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miércoles, 4 de septiembre de 2019

Relato Fantástico : 2 en 1

Joel Martínez era un muchacho hispano-estadounidense de quince años, que estaba enamorado en secreto de una linda compañera de clase llamada Amanda Martins. Sin embargo, Amanda también guardaba un secreto: había nacido con grandes poderes de médium. Solo necesitaba tocar algún objeto que hubiera pertenecido a un difunto para invocar su espíritu, obtener información de él o incluso proyectarlo hacia un cuerpo vivo, para que lo poseyera durante un tiempo limitado. Generalmente evitaba manifestar en público sus poderes y su vida cotidiana era la de una chica normal.

Aunque Amanda ignoraba lo que Joel sentía por ella, le tenía mucho cariño y le agradaba su compañía. En una ocasión lo invitó a dar un paseo por la costa y, por supuesto, Joel aceptó encantado aquella oportunidad para estar a solas con su Dulcinea.
Durante su paseo recorrieron una angosta senda que bordeaba los acantilados y que, según la leyenda, había sido usada en otros tiempos por piratas y contrabandistas.
Tras una ardua caminata, llegaron a un promontorio solitario desde el cual se divisaba toda la bahía. Joel vio una manada de ballenas retozando en el mar y, en su afán de hacerles una foto con su móvil, se acercó peligrosamente al borde del acantilado. Entonces sonó un disparo y, aunque la bala no alcanzó a ninguno de los muchachos, Joel se asustó, perdió pie y cayó al mar. Afortunadamente no se estrelló contra las rocas, pero quedó a merced del oleaje, que al pie del acantilado era demasiado fuerte para un nadador mediocre como él. No teniendo otro medio para ayudar a su amigo, Amanda agarró su amuleto favorito, un viejo dólar de plata que había pasado por las manos de Edgar Allan Poe. Usando la moneda como canal, Amanda usó su poder para invocar al espíritu de Poe y proyectarlo hacia el cuerpo de Joel. Poe no solo fue un gran maestro del relato fantástico, sino también un gran deportista, antes de que la pobreza y el alcohol arruinaran su salud física y mental. Pero sobre todo fue (al igual que su colega Lord Byron) un excelente nadador, capaz de nadar ocho millas contracorriente en un río de Virginia. Cuando el alma del escritor invadió el cuerpo de Joel, tuvo lugar una peculiar conversación mental en el cerebro del muchacho:
-¡Oiga! ¿Quién es usted y qué está haciendo dentro de mi cabeza?
-Pues soy Edgar Allan Poe. ¿Es que nunca has oído hablar de mí?
-Sí, claro, estudio literatura... ¡Pero se supone que usted está muerto!
-Y tú también lo estarás en breves… salvo que te calles y me cedas el control de tu cuerpo, para que pueda enseñarte a nadar como Dios manda.
-Bueno, pues si usted lo dice…

Mientras tanto, Amanda había sido capturada por los hombres de Klaus Nessler, un peligroso criminal que conocía el secreto de la muchacha y pretendía usar sus poderes con fines malévolos. Nessler, al que acompañaba una hermosa niña de ojos fríos, le dijo a su indefensa prisionera:
-Volvemos a vernos, nena. Una vez conseguiste engañarme con tu astucia, pero eso no se repetirá. Te presento a mi nieta Madga, que es una telépata de primera. Usó sus poderes para localizarte y en lo sucesivo los usará para vigilar tu mente, de modo que descubrirá a tiempo cualquier artimaña que se te ocurra.
A continuación, los secuaces de Nessler ataron a Amanda y la llevaran al cúter de su jefe, que se hallaba oculto entre los arrecifes. Una vez allí, Nessler ordenó levar anclas y poner rumbo a su mansión, situada al otro lado de la bahía.
Pero pocos minutos después Nessler se percató de que el yate se había desviado del rumbo previsto y que, en vez de dirigirse a la Mansión Nessler, estaba retornando a su punto de partida. Les ordenó a sus guardaespaldas que subieran a cubierta para pedirle explicaciones al piloto, pero estos se encontraron con una sorpresa. Joel-Poe (o sea, el cuerpo de Joel con el alma de Poe) había conseguido subir al yate sin que nadie se diera cuenta, tras lo cual había tirado al piloto por la borda y ocupado su puesto junto al timón. Los hombres de Nessler sacaron sus armas al verlo, pero Joel-Poe (o, mejor dicho, Poe, pues la idea había sido exclusivamente suya) había calculado meticulosamente los tiempos y las distancias. Había acercado el yate al lugar donde retozaban las ballenas y, como en aquel preciso instante les tocaba respirar, los enormes cetáceos salieron a la superficie a escasos metros de la embarcación. Joel-Poe se había agarrado firmemente al timón, pero los hombres de Nessler se vieron sorprendidos por las turbulencias provocadas por las ballenas, perdieron el equilibrio y cayeron al mar. Joel-Poe aprovechó aquella oportunidad para descender rápidamente al camarote donde se hallaba Amanda, bien atada y amordazada. Su idea era desatarla y saltar con ella al mar, pues la costa estaba cerca y podían alcanzarla a nado, aprovechando que el barco de sus enemigos se había quedado sin piloto. Pero Nessler, comprendiendo que alguien pretendía arrebatarle su presa, entró en el camarote antes de que Joel-Poe pudiera desatar a su amiga. Apuntó con un revólver al intruso y, al ver que solo era un adolescente, sonrió con desdén y le dijo:
-Así que tú eres el amiguito de esta zorra. Pensaba que habías muerto en el mar, pero no importa: pronto te mataré yo mismo.
Joel-Poe no había conseguido liberar a Amanda, pero sí había tenido tiempo de quitarle la moneda de plata. Le mostró a Nessler aquella vieja moneda y le dijo:
-Si me mata, no sabrá dónde está el tesoro de los piratas que antaño se refugiaban en esta bahía. Yo lo encontré por casualidad mientras nadaba hacia este yate y tengo esta vieja moneda como prueba de que no miento.
Nessler ignoraba que aquella moneda pertenecía a Amanda y se quedó dubitativo, pues las palabras de Joel-Poe habían despertado su avaricia. Mientras tanto, tenía lugar una nueva “conversación mental” en el cerebro del muchacho:
-¡Oiga, señor Poe! Usted ya está muerto y todo esto le parecerá muy divertido, pero debo recordarlo que este cuerpo es mío. Y no quiero que ese tío lo convierta en un colador cuando descubra que no hay ningún tesoro.
-Puedes estar tranquilo. Alguien que se rodea de chicas con poderes paranormales sin duda es capaz de creerse cualquier cosa.
Nessler llamó a Magda y le dijo en voz baja:
-Ese imbécil dice que ha encontrado un tesoro, pero quizás sea un farol para ganar tiempo. Será mejor que le leas la mente y compruebes cuánta verdad hay en sus palabras.
Magda usó sus poderes para introducirse en la mente de Joel-Poe… haciendo precisamente lo que Poe había previsto. Cuando la muchacha se introdujo en la mente del intruso, se encontró con todas las pesadillas creadas por el genio macabro de Poe: gatos negros con un solo ojo en el cual ardían las llamas del Averno, vísceras ensangrentadas que seguían latiendo después de la muerte, muertos que buscaban venganza envueltos en el sudario de la tumba… Incapaz de resistir semejante aluvión de imágenes infernales, Magda palideció rápidamente y, tras emitir un terrible grito de horror, cayó al suelo desmayada. Cuando vio caer a su nieta, Nessler también gritó, pero de rabia:
-¿Qué le has hecho a mi Magda? ¡Dímelo o te mato ahora mismo!
Joel-Poe conservó la calma y respondió con toda tranquilidad:
-Si me mata, su querida niña nunca podrá recuperarse de mi hechizo y terminará encerrada en un manicomio. Pero, si permite que Amanda y yo nos marchemos, no tardará en recuperarse. Le doy mi palabra de caballero de Virginia.
-¿Caballero de Virginia? ¡Tú sí que deberías estar en un manicomio!
-Me han llamado loco tantas veces que no se lo tendré en cuenta. En fin, creo que ha entendido mi propuesta.
Aunque furioso, Nessler era demasiado supersticioso para tomarse a broma las palabras de Joel-Poe y, pensando que este efectivamente había hechizado a su querida nieta, optó por rendirse. No solo dejó que Joel-Poe y Amanda se fueran, sino que además les cedió el bote salvavidas del cúter, pues deseaba perderlos de vista lo antes posible. Cuando llegaron a la costa, Amanda se fundió en un abrazo con su salvador… quien aprovechó la ocasión para darle un apasionado beso en los labios.
(-¡Oiga, señor Poe! ¿Cómo se le ocurre hacerme besar a Amanda, así por las buenas?
-Es que, si no, tú nunca te habrías atrevido a declararte, pedazo de burro. Bueno, ahora te dejo con ella, pues ya me toca volver al Más Allá.)
Y así se quedaron Joel (ya solo Joel) y Amanda fundidos en un largo beso de amor, sobre las arenas de la playa y bajo la cariñosa mirada de un viejo fantasma que los observaba desde el Cielo.

