos nuevas historias sobre personajes del Titanic que aparecieron en la película y que fueron personas de la vida real, que estuvieron en el fatídico momento en el que el barco gigante se hundió, causando una de las tragedias humanas más recordadas hasta la fecha.

El hundimiento del Titanic

El hundimiento del Titanic

El 14 de abril de 1912, tras infructuosas maniobras para evitarlo, el transatlántico británico RMS Titanic colisionó con un iceberg, durante su viaje inaugural, y horas más tarde naufragaba en el océano Atlántico.

Cuando terminó de construirse, el Titanic era el barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo. Con 2.224 pasajeros a bordo, zarpó desde el puerto de Southampton, Inglaterra, para dirigirse a Nueva York, el 10 de abril de 1912.

Durante la gélida noche del 14 de abril, el Titanic navegaba en aguas tranquilas y sin oleaje, condiciones especialmente dificultosas para el avistamiento de icebergs. Cuando faltaban pocos minutos para la medianoche, los vigías dieron alarma de colisión.

Con un iceberg divisado a 600 metros de la proa, el primer oficial William Murdoch, de guardia en ese momento, tras la retirada del Capitán Smith a su camarote, intentó evitar la colisión con un giro de timón.

Aunque la maniobra se considera hoy correcta, no pudo evitar el contacto entre el casco y la parte sumergida del iceberg, lo que generó la apertura de seis brechas en las placas de estribor, que en conjunto sentenciaron el naufragio del Titanic.

El hundimiento se cobró la vida de aproximadamente 1.500 personas, sea ya por ahogamiento o por hipotermia. Según una investigación del senado de los Estados Unidos, el buque no llevaba botes salvavidas para todos los pasajeros. 

Fuente : History Latinoamérica

Read More

miércoles, 5 de abril de 2023

Gabriel García Márquez - Un día de estos

Comparto uno de mis cuentos preferidos de Gabriel García Márquez - Un día de estos. Encontré el texto en Facebook, espero que también les guste.

Gabriel García Márquez - Un día de estos

Gabriel García Márquez - Un día de estos

El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.

Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella.

Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.

-Papá.

-Qué.

-Dice el alcalde que si le sacas una muela.

-Dile que no estoy aquí.

Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo.

-Dice que sí estás porque te está oyendo.

El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo:

-Mejor.

Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro.

-Papá.

-Qué.

Aún no había cambiado de expresión.

-Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro.

Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver.

-Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo.

Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente:

-Siéntese.

-Buenos días -dijo el alcalde.

-Buenos -dijo el dentista.

Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca.

Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos.

-Tiene que ser sin anestesia -dijo.

-¿Por qué?

-Porque tiene un absceso.

El alcalde lo miró en los ojos.

-Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista.

Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo:

-Aquí nos paga veinte muertos, teniente.

El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio.

-Séquese las lágrimas -dijo.

El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese -dijo- y haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera.

-Me pasa la cuenta -dijo.

-¿A usted o al municipio?

El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica.

-Es la misma vaina.

FIN

Un día de estos - Gabriel García Márquez

Tomado de Facebook

Read More

Gabriel García Márquez - La tercera resignación

Comparto uno de mis cuentos preferidos de Gabriel García Márquez - La tercera resignación. Encontré el texto en Facebook, espero que también les guste.

Gabriel García Márquez - La tercera resignación

Gabriel García Márquez - La tercera resignación

Allí estaba otra vez, ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día a otro se hubiera desacostumbrado a él.

Le giraba dentro del cráneo vacío, sordo y punzante. Un panal se había levantado en las cuatro paredes de su calavera. Se agrandaba cada vez más en espirales sucesivos, y le golpeaba por dentro haciendo vibrar su tallo de vértebras con una vibración destemplada, desentonada, con el ritmo seguro de su cuerpo. Algo se había desadaptado en su estructura material de hombre firme; algo que “las otras veces” había funcionado normalmente y que ahora le estaba martillando de cabeza por dentro con un golpe seco y duro dado por unos huesos de mano descarnada, esquelética, y le hacía recordar todas las sensaciones amargas de la vida. Tuvo el impulso animal de cerrar los puños y apretarse la sien brotada de arterias azules, moradas, con la firme presión de su dolor desesperado. Hubiera querido localizar entre las palmas de sus dos manos sensitivas el ruido que le estaba a punta de diamante. Un gesto de gato doméstico contrajo sus músculos cuando lo imaginó perseguido por los rincones atormentados de su cabeza caliente, desgarrada por la fiebre. Ya iba a alcanzarlo. No.

