La expresión "La concha de la lora" surgió a principios del siglo XX, siendo el nombre de un tango de Manuel O. Campoamor, sin letra.
Fue compuesto en 1901, cuando el tango era bailado en prostíbulos y locales nocturnos ; su título original era justamente: “La concha de la lora”.
Concha es un término del Río de la Plata que define o está asociado a la vulva.
Se le decía “lora” a las prostitutas de una manera despectiva , en especial a las judías polacas que ejercieron la prostitución a principios del siglo XX tanto en Montevideo como en Buenos Aires.
Aparentemente “lora” viene del francés, pues las “lorettes” eran las prostitutas que se encontraban en el camino a la Virgen de Loreto. De allí pasó al castellano llamando “loretas” a las prostitutas, y de allí, por cruce, “loras”.
El tango no superó la censura de la época, y para publicarse fue rebautizado como “La cara de la luna”. Cabe destacar que en esos años el tango no se cantaba, no tenía letra, y era una música que solamente se bailaba .
Campoamor fue un excelente ejecutante de piano, un hombre autoditacta en materia musical.
Héctor Bates y Luis Bates —autores de la obra titulada La historia del tango (Buenos Aires, 1936)— recogen los recuerdos y aún los rezongos de Campoamor, en un reportaje que se realizó por Radio Stentor, el 18 de julio de 1934.
Campoamor era por entonces un señor de más bien baja estatura, de anteojos, con aire de serio oficinista.
Había aprendido telegrafía. Luego ingresó a la tienda Gath & Chaves a la sección contaduría, después de sucesivos ascensos llegó a ser secretario del directorio. Lo despidieron después de casi veinticinco años de servicio.
De su música dijo: «Mi primer tango “Sargento Cabral” lo escribí en 1899. Mejor dicho me lo escribieron, puesto que yo nunca supe música. Aprendí el piano de oído, primero con un dedo, luego con dos y poco tiempo después, sacaba algunas piezas con las dos manos... Dos amigos se encargaron de llevar al papel lo que yo tocaba en el piano».
«A los 19 años toqué en público en unos bailes de Carnaval. Me hice conocer, adquirí fama y entré a ser una persona muy solicitada y popular. Fue entonces que quise iniciar la grabación de discos criollos en la Argentina. Me llamaron y grabé “Sargento Cabral” a piano solo. Luego grabé acompañando a Gabino Ezeiza, a Higinio Cazón, a Linda Thelma y a otros que eran astros y estrellas de entonces».
“La concha de la lora” retrata la realidad social de la que la música y el baile del tango formaban parte y por la cual también se lo consideraba algo prohibido.
Abrazados, el matón y la prostituta eran artistas, poetas del cuerpo y de la noche.
El primer intento por hacer pasar el contundente título original por otra cosa en 1901 se llamó "La c...ara de la l...una " , con puntos suspensivos que el lector llenaría a su gusto, al que se le asoció una imagen de luna quizás como alusión y testimonio.