Relato Fantástico : 2 en 1

Fuente : Facebook
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domingo, 25 de agosto de 2019

La esclava blanca

Eran los tiempos de la esclavitud y en la oscuridad de la noche se escuchaban la gritos de una negra que estaba siendo accedida a la fuerza por su amo. Él la había comprado esa tarde por unas monedas en el muelle donde había ocurrido el último desembarco de esclavos traídos de otros países.
En ese tiempo los amos podían violar a sus esclavas para obtener hijos de ellas, que usarían como sirvientes o para venderlos al mejor postor.
La víctima era una joven de 20 años, cuyos padres habían muerto, su madre por una enfermedad durante la travesía por el océano, y su padre a golpes por resistirse a ser sometido a la cruel esclavitud.
Estaba en el establo, tendida en el suelo sobre la paja, su amo, Rogelio, estaba sobre ella, la había desnudado a la fuerza y la había golpeado por oponer resistencia. Ahora la accedía con violencia destrozándole su virginidad mientras ella gritaba sin parar, sin recibir ayuda, escuchada solo por Hortensia, la esposa de su amo, que esperaba afuera indignada por lo que hacía su esposo, pero familiarizada con las prácticas brutales de la época y sin poder decir nada siquiera, porque esas mismas costumbres la obligaban a callar.
Los gritos cesaron y su esposo salió bañado en sudor y con la cara y los brazos arañados. Dorotea, la esclava, quedó tendida en el suelo luego de la violación brutal. Y lo peor fue que aquel acto aberrante se repitió durante muchas más noches hasta que su amo supo que Dorotea estaba esperando un hijo.
Con el tiempo el bebé nació, fue un varón a quien le pusieron por nombre Emilio. Fue de piel negra como la descendencia de su madre, así que fue rechazado y su destino acordado fue el de ser otro esclavo. Para ese entonces ya habían en aquella casa dos hombres y dos mujeres más en condición de esclavos.
Emilio creció padeciendo los desprecios, los maltratos y las humillaciones propias de la servidumbre. Pero al ir creciendo se fue despertando en él el deseo ferviente de alcanzar la libertad para él y los suyos. Pero pronto se dio cuenta de que su madre y sus compañeros de prisión no tenían siquiera fuerzas para luchar por esas alas que él soñaba para volar por los horizontes de la libertad. Así que una noche huyó, no sabía que vendría después, pero sabía que el primer paso era escapar de allí. Corrió en medio de la oscuridad por el monte. Cuando su amo al otro día se dio cuenta, salió con algunos de sus amigos y sus perros sabuesos a encontrarlo y darle su merecido.
Emilio no había podido avanzar mucho en medio de la oscuridad. Escuchó los perros casi al mediodía y así agotado echó a correr desorientado sin saber a donde iba. Su amo lo divisó y corrió más rápido con sus amigos armados y sus perros aterrorizantes. Un rato después, Emilio, cansado y asustado llegó a la orilla de un barranco. Los hombres que lo seguían le pidieron detenerse pero él ignoró el llamado, entonces un tiro de escopeta lo golpeó en la espalda y el cayó por el barranco hasta el río. Para cuando su amo se asomó ya la corriente lo había arrastrado.
La madre de Emilio recibió la noticia y lloró la muerte de su hijo. Los días pasaron y los rigores de la esclavitud continuaron para Dorotea y los otros esclavos.