El ruido tenía la piel resbaladiza, intangible casi. Pero él estaba dispuesto a alcanzarlo con su estrategia bien aprendida y apretarlo larga y definitivamente con toda la fuerza de su desesperación. No permitiría que penetrara otra vez por su oído: que saliera por su boca, por cada uno de sus poros o por sus ojos que se desorbitarían a su paso y se quedarían ciegos mirando la huída del ruido desde el fondo de su desgarrada oscuridad. No permitiría que le estrujara más sus cristales molidos, sus estrellas de hielo, contra las paredes interiores del cráneo. Así era el ruido aquel:

Pero le era imposible apretarse las sienes. Sus brazos se habían reducido y eran ahora los brazos de un enano; unos brazos pequeños, regordetes, adiposos. Trató de sacudir la cabeza. La sacudió. El ruido apareció entonces con mayor fuerza dentro del cráneo que se había endurecido, agrandado y que se sentía atraído con mayor fuerza por la gravedad. Estaba pesado y duro aquel ruido. Tan pesado y duro que de haberlo alcanzado y destruido había tenido habría tenido la impresión de estar deshojando una flor de plomo.

Gabriel García Márquez

(Aracataca, Colombia 1928 - México DF, 2014)

La tercera resignación

(1947)

Tomado de Facebook

Read More

Gabriel García Marquez - Sólo vine a hablar por teléfono

Comparto uno de mis cuentos preferidos de Gabriel García Márquez - Sólo vine a hablar por teléfono. Encontré el texto en Facebook, espero que también les guste.

Gabriel García Marquez - Sólo vine a hablar por teléfono

Gabriel García Marquez - Sólo vine a hablar por teléfono

Una tarde de lluvias primaverales, cuando viajaba sola hacia Barcelona conduciendo un coche alquilado, María de la Luz Cervantes sufrió una avería en el desierto de los Monegros. Era una mexicana de veintisiete años, bonita y seria, que años antes había tenido un cierto nombre como artista de variedades. Estaba casada con un prestidigitador de salón, con quien iba a reunirse aquel día después de visitar a unos parientes en Zaragoza. Al cabo de una hora de señas desesperadas a los automóviles y camiones de carga que pasaban raudos en la tormenta, el conductor de un autobús destartalado se compadeció de ella. Le advirtió, eso sí, que no iba muy lejos.

-No importa -dijo María-. Lo único que necesito es un teléfono.

Era cierto, y sólo lo necesitaba para prevenir a su marido de que no llegaría antes de las siete de la noche. Parecía un pajarito ensopado, con un abrigo de estudiante y los zapatos de playa en abril, y estaba tan aturdida por el percance que olvidó llevarse las llaves del automóvil. Una mujer que viajaba junto al conductor, de aspecto militar pero de maneras dulces, le dio una toalla y una manta, y le hizo un sitio a su lado. Después de secarse a medias, María se sentó, se envolvió en la manta, y trató de encender un cigarrillo, pero los fósforos estaban mojados. La vecina del asiento le dio fuego y le pidió un cigarrillo de los pocos que le quedaban secos. Mientras fumaban, María cedió a las ansias de desahogarse, y su voz resonó más que la lluvia o el traqueteo del autobús. La mujer la interrumpió con el índice en los labios.

-Están dormidas -murmuró.

Sólo vine a hablar por teléfono

Autor: Gabriel García Marquez

Tomado de Facebook

Read More

Gabriel García Márquez - La viuda de Montiel

Comparto uno de mis cuentos preferidos de Gabriel García Márquez - La viuda de Montiel. Encontré el texto en Facebook, espero que también les guste.

Gabriel García Márquez

(Aracataca, Colombia 1928 - México DF, 2014)

Gabriel García Márquez - La viuda de Montiel

Gabriel García Márquez - La viuda de Montiel

La viuda de Montiel

Los funerales de la Mamá Grande, (1962)

Cuando murió don José Montiel todo el mundo se sintió vengado, menos su viuda; pero se necesitaron varias horas para que todo el mundo creyera que en verdad había muerto. Muchos lo seguían poniendo en duda después de ver el cadáver en cámara ardiente, embutido con almohadas y sábanas de lino dentro de una caja amarilla y abombada como un melón. Estaba muy bien afeitado, vestido de blanco y con botas de charol, y tenía tan buen semblante que nunca pareció tan vivo como entonces. Era el mismo don Chepe Montiel de los domingos, oyendo misa de ocho, sólo que en lugar de la fusta tenía un crucifijo entre las manos. Fue preciso que atornillaran la tapa del ataúd y que lo emparedaran en el aparatoso mausoleo familiar, para que el pueblo entero se convenciera de que no se estaba haciendo el muerto.

