Fluidamente cual lo hace el paciente recostado en el sillón de un psiquiatra fuí contando buena parte de mi vida a una amiga inteligente, culta, rebelde y algo bruja que me contaba algo de la suya mientras yo recorría al menos 64 años de mi vida desde que gateaba y que ya con precocidad a mi madre adoraba y defendía, como lo hice siempre igual al cuidar a mis hermanitas desde nenitas, así sin proponérmelo fui develando secretos largamente escondidos, nunca aireados en esta narrativa y que jamás fueron antes integralizados; fue una confesión nacida de mi autenticidad de ranchero, vago, muco, tacaneco, culto por leído, madreado por la vida que igual me ha dado o le he quitado muchas alegrías, furtivos amores, tentaciones alunadas de mar y un sin fin de emociones que dichas hoy así parecieran fantasías inventadas, a veces reproches a la larga noche de mi vida, a las soledades, a las camas vacías, a las sábanas crujientes, a los aljibes ardientes y a los amores de mango con miel untada en la lengua; otros fueron relatos de humor ácido como los arañazos de un gato, de humor negro o mágico, de embrujos, sortilegios, de amores recios con altos grados de lujuria, locura, erotismo vivo y aveces ellos mismos fueron escapes de realidades duras, muy sufridas de mi vida llenas de violencia, de golpes de cabeza en las paredes, de cuchillos filosos amenazantes y de desprecios de locura, ignorancia o muchos de arrogancia indebida; se me fue pasando el tiempo, ni cuenta me dí siquiera cuando cambié de destinaria de mis notas, que al no ser ella me dice que no entendía porqué le contaba esas partes obscuras de mi vida que nunca antes dije y menos percibí el olor a quemado de dos cafeteras que se consumieron en mi cocina casi a punto de secarse y acabo de poner la tercera, mientras del restante de mi termo bebo café con cazuelejas de San Ramón y ya repuesto de lo develado de las motivaciones amarradas o sedimentadas de mis actos, de explicar las razones de mi rechazo al acoso de jovencitas ofrecedoras a un sacerdote antiguo de las artes amatorias que jamás a nadie le ha pagado ni cobrado por quererlas, que todo lo ha conquistado; el decirle a mi bruja amiga bajo la seda de su belleza del porqué defendí a decenas de sexo servidoras de la Zona Rosa y de la Merced en el DF con todo el apoyo del “criminal” y “bandido”(que yo conocí en otros modos) pero entre los lodazales surrealistas bautizaron como “El Negro Durazo” y a mi me ayudó a parar las injusticias contra estas mujeres obligadas a llevar comida y dinero a sus familias que por ello no tenían obligación de “darlas”, mamar o pagar; saqué del closet el caso de las mujeres acosadas que defendí como líder estatal de la Fundación Colosio de catedráticos acosadores desgraciados de dos universidades y de cómo de tres cuando ganamos, a celebrar se juntaron más de 50 a llorar y abrazarme por haberlo logrado; salieron en esta consulta espiritual muchas cosas que tenía guardadas en mi mano izquierda y que mi derecha las desconocía y me siento algo extraño, reposado, embrujado quizá por esta amiga que a lo
mejor me ajusto las tuercas de mi loca vida pues me hizo comentarle capítulos enteros de mi vida que yo mismo nunca los había repasado y es que cuántas veces yo he amado me he entregado sin reservas ni pliegos petitorios, he amado intensamente y si me corren o yo por algo me largo, nunca dejo de amar a las mujeres que me han amado, no sé odiarlas aunque hubiera instantes en que sentí ganas de matarlas, no puedo odiarlas y mucho menos olvidarlas porque tengo el alma llena de hermosos recuerdos, bellísimos momentos guardados en los cielos y cofres de mi alma; no sé odiar, nuestros malos momentos los he borrado, he reseteado mi memoria y solo conservo lo trascendente, lo sublime, lo hermoso, lo mágicamente bello, lo más delicioso del amor lleno de erotismo y de lujuria que me ha sido dado porque vago como soy desde mis cuatro añitos (cuando ya era un contumaz enamorado de parvulito) y a los once años cumplidos cuando pude saber del sexo lo exquisito luego de comerme una rica tajada del pastel de una vecina quinceañera que me inició en los laberintos del querer a una mujer hasta sentirla arder, pues vaya que muchos encantos deliciosos de mujeres primorosas (con esa delicadeza del tejedor de filigranas y el poeta en vivo), sus amores me han dado y no tengo por qué odiarlas, las sigo amando porque me dieron un sin fin de hermosos recuerdos, de madrugadas y amaneceres de lujuria desatada XXX, o igual me concedieron preciosos hijos que con nadie más que conmigo tuvieron, eso y mucho más de lo que hicieron, dejaron o perdieron por amarme, nunca lo he olvidado y las llevo muy buriladas a los tesoros de mi alma y aunque pase el tiempo yo jamás las he olvidado y las recuerdo con una sonrisa, oyendo un blues lo mismo que una pírecua, una área operística o una chacarera, con mucho amor, respeto y emoción de gozo, por lo mejor que de ellas obtuve y se que a nadie más le han dado, nunca ese amor que a mi me dieron y que nunca fue solo tentación o pecado porque tienen hijos brillantes y adorados; gracias pues por el sofá, la consulta y este curativo embrujo, bruja, rebelde, brava y muy culta amiga, copia quizá de Isis o de Helena porque además de culta y bruja, respetuosa y sacrílegamente, estás muy buena!
A una bruja culta descendiente de Isis o de Helena, relato anónimo de Facebook