Hortensia, quien no había podido tener hijos y padeció también de malos tratos y desprecios por parte de su esposo, vivió una experiencia extraña una mañana cuando Filomeno, uno de sus esclavos cortaba la leña.
Algo en él le llamó la atención al verlo desde la ventana con su torso descubierto y sudoroso, él la sorprendió mirándolo y ella, avergonzada, cerró la ventana con una expresión de ira para disimular la incomodidad del momento. A pesar de su edad ya madura, Hortensia estaba viviendo una torturante atracción hacia aquel vigoroso esclavo, que encarnaba en sus fantasías femeninas todas aquellas cosas de que carecía su insensible e infame esposo Rogelio.
Hortensia una vez encontró a su esclavo Filomeno teniendo relaciones con una de las esclavas, desde entonces un deseo prohibido e irracional la embargaba al recordar a los dos negros desnudos, y cómo él tocaba y hacía gemir a aquella mujer.
En una ocasión su esposo salió con sus esclavos a construir un nuevo establo, y solo Filomeno quedó en la casa cortando la leña. Hortensia lo observaba como otras veces desde la ventana, él lo sabía. El negro alto, fornido y de ojos amarillentos entró a la casa despacio y se acercó a Hortensia cuidadosamente.
Ella no dijo nada, él tampoco, ambos entendían el idioma del silencio y las miradas, él la sabía interesada y ella se sabía descubierta.
La tomó de la mano y la llevó al establo, el mismo lugar donde Rogelio violaba a las esclavas, donde había forzado y embarazado a Dorotea de Emilio, el joven arrastrado por el río.
El calor era insoportable a esa hora de la tarde, ella era una dama criada con los más estrictos principios morales y las mejores costumbres, pero no le importó estar a solas con un hombre diferente a su esposo, ni le importó que este estuviera sudoroso y con su vestimenta sucia. Solo le importó sus deseos reprimidos, sus ansias de hacer realidad sus fantasías, y sus ganas de estar en los brazos de aquel negro que la levantó como a una muñeca para luego recostarla contra las tablas de aquel lugar y besarla con arrebato mientras le metia las manos por debajo del vestido.
Luego el negro la tiró en el suelo y la despojó del vestido que ella llevaba puesto, por primera vez sus ojos vieron el cuerpo de una mujer blanca al descubierto, sus pezones rosados y sus vellos lacios contrastaban con los pezones oscuros a veces morados de las negras, cuyos vellos eran como pequeños y finos alambres enrollados.
El también se desnudó y se le echó encima, Hortensia sintió entonces todo el ímpetu de aquel hombre cuya piel brillaba por los rayos de luz que se filtraban por entre las tablas.
Fue cuando sintió aquella enorme tranca entrar en ella y no pudo evitar gritar e insultar con todas sus fuerzas a su amante que, en vez de mostrar más delicadeza, la acometió con más fuerza hasta hacerla casi desfallecer de dolor, pero sobretodo de placer.
Hortensia quedó casi fuera de sí al descubrir un cuerpo diferente al de su marido, que en vez de frío y sosegado era ardiente y en apariencia insaciable.
Ella fue corriendo a lavarse para aliviar su sensación de culpa, mientras el hombre siguió con sus labores como si nada hubiera pasado.
Y así continuaron con su peligrosa aventura cada vez que tuvieron oportunidad, hasta el día en que Rogelio sorprendió a Filomeno cuando recostaba a Hortensia contra un árbol en medio del bosque y la manoseaba descaradamente.
Ese día, a pesar de las súplicas de ella, obligó a sus otros esclavos a amarrar a Filomeno de pies y manos, y tirándolo en el suelo a la vista de todos y de Hortensia, le asestó un tiro de escopeta en la espalda matándolo en el acto.
Desde ese instante él trató a su mujer como a una cualquiera, y ella lo aborreció con todas sus fuerzas.
Pasaron unas semanas, las luchas por la libertad de los esclavos y la independencia de los pueblos cobraban más fuerza en la región. Habían brotes que preocupaban a los hacendados y hacían temer por la sublevación de los negros.
Rogelio, al igual que los otros amos de aquel tiempo, seguía siendo despiadado y cruel con sus esclavos.

Una noche trágica Rogelio escuchó venir del monte un tropel inexplicable. En la hacienda, iluminada por lámparas de petróleo, pronto se vieron las sombras de hombres armados con cuchillos y palos que atacaban el lugar.
Era un grupo de indios ya civilizados que, liderados por un valiente hombre, venían a rescatar a los esclavos. Rogelio y algunos hombres de la región, que lo acompañaban en ese momento, intentaron defenderse pero fueron sometidos por el pequeño grupo que no se detendría hasta llevarse con ellos a los esclavos para refugiarse en un pequeño y lejano pueblo donde los negros eran libres y vivían apartados de la civilización.
Los acompañantes de Rogelio fueron amarrados por los indios, pero Rogelio seguía luchando para no darles el gusto de que lo vieran derrotado.
Fue entonces cuando el líder de los atacantes se quitó una pequeña máscara que llevaba y mostró su identidad: Era Emilio, a quien todos creían muerto, quien había sobrevivido al disparo de Rogelio y había regresado acompañado por hombres que también estaban soportando maltratos y se identificaban con la causa de los negros. Dorotea casi se desmaya de la impresión, y Rogelio corrió a refugiarse a su habitación mientras Emilio lo seguía para someterlo.
Emilio se lanzó sobre Rogelio, quien era su padre, pero este le propinó un golpe dejándolo tendido en el suelo de la habitación. Entonces Rogelio quiso acabar una vez más con él, como en aquel intento fallido cuando le disparó por la espalda. Tomó el cuchillo que llevaba en su cintura y se dispuso a enterrárselo a Emilio en el corazón, cuando de la nada un disparo le atravesó la espalda. Era Hortensia, quien había entrado a la habitación con la escopeta en su mano, la que había disparado contra su propio esposo. Su inconformidad con los abusos cometidos por Rogelio contra los negros y contra ella misma, y la ira por causa de la muerte de Filomeno la habían llevado a ponerse de parte de los esclavos.
Rogelio quedó muerto y Emilio se levantó y agradeció a Hortensia por acudir en su ayuda. Los indios dijeron que estaban listos para marcharse, Emilio abrazó a su madre y le dijo que la llevarían a ella y a los otros esclavos a un lugar donde se librarían de la crueldad de la esclavitud. Todos agradecieron a Hortensia y se despidieron de ella. Cuando se iban a adentrar en el monte Hortensia los llamó.

-Esperen, quiero ir con ustedes - les dijo.

-Usted es una de ellos, es una mujer blanca, allá viviremos en libertad y no soportaremos que alguien nos la quiera nuevamente quitar - dijo Emilio, quien estaba sorprendido al igual que el resto del grupo.

