Yo me crié en Canelones, en la República Oriental del Uruguay.
Me crié donde la familia era el comienzo de todo. No había dramas porque las situaciones se cortaban de raíz... borrón y cuenta nueva.
Si te portabas mal te daban un chancletazo y/o tirón de orejas (o ambos, de acuerdo a la travesura...). Los niños no discutían con sus padres, los padres eran la ley. Los primos eran tus hermanos y los compañeros de escuela tus primos y vecinos , los maestros eran modelos; Y ¡ay del que les faltara el respeto!
Me enseñaron a saludar, a despedirme, a decir gracias y a pedir permiso y el lenguaje de los ojos era señal de que algo te ocurriría por meter la cuchara.
Salíamos a jugar a la calle todos; toda una aventura, nos subíamos a los árboles a bajar peras, duraznos, naranjas, mandarinas... jugábamos el escondite, al papá y la mamá, saltábamos la cuerda, rayuela, quemados, fútbol, íbamos a explorar, al parque, al arroyo a pescar o bañarnos en los arroyos, en la piscina , etc. Podíamos caminar o andar en bicicleta de arriba abajo íbamos a casa de un amigo siempre.
Comíamos lo que nuestras madres cocinaban, PUNTO! Comimos pan con queso, manteca, dulce, café al desayuno, huevo, boniato, frutas, torta frita, dulce de leche.
Se nos enseñó el respeto y la humildad por los demás y por la propiedad ajena.
Como niño, no se hablaba si un adulto estaba hablando. Si alguien tuvo una pelea, fue una pelea de puños. Los niños no teníamos armas, excepto caballos de palo para jugar de vaqueros! Cómo nos divertíamos!!!
Cuando se hacía de noche sabíamos que era hora de entrar. Nos encantó ir a la escuela porque teníamos amor, cariño y respeto por los maestros y teníamos la dicha de ver a nuestros amigos. iAy del que le faltara el respeto a un maestro!
Miramos a nuestro alrededor, de la boca de nuestros ancianos escuchábamos historias y consejos porque sabíamos que si le faltábamos el respeto a algún adulto nos darían un chancletazo o escobillazo, o un varazo.
Que lindo bañarse en el aguacero, o meter los pies en los charcos, eso era diversión y adrenalina pura.
Nos encantaba sentarnos en las esquinas a reírnos de nuestras travesuras.
Nos metíamos a la casa de nuestros vecinos y la mamá nos daba comida a todos, tiempos en que lo que hubiera se ajustaba para todos y nadie tomaba nada sin permiso y no se hacía tanto desorden porque siempre nos ponían a recoger 😋 Conocíamos a todos los vecinos de la cuadra y todos nos echaban ojo.
Como quisiera que pudiéramos volver a esos tiempos porque estamos perdiendo a nuestros niños en una sociedad sin respeto a la autoridad, la compasión, el compartir.
La humildad y sensibilidad por los demás.
Si estás de acuerdo cambia donde creciste. Si te sientes orgulloso de que vienes de una familia unida y cerca de la comunidad, repostea y nunca olvides de donde viniste! Porque quien olvida de donde viene, pierde humildad y su horizonte.