Después del entierro, lo único que a todos pareció increíble, menos a su viuda, fue que José Montiel hubiera muerto de muerte natural. Mientras todo el mundo esperaba que lo acribillaran por la espalda en una emboscada, su viuda estaba segura de verlo morir de viejo en su cama, confesado y sin agonía, como un santo moderno. Se equivocó apenas en algunos detalles. José Montiel murió en su hamaca, un miércoles a las dos de la tarde, a consecuencia de la rabieta que el médico le había prohibido. Pero su esposa esperaba también que todo el pueblo asistiera al entierro y que la casa fuera pequeña para recibir tantas flores. Sin embargo, sólo asistieron sus copartidarios y las congregaciones religiosas, y no se recibieron más coronas que las de la administración municipal. Su hijo —desde su puesto consular de Alemania— y sus dos hijas, desde París, mandaron telegramas de tres páginas. Se veía que los habían redactado de pie, con la tinta multitudinaria de la oficina de correos, y que habían roto muchos formularios antes de encontrar 20 dólares de palabras. Ninguno prometía regresar. Aquella noche, a los 62 años, mientras lloraba contra la almohada en que recostó la cabeza el hombre que la había hecho feliz, la viuda de Montiel conoció por primera vez el sabor de un resentimiento. “Me encerraré para siempre —pensaba—. Para mí, es como si me hubieran metido en el mismo cajón de José Montiel. No quiero saber nada más de este mundo.” Era sincera.

Aquella mujer frágil, lacerada por la superstición, casada a los 20 años por voluntad de sus padres con el único pretendiente que le permitieron ver a menos de 10 metros de distancia, no había estado nunca en contacto directo con la realidad. Tres días después de que sacaron de la casa el cadáver de su marido, comprendió a través de las lágrimas que debía reaccionar, pero no pudo encontrar el rumbo de su nueva vida. Era necesario empezar por el principio.

Entre los innumerables secretos que José Montiel se había llevado a la tumba, se fue enredada la combinación de la caja fuerte. El alcalde se ocupó del problema. Hizo poner la caja en el patio, apoyada al paredón, y dos agentes de la policía dispararon sus fusiles contra la cerradura. Durante toda una mañana, la viuda oyó desde el dormitorio las descargas cerradas y sucesivas ordenadas a gritos por el alcalde. “Esto era lo último que faltaba —pensó—. Cinco años rogando a Dios que se acaben los tiros, y ahora tengo que agradecer que disparen dentro de mi casa.” Aquel día hizo un esfuerzo de concentración, llamando a la muerte, pero nadie le respondió. Empezaba a dormirse cuando una tremenda explosión sacudió los cimientos de la casa. Habían tenido que dinamitar la caja fuerte.