-Seré una más de ustedes, no iré a ser ama de ninguno, solo iré a convivir con su comunidad-replicó Hortensia.

-¿Por qué quiere ir con nosotros? Usted no es una esclava -dijo Dorotea.

-Claro que lo soy -respondió ella-, solo que es otro tipo de esclavitud. Toda una vida fui sometida también a los malos tratos y a las humillaciones de mi marido muerto, además no quiero pasar el resto de mi vida en la cárcel por lo que acabo de hacer.

-Esta bien, irá con nosotros -dijo Emilio con la aprobación de los indios y los esclavos.

Hortensia, Dorotea, Emilio y todos los demás se internaron en el oscuro monte. Caminaron a la luz de la luna, luego bajo el sol y la lluvia, hasta que días y días después llegaron al pueblo alejado, donde los esperaba el anhelado tesoro de la libertad.
En medio de tantos negros e indios Hortensia llamaba la atención por su tez blanca. Todos conocieron lo que hizo para evitar la muerte de Emilio. Fue tratada con respeto por todos los residentes de aquel lugar. No había espacio para deseos de venganza, Hortensia se había convertido en uno de ellos.
Pocos días después del arribo de Hortensia a aquel lugar, se descubrió que estaba esperando un hijo. Fue una sorpresa para quienes habían sido sus esclavos y conocían que no había podido tener hijos en muchos años. La sorpresa fue mayor cuando el bebé nació y se dieron cuenta de que era un niño negro. Hortensia por ese detalle, y por las cuentas de su embarazo, supo que aquel bebé era hijo de Filomeno, el esclavo muerto por la traición cometida por ambos. Dorotea también lo supo, porque ella y los demás estaban al tanto de lo ocurrido. Esto hizo que aquel pueblo estimara más a Hortensia, la blanca que le había parido un hijo a un negro.

En el pueblo de los blancos se supo la historia de Hortensia, la mujer que desapareció con los indios y esclavos y de la cual jamás se volvió a saber. Ella dejó su propio pueblo para liberarse de una sociedad despiadada y cruel y refugiarse entre seres humanos vulnerables que la trataron con más humanidad que su propia raza.

La esclava blanca
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domingo, 18 de agosto de 2019

Historia basada en hechos reales : El último deseo

Una historia basada en hechos reales de un ex convicto sentenciado a la pena de muerte en Estados Unidos que antes de ser llevado a tomar la inyección letal, le escribió una carta desgarradora a su madre, la cual se volvió viral y deja mucho para aprender a la hora de ser padres. Si les gustó, no olviden compartir esta Historia basada en hechos reales titulada El último deseo.

Historia basada en hechos reales : El último deseo

Historia basada en hechos reales : El último deseo

A pocas horas en su celda, un prisionero esperando ser ejecutado, pidió como último deseo papel y lápiz. Luego de escribir por varios minutos, le dijo a su custodio por favor, entregue esta carta a mi madre!! La carta decía así: Madre, creo que si hubiera más justicia en este mundo, tanto tú como yo deberíamos de ser ejecutados.

¡Tú eres tan culpable como yo de mi miserable vida! ¿Te acuerdas madre, cuando llevé a la casa aquella bicicleta que le quité a otro niño igual que yo? Me ayudaste a esconderla para que mi padre no se enterara.

¿Te acuerdas madre, cuando me robé el dinero de la cartera de la vecina? Fuiste conmigo al centro comercial y lo gastamos juntos.

¿Te acuerdas madre, cuando botaste a mi padre de la casa? Él sólo quiso corregirme por haberme robado el examen final de mi grado y a consecuencia me expulsaron.

Madre, yo era sólo un niño, luego fui adolescente y ahora un hombre mal formado! Era sólo un niño inocente que necesitaba corrección, y no consentimiento.

Te perdono, y sólo te pido que le hagas llegar esta reflexión a todos los padres del mundo, que sepan que ellos son los únicos responsables de formar, a un hombre decente, o a un vulgar delincuente.

Gracias madre por darme la vida y gracias también por ayudarme a perderla.

Firma ¡Tu hijo, El Delincuente!
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Relato Erótico XXX : Mi esposo me expuso y me gustó

Fomentando la lectura. Relato Erótico XXX : Mi esposo me expuso y me gustó. Me fascino cuando lo leí espero y sea de su agrado. No recuerdo de de que grupo o de donde lo tome, solo disfrútenlo. Excelente noche.

RELATO ERÓTICO:  MI ESPOSO ME EXPUSO Y ME GUSTÓ.

Relato Erótico XXX : Mi esposo me expuso y me gustó

Jamás imaginé todo lo que iba a disfrutar ese día, mi esposo nunca supo a lo que me expuso y me gustó.

Todo sucedió un viernes por la noche, yo ya me encontraba dormida en mi habitación, cuando mi esposo entró, me despertó y me pidió que por favor me levantara un poco y les ofreciera a él y sus amigos unas botanas. Por lo regular era frecuente que los fines de semana se reunieran mi esposo y sus amigos en la casa para jugar cartas y tomarse unos tragos, ya me había acostumbrado.

En esa ocasión yo confieso que un poco molesta me levanté, el salió de la habitación y yo quise darle un escarmiento, se me ocurrió salir así como estaba, con mi bata de dormir transparente pensando que en esta forma a él se le quitaría la costumbre de levantarme para atenderlos a él y sus amigos. (Debo contarles que soy una mujer con una educación muy estricta y en materia sexual muy restringida, pero no por esto dejo de tener mis fantasías como cualquier otra mujer y me considero ser una persona bastante temperamental )

Una de mis más anheladas fantasías es ver a un hombre masturbándose, nunca tuve la idea ni la fantasía de hacerlo con más de uno a la vez. ( Cuando recuerdo este momento me causa excitación por lo tanto me voy a permitir utilizar palabras fuertes que acostumbran usar los hombres pues esto me excita aún mas)

Continuo con mi relato: para mi sorpresa cuando salí de la recamara con mi bata transparente, no estaban jugando cartas estaban viendo una película pornográfica, vi la cara de sorpresa de los 3 amigos de mi esposo cuando me vieron salir, sentí sobre mí sus miradas morbosas, me imagino que ya se encontraban demasiado calientes y al verme así, pues la verdad no sé qué pensaron, yo me fui inmediatamente a la cocina, confieso que arrepentida de mi osadía y algo temerosa.

Escuche un pequeño ruido en el patio y me asome por la ventana de la cocina que da al lavadero y cual fue mi sorpresa que descubrí a otro amigo de mi esposo, él se encontraba parado cerca del lavadero con los pantalones y los calzones hasta las rodillas con la verga parada, los ojos cerrados, haciéndose una buena sobada, yo lo vi sorprendida por fin se cumplía mi más anhelada fantasía, sentí un calorcito rico por todo mi cuerpo acompañado de un sabroso escalofrío, lo estuve observando por un rato hasta ver como se contorsionaba y empezó a escurrir chorros de semen, yo al momento sentí como me empezaba a humedecer, inconscientemente me metí la mano debajo de mi calzón y sentí toda mi rajita muy húmeda.

Escuché que mi esposo les decía a sus amigos que enseguida regresaba, que iba por mas bebida pues la que había ya se había terminado y salió de la casa dejándome sola con los 4. Yo estaba en la cocina terminando de prepararles las botanas, la verdad yo estaba ya bastante excitada pero muy nerviosa y con miedo. Salí de la cocina con la charola de la botana para dejárselas en la mesa, yo quería hacerlo lo mas rápido y refugiarme en mi recamara, vi que ya estaban los 4 en la mesa viendo la película, yo pase entre ellos para dejarles la charola sobre la mesa, sería mentir si no les digo que alcancé a notar el bulto que se les veía a todos y cada uno sobre el pantalón y con la excitación que yo tenía pues me puse mas nerviosa, al dejar la charola sobre la mesa, la persona que quedó detrás de mi me agarro las nalgas por encima de mi bata, que para esos momentos recordé que era la de dormir, transparente, sentí como me apretó y con un dedo me tocó el culo (por lo regular no falta algún atrevido que en el transporte público se pasa y le agarran a una las nalgas esto a mi me molesta bastante)

Pero en esta ocasión supongo que por lo caliente que ya estaba yo, la sensación fue diferente, yo al sentir esto me quede como paralizada por un instante, le quite la mano de atrás de mí, deje la charola y me fui inmediatamente a la cocina, me incline sobre el lavabo para reponerme de la sorpresa, cerré los ojos respire hondo, en eso estaba cuando siento que alguien me abraza tomándome de la cintura y apretándome con fuerza hacia atrás, yo sentí entre mis nalgas pero por encima de la ropa algo duro, grande y grueso. Nuevamente la sorpresa me paralizó no sé cuantos segundos pasaron, ya cuando me di cuenta, sentí una verga por en medio de mis nalgas sobándome el culo con el cuerpo de la verga y con la punta pasando por mi raja bien húmeda, ya tenia la bata levantada hasta la cintura y los calzones hasta las rodillas, la verdad no supe a que hora me subió la bata y me bajó los calzones.

Ya no era dueña de mi, ya estaba demasiado caliente como para reflexionar, ya no me importaba nada, él me levantó de la posición inclinada y de espaldas que tenia yo y me puso de frente a él, en eso vi que los 4 estaban ahí en la cocina todos con la verga de fuera, yo jamás había visto en vivo tantas vergas paradas juntas (de diferentes tamaños, colores, delgadas, gruesas, flacas, gordas, chuecas), cuando él me puso de frente, me pasó la verga por mi raja ya super mojada y empezó a frotarla sin metérmela, yo sentía esa verga muy caliente casi al grado de quemar, otro de ellos se acercó y me apretó un pecho, otro me empezó a sobar las nalgas mientras el que estaba enfrente de mí con la verga sobre mi raja me besaba el cuello, en ese momento tuve ya mi primer orgasmo, me quitaron la bata y los calzones quedando yo totalmente desnuda.

Esto me excitó nuevamente y demasiado que al verme desnuda frente a tanto hombre tuve mi segundo orgasmo, el que estaba frente a mí me tomo de la cabeza y me agacho la cara hacia su verga y me la puso en la boca para que se la chupara, abrí la boca y me la metió toda de un jalón, yo sentí como que me ahogaba, la sacó y la volvió a meter con fuerza y así lo siguió haciendo repetidas veces, mientras otro me tomó una mano y la puso sobre su verga, yo empecé a sobarsela, otro me puso su verga cerca de la cara para que también se la mamara yo soltaba con la boca una y tomaba la otra y así sucesivamente, estaba mamando 2 vergas al mismo tiempo, mientras con la mano sobaba otra, ésto nunca me lo imaginé.

El que estaba detrás de mí sobandome las nalgas se acomodo me tomo de las caderas mientras yo estaba mame y mame me dio un jalón hacia atrás y sentí como resbalaba por mi raja bien mojada la cabeza de su verga y de un jalón se encajó en mí, sentí como se me metió toda completa hasta el fondo, guau aquí tuve mi tercer orgasmo, una verga dentro de mí, con la mano sobando otra y mamando otras dos al mismo tiempo.

Mientras el que me estaba cogiendo entraba y salía de mi los otros 3 se separaron, supongo que querían ver como me estaba cogiendo su compañero yo quede en cuatro patas los que estaban viendo se estaban masturbando, yo estaba nuevamente viviendo mi fantasía, pero esta vez con más fuerza, pues veía a 3 hombres masturbándose mientras otro me estaba cogiendo, que enorme placer sentía, como nunca me hubiera imaginado sentir, para esto sentí como empezó a echar chorros el que me estaba cogiendo, pues sentí todas mis nalgas y piernas chorreadas, se salió de mi y se retiro exhausto otro se acomodó detrás de mi y me la metió así, en cuatro como yo estaba, empezó a meterla y sacarla hasta que después de unos cuantos minutos, empezó a echar chorros también encima de mi.

El tercero se recostó y me pidió que me subiera en él, yo abrí las piernas me acomode sobre el y me la metió toda, empezó a entrar y salir de mi rajita que ya hasta palpitaba de tanto placer, el cuarto de ellos se acomodo detrás de mi y sin darme tiempo a negarme, me la metió por el culo (yo no la había hecho por ahí, a mi esposo cada que me lo pedía se lo negaba, era virgen de ahí) cuando entró su verga, solo grite porque sentí que me partió en dos pero el dolor se transformó en placer ahora estaba con dos vergas dentro de mi, una por delante y otra por mi culo, después de unos minutos sentí mi cuarto orgasmo y al mismo tiempo ellos se vinieron, los dos al mismo tiempo soltando chorros cada uno de semen dentro de mi.