Tomado de Facebook

Read More

Etiquetas

10 poesías para Navidad 100 Poesias con A 1800 1984 2016 2020 2021 4 Poemas Para Martita Aborigen Abuelos Accion Noetica Ahijada Aleister Crowley Alemania Alicia en el país de las maravillas Amantes Amazonas Amiga Amigo Amistad Amor Anal Anarquía Animales Ano Anónimo Antiguo Antoine de Saint-Exupery Año Nuevo Apellido Apodos Árboles Argentina Armando Manzanero Arte Asesinatos Asesinos seriales Astral Atletismo Audio Autopsia Autos Aves Avión Bailando por un Sueño Baño Barack Obama Barcelona Basada en hechos reales Bebés Belleza Beneficios Bicicleta Biografía Bizarras Blancanieces Bob Dylan Bob Esponja Boludos Booktubers Boxeo Brasil Brujas Caca Cadáveres Cádiz Café Calafate Canadá Canciones Cantantes Cánticos de Tribuna Caperucita Roja Carpe Diem Cartas Casos Cataluña Ceibo Celda Celebridades Celos Celulitis Cementerio Centroamérica Chaparrita Charles Bukowski Charrúas Chile Chiste Chris Namús Ciencia Ciencia Ficción Cine Circo Ciudades Clásicos Colas Colegiala Colibrí Colombia Comediante Comida Compadre Compositores Comprar Confesión Consejos Conspiración Coquena Cordoba Cornudo Coronavirus Corrientes Cosas Curiosas Costa Rica Creencias Crimen Cristianismo Croacia Cuba Cuentos Cuentos cortos Cuentos de hadas Cuerpo Culos Cumbia Cuñada Cura Curiosidades Datos Curiosos Deborah Rodriguez Declaración Delfín Delincuente Deportes Deportistas Derecho Derechos Humanos Desmotivaciones Desubicados Día Día de la mujer Día Internacional del Orgasmo Diablo Dibujos Animados Dichos Diego Maradona Dinamarca Dios Disney Divorciada Doctor Drácula Duendes Edad Eduardo Galeano Educación Egipto El hombre del sombrero El Patito Feo El Poeta Gabriel El Principito El Señor de los Anillos Empleada Enfermeras Entes Entre Ríos Entrevista Erección Esclavitud Escribir Escritores Escuela España Español Espejo Espíritus Esposa Esposo Estados Unidos Estafas Europa Ex Exorcismo Expresiones Facebook Fake News Familia Familia Jodida Famosos Fantasmas Fantásticos Farándula Farmacia Felicidad Femenino Feminismo Filosofía Fin de año Florencia Peña Flores Forense Fotos Frases Freddy Krueger Frederick Kruger Frida Kahlo Fuego Fuego y Sangre Fútbol Gabriel García Márquez Gabriel Marquez Garcia Galletas Game of Thrones Gargamel Gárgolas Gatos Gauchos Gay George Orwell George RR Martin GIF Gigantes Gorditos Gordos Graffitis Gramática Guadalajara Guaraní Hablo de mi Hans Christian Andersen Hansel y Gretel Harry Potter Hermanas Hermanos Hija Hijastra Hijo Historia Historias Holanda Hombre lobo Homero Simpson Horror Hospital Hot Humor Iglesia Imagenes Incesto Indios Infancia Infidelidad Información Inglaterra Instagram Internet Interracial Inventos Invierno J.K. Rowling Jacobo Winograd Jaimito Japón Jeepers Creepers Jefe JJOO Joanne Rowling John Sladek Jovencitas Juana de Ibarbourou Juego de Tronos Juegos Olimpicos Julio Cortázar Justicia Karma Kurupi La Bella Durmiente La catrera La Cenicienta La guillotina La huérfana La poesía y el fútbol un solo sentimiento La Sirenita La Sociedad de los Poetas Muertos La Telesita Latinoamérica Laura Ingals Lectura Leer Lengua Lenguaje Inclusivo Lesbianas Letra Leyenda Leyendas Leyendas Urbanas Leyes Libros Literatura Lluvia Lobo Lobo feroz Londres Los Pitufos Los Rugrats Luchona Lucifer Luz Machismo Madre Madre Soltera Madrid Magia Mala Fama Malasia Malasya Airlines Maldición Mamá Manicura Marido Marihuana Mary Poppins Masaje Mascotas Masturbación Matrimonio Mayas Medicina Médico Medusa Memes Mendoza Mensaje Positivo Menstruación Mentira Messi Mexico México Miedo MILF Militar Misiones Mitología Griega Mitología Hebrea Mitos Mónica Farro Monjas Monstruos Moraleja Morgue Motivacional Motumbo Muerte Mujer Mujeres Muñecas Música Nalgas Navidad Necrofilia Necropsia Negro Beto Nickelodeon Niños Noche Noticias Novia Nuera Ocultista Oda Orfanato Orgasmo Origen Orto Ouija OVNIs Padrastro Padres Padrino Pájaros Palabras Pandemia Papá Papá Noel Papas Fritas Para Mujeres Paraguay Paranormal Pareja Pasado Pastor Patagonia Payadas Pedo Película Pelirroja Pene Pennywise Pensadores Perros Perseverancia Pesadillas Pete Pinocho Pintores Piratas Piropos Piropos para Hombres Playa Pobreza Poema Poemas para esa orto Poemas para ese orto Poemas para la fiestera de tu hermana Poesía Urbana Poesiando desde Miami Poesías Poesías de estación Poesías para Tu Hermana Poesías Varias Poetas Policía Policiales Política Pombero Popol Vuh Porno Presidente Preso Prima PRIME Prisión Prisionero Profesor Prohibido Prostitutas Punta del Este Puta Racismo Rafael Barrett Rapunzel Raymond Queneanu Redes Sociales Reencarnación Reflexiones Relatos Relatos Eróticos Religión Resiliencia Responsabilidad Rio 2016 Roberto Carlos Rubias Rusia Rusia 2018 Sabés como le dicen Salamanca Salta Salud San Valentin Santa Claus Santiago de Chile Sapos Series Servicios Sex Shop Sexo Sexo oral Sexualidad Sobrina Sobrino Suegra Sueños Swinger Tamaño Tango Tatuajes Taxi Te doy Te doy hasta que Tecnología Teléfono Tennesse Terror Tesis Texto The Joker Tía Tik-Tok Tinder Tío Tips Titanic Trabajo Tradiciones Traseros Trío Tu hermana Tu mamá Tu novia Tumba Tuteo Twitter Umita Universidad Uruguay Usain Bolt Vacaciones Vagina Vecina Vecino Veneno Venganza Ventajas Ventas Ventrículo Verano Verdad Verídicas Vibrador Videos Viejas Viejos Villera Vincent van Gogh Violación Virgen Virus Vomito Walt Whitman Whatsapp Xuxa XXX Youtube

© 2011 El Poeta Gabriel: Cuentos, relatos y poesía, AllRightsReserved.

Designed by El Poeta Gabriel