Tomé mis ropas y me fui directo a mi recamara, después de un rato escuché que llegaba mi esposo y estuvieron conviviendo entre ellos, no sé si mi esposo tiene la idea de lo que me hizo vivir con sus amigos, no sé si algún día lo sepa pero no me puede culpar a mi de lo que pasó, pues él a eso me expuso, y lo peor es que me gustó la experiencia.
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Cuentos eróticos: Soy enfermera, no puta

Cuento erótico sacado de Internet que se divide en varios capítulos. Se llama "Soy enfermera, no puta" y su autor es desconocido. Ya que buscan mucho cuentos eróticos en este blog de literatura XXX, comparto este que es muy bueno y que en parte está en el post Relato erótico sexo con la enfermera.

Cuentos eróticos: Soy enfermera, no puta

Cuentos eróticos: Soy enfermera, no puta

Hola, soy Lola, tengo 27 años, aunque no me considero bonita, mi cuerpo lo cuido mucho, mis senos no son enormes pero creo que son proporcionados a mi cuerpo y por herencia materna tengo buenas caderas que mi esposo disfruta a diario; estoy felizmente casada pero lamentablemente no puedo tener hijos, soy estéril, aunque vengo de una familia sencilla logré graduarme de enfermera, yo era fiel, hasta que me sucedió el caso que les voy a relatar. Me encontraba desesperada en el hospital donde trabajo, queda al otro lado de la ciudad donde vivo, los turnos son espantosos y hay un doctor muy viejo que me acosa, la jefa de enfermeras, fue mi salvación.

Jefa: Mira, Lola, el marido de una conocida tuvo un accidente y quedó parapléjico, la esposa me requirió una enfermera y como sé que no estás contenta aquí, puedes renunciar e irte a trabajar con ella, además la paga es muy buena.

Se lo agradecí y ese mismo día renuncié, por la noche se lo conté a mi esposo, se puso feliz, un poco más de dinero no le cae mal a nadie, al día siguiente, planché mi uniforme, tomé mi pequeña maleta y me dirigí a mi nuevo trabajo, la fachada de la casa era hermosa, se veía que era gente de dinero, me salió a abrir Doña Laura, una señora de unos 40 años, guapísima, me llevó a la enorme habitación donde yacía su esposo, estaba sedado, me contó que hacía un mes que había salido del hospital pero que ninguna enfermera aguantaba su mal carácter. Sufría una especie de paraplejía compleja, podía mover con dificultad las extremidades superiores, pero no las inferiores, usaba silla eléctrica de ruedas, me contó que la lesión también le afecto las cuerdas bucales porque aunque hablaba ella no le entendía nada. Trató de explicarme mis obligaciones, pero yo le dije que en el hospital donde trabajaba había tratado a pacientes similares, se quedó más tranquila y me contó que era abogada, que casi no se mantenía en la casa y que me dejaba a cargo… Ah, también me dijo, se llama Rolando pero le gusta que lo llamen Rolo. Inspeccioné la casa y me senté a esperar que despertara, cuando me estaba quedando dormida, oí unos balbuceos, me paré y me presenté, le dije que era la nueva enfermera, me vio de pies a cabeza. Si no fuera porque tenía la mitad de la cara torcida, se podría decir que era un hombre muy guapo. Entre balbuceos, que de manera extraña sí entendí, procedí a hacerle sus ejercicios de rehabilitación para que sus músculos no se atrofiaran, y me pidió que lo bañara.

Me dediqué a lavarle ese pedazo de carne, así que con una mano se lo frotaba y con la otra lavaba sus testículos, Don Rolo me pidió que se la pelara, a mí me pareció muy obscena su petición, pero como toda la profesional que soy, lo hice, al ver su cabeza fuera del capuchón, pude comprobar que llevaba días sin que nadie le aseara esa zona, tomé un poco de agua tibia y le limpie la cabeza del pene, sentía como cabeceaba entre mis manos, me sentía incómoda pero he de confesar que me hubiera gustado quedarme más tiempo aseándolo. Le sequé todo el cuerpo y vuelta de nuevo a su silla de ruedas, ahora sentí una mano rozar mi seno, no dije nada pero empecé a sospechar, lo llevé a su cama, le pregunté donde estaban las pijamas limpias y me dijo que prefería quedarse desnudo, no me pareció correcto pero tampoco quería perder mi trabajo el primer día, lo recosté con la mitad del cuerpo sobre la cabecera de su cama y le pregunté si necesitaba algo más, me pidió que le diera sus medicamentos y al inclinarme para darle agua note que mi blusa se abrió y me miró los pechos con descaro, yo me hice la desentendida y seguí como si nada, luego le dije que me iba a ir a cambiar porque con el ajetreo del baño se había mojado mi uniforme, entré al baño y me desnudé quedándome solo en ropa interior con mis zapatitos y calcetas blancas, pude notar por el espejo que tenía mi tanga empapada, no podía ser, era un paciente más, me bajé la tanga y oriné, luego limpié bien mi vagina y me puse el uniforme seco, lo que no se me ocurrió fue llevar otra tanga de repuesto, así que tenía que permanecer el resto del día con mis partes íntimas sin nada que las cubriera. Al salir me pidió que lo llevara al jardín a tomar un poco de sol, cada vez que lo transportaba a su silla sentía sus manos en alguna parte de mi cuerpo que hasta ahora solo mi esposo había disfrutado, le quise poner la pijama pero no quiso, me pidió su bata de baño, solo permitió que se la pusiera sobre sus hombros y el resto lo enrollara en su cuerpo, salimos a un jardín precioso lleno de flores, al extremo había un jacuzzi cubierto por una pérgola hermosa, y en el centro una piscina de forma caprichosa, lo llevé a un área donde podía disfrutar de un buen baño de sol, en eso sonó el teléfono de la casa. Siguiendo el sonido llegué a contestar, era Doña Laura para saber si no había renunciado, le dije que todo lo contrario, que con Don Rolo nos habíamos llevado bien y que ahora estaba tomando su baño de sol, me advirtió que tuviera mucho cuidado con el almuerzo porque babeaba mucho, le dije que no se preocupara, que tenía mucha experiencia y nos despedimos. Al llegar al jardín, estaba ubicada atrás de su silla y pude notar ciertos movimientos de sus manos como si se estuviera masturbando, curiosa busque una ventana por donde yo podía mirarlo pero él a mí no. Con sus dedos artríticos se agarraba la verga y trataba con mucha dificultad de masturbarse, casi tenía que mover todo el torso para logarlo, a pesar de lo patético del cuadro, yo estaba fascinada viendo como esa verga crecía entre sus manos, podía notar su cabeza roja y húmeda, yo apretaba las piernas, ¿qué me estaba pasando?, pero esa verga era como un imán para mis ojos, traté de acariciar mi vagina desnuda pero no me dio tiempo. Don Rolo se acalambró y pude ver extasiada como le salían muchos chorros de semen, era evidente que tenía tiempo sin tener un orgasmo, lo terrible fue que entre tanto espasmo se cayó de la silla, yo presurosa lo fui a levantar, por supuesto estaba desnudo y bañado en su propia leche, con mucha dificultad fui sentando a aquel hombrón en su silla, traje un poco de agua tibia y le limpié toda su zona genital, verme hincada entre sus piernas le ha de haber encantado porque me dedicó una sonrisa babosa que a mí me pareció de una ternura infinita...

Llegó la hora del almuerzo, quiso hacerlo en el comedor, traté de ponerle su bata pero me gruñó, yo para evitar problemas lo dejé desnudo, así que llevé la bandeja y le empecé a dar su sopa, tenía razón la señora, bebía muy poco y el resto se le escurría por todo su pecho velludo hasta caer en esa área púbica que me traía absorta, fui a buscar con que limpiarlo y con mucho cuidado le aseaba el pecho, luego los genitales, de tanta limpiadera volvió a tener otra erección, yo debí limpiar de nuevo ese pene que cabeceaba al contacto con mis manos, lo aseaba evitando su mirada, no quería que se diera cuenta que yo también lo estaba disfrutando. No sé en qué momento quiso tomar algo de la bandeja y ésta cayó al suelo haciendo un ruido espantoso, con mucha paciencia fui a buscar con que limpiar aquel tiradero, me tuve que poner en cuatro para alcanzar un tenedor que había caído bajo la mesa, cuando me di vuelta me estaba viendo las nalgas y por el pijaso trasero de mi uniforme seguramente había visto mi sexo desnudo, ¡qué vergüenza!, estaba muy nerviosa pero también muy excitada, tenía a escasos centímetros de mi boca, su verga ¡Que tentación, Dios mío! Salí presurosa evitando que notara mi nerviosismo y volví a limpiarlo todo, lo dejé en orden, por la tarde me pidió que lo llevara al jacuzzi, pero fue imposible porque su cuerpo se resbalaba sin voluntad, le expliqué que alguien debía meterse con él para que no se ahogara, me pidió que lo hiciera, le dije que no traía traje de baño y que le iba pedir autorización a la señora y si ella lo permitía mañana mismo nos meteríamos al jacuzzi. Más tarde cayó un aguacero terrible, lo llevé a su cama, le di su medicina y se durmió, lo abrigué bien y pude notar su enorme erección bajo las sábanas ¿Qué tenía este hombre que me enloquecía? Para comprobar que dormía le pasé la mano por sobre las sábanas para tocar su v3rga, la sostuve por varios minutos y Don Rolo no despertó, tenía la boca abierta y roncaba babeando, lo limpié y lo acomodé de lado para evitar que su cuerpo se llagara, pero también para evitar la tentación de tener a la mano la mejor verga que haya visto en mi vida, realmente he visto pocas, pero como ésta: ninguna.

 Así pasaron los meses, don Rolo y doña Laura seguían sin hablarse, la prueba psiquiátrica salió a favor de don Rolo, el juicio por fin llegaba a su final, todo parecía que el divorcio era inminente y doña Laura tendría que dejar su vida de reina para tener que ganarse la existencia, lo terrible es que yo pasaba de la cama de ella a la de él sin ningún problema… para ellos… porque yo hasta había pensado en el suicidio… mi esposo cada vez estaba más amoroso conmigo y el sentimiento de culpa que tenía no me dejaba vivir en paz. Pero todo cambió una mañana desafortunada o afortunada, no sé… ustedes juzguen… un domingo amanecí resfriada y mi esposo me dijo que iría a visitar a mi suegra, pero el destino me tenía preparada una jugarreta infernal… resulta que suena mi teléfono y era Doña Laura para decirme que su esposo se había abierto la cabeza contra la mesita de noche, que no había enfermera que lo aguantara y que por favor llegara de urgencia, me preparé y salí presurosa. Debía pasar a una farmacia a comprar todo lo necesario para curarlo, pasé a la misma donde meses atrás compré mi primer sobrecito de lubricante, queda ubicada en frente del parque donde me sentaba a reflexionar sobre mi vida disoluta, al salir sentí que se me aguadaron las piernas, ahí estaba mi esposo con un bebé entre los brazos y con otra mujer quien le daba un helado a su hija. Mi esposo besó en la boca a la mujer y la estocada final fue cuando escuché a la nena decirle: ¡papá! Maldije a los cuatro vientos, el hecho de ser estéril había llevado a mi esposo a los brazos de esa mujer o tal vez era el castigo que la vida me tenía preparado por ser presa fácil de mis instintos putrefactos, no sé, me sentía una puta perdida, no sabía qué hacer, traté de acercarme y hacerle una escena tormentosa de celos, pero no me atreví porque no tenía moral para hacerlo. Llegué a la casa de mis patrones muerta en llanto, por supuesto doña Laura me preguntó que me pasaba, le dije que primero iba a curar a don Rolo y luego le contaba, el cuadro era espeluznante, don Rolo yacía desmayado a la par de su cama, desnudo y bañado en un charco de sangre y semen por toda su pelvis, lo curé, limpié todo el tiradero, le di un baño de esponja y lo acosté en su cama. Luego le conté a doña Laura todo lo acontecido, ella me abrazó y me besó los labios, necesitaba de su cariño, me sentí protegida entre sus brazos, me sentía como la hija incestuosa siendo consolada por la madre:

DOÑA LAURA: No hay esposo que dure cien años ni Lola que los aguante.

Me reí de su ocurrencia mientras me tomaba mis lágrimas, me llevó a su habitación y me quería desnudar, yo le dije que ese era el peor momento para pensar en sexo, ella me dijo que un baño caliente me caería bien, me bañó como si fuera su bebé, pero al mismo tiempo sentía sus manos resbalar por todo mi cuerpo de una manera deliciosa, máxime cuando metía sus dos manos entre mis piernas, una en medio de mis nalgas y la otra en mi cosita ¿Cómo era posible estar excitada después de descubrir que mi esposo tenía otra familia? Me llevó a su cama y me acarició hasta quedarme dormida, no sé cuánto tiempo pasé descansando, los gritos de doña Laura me despertaron, bajé a ver de qué se trataba y ella lo sostenía al borde de la cama.

DOÑA LAURA: Dile al señor que no se masturbe porque se va a volver a lastimar.
DON ROLO: Dile a la señora que yo me masturbo cuantas veces me dé la gana y que no necesito que ella me sostenga, dile que prefiero volver a abrirme la cabeza que sentir sus sucias manos en mi cuerpo.
Esa era una conversación absurda, lo acomodé en su cama y doña Laura salió de la habitación:
YO: ¿Qué le pasa don Rolo? Se acaba de masturbar y ya quiere otra vez.
DON ROLO: ¿Qué quieres que haga? Es por el accidente, antes me masturbaba una vez al día y quedaba satisfecho, pero ahora no se me baja con nada.
Como me vio distraída me preguntó que qué me pasaba y se lo conté todo con lujo de detalles, me abrazó y me besó la boca, esto era como un deja vu… me preguntó qué pensaba hacer y le dije que no tenía cabeza para tomar decisiones, se quedó callado un rato y luego me dijo que tenía la solución: 
DON ROLO: Te vienes a mi casa y haces los dos turnos.
YO: Pero eso sería como pasarme a vivir aquí.
DON ROLO: Exactamente ¿O piensas perdonarle a tu marido semejante afrenta?
YO: Ni loca, ¿Pero pasarme a vivir aquí…? ¿Está seguro?
DON ROLO: Completamente, tú serías mi enfermera de planta.
YO: ¿Y dónde dormiría?
DON ROLO: Conmigo, como marido y mujer.
YO: ¡No! ¿Qué pensaría la señora? 
ON ROLO: Me importa un demonio lo que piense esa puta.
YO: ¿Ya se van a divorciar, verdad?
DON ROLO: Mañana tenemos cita con el juez, si todo sale como yo espero no tendrá más que firmarme el divorcio, llama a mí abogado…
Lo hice y le pidió que me llevara a comprar todo lo necesario para vivir con él, yo no quería pero hizo un berrinche de niño caprichoso que paré aceptando… fuimos y compré ropa, lencería de marca, zapatos, en fin, me llenó de regalos, el abogado me dijo que tenía órdenes de comprarme lo que quisiera, así que hasta unas botas divinas me compré. Llegué feliz y le enseñé todas mis compras, se las modelé una por una, lo que más disfrutó fue la lencería pequeña, luego acomodé todo en el closet… pero tenía muchas dudas ¿Qué iba a hacer con mi esposo? No podía simplemente dejar de llegar a mi casa sin decirle nada… ¿Qué pensaría doña Laura? ¿Creería que me aproveché de la situación de don Rolo y luego buscaría venganza? Le di su almuerzo, lo mediqué y se durmió, ya sabía que doña Laura me llamaría… salimos al jardín:
DOÑA LAURA: ¿Qué piensas hacer con tu marido?
YO: No sé… don Rolo quiere que yo haga los dos turnos.
DOÑA LAURA: Fabuloso, vivirías aquí.
YO: ¿No le molesta?
DOÑA LAURA: Al contrario, sabría que hay alguien que lo cuida tanto como yo lo hacía antes… dame el número de tu marido.
YO: ¿Para qué lo quiere?
DOÑA LAURA: Le voy a cantar todas sus verdades, le voy a decir que no te verá nunca más y si se opone yo te manejo la demanda de divorcio y lo dejamos en la calle.
Ella subió a su habitación y al rato regresó diciéndome que todo estaba resuelto, que mi marido estaba dispuesto a firmarme el divorcio y me iba a dar una manutención obligada por la ley, me tiré a sus brazos y le agradecí llena de llanto, ella me limpió las lágrimas y me dijo que ahora era mi turno de ayudarla, yo le dije que no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo, me dijo que no quería divorciarse de don Rolo, pero que seguramente el juez fallaría en su favor, que no lo hacía solo por el dinero, que lo amaba… y se puso a llorar, ahora era yo la que la consolaba. Don Rolo despertó y lo llevé al yacusi, nos metimos desnudos, me coloqué en la posición acostumbrada y me besó la espalda, yo pasé mi mano para atrás y le pajeé esa verga que me atormentaba:
DON ROLO: ¿Te acuerdas lo que te dije cuando Laura nos sorprendió por la ventana?
YO: No ¿Qué?
DON ROLO: Que me gustaría que hiciéramos un trío con otra mujer…
YO: No, don Rolo ¿No le basto yo?
DON ROLO: No es eso, mi reina, es por puro morbo, me encantaría verte con otra mujer, que me mamen la verga entre las dos, que mientras una me cabalgue poder chupar el chochito de la otra… 
YO: Usted está loco, don Rolo, a mí no me gustan las mujeres y si todos sus regalos son un chantaje prefiero irme a vivir con mi hermana.
DON ROLO: No te pongas así que solo es una fantasía.
YO: Entonces no me diga esas cosas y cójame, que estoy muerta de la calentura. Levanté mis caderas y me ensartó la verga, que delicia era coger en el yacuzzi, con esos masaje que nos daban los chorritos de agua caliente a los laterales, yo estaba que flipaba de gusto ¿Cómo me había cambiado la vida de un instante a otro? En ese momento nos dimos cuenta que doña Laura no estaba viendo, él se puso como loco y me estrujó las tetas, yo no sabía si irme o quedarme, total ya nos había visto la otra vez, me daba mucho morbo que la esposa viera como el esposo me cogía, ahí mismo tuve un orgasmo intenso. Don Rolo quería que lo siguiera cabalgando pero estaba agotada, me dolían las piernas y le pedí que descansáramos un poco, nos salimos y al secarlo pude ver a doña Laura espiándonos, no sé por qué pero le mamé la verga para que ella nos viera, nuestras miradas se encontraron y ella me mandó un beso volador, luego lo llevé a la habitación y le conté que doña Laura había llamado a mi esposo y el feliz desenlace, le pedí permiso para ir a agradecerle el gesto, me dijo que estaba bien pero que me apurara porque quería seguir cogiéndome, yo agradecida le apreté la verga con mi mano y salí.
YO: Doña Laura, creo que ya sé cómo ayudarla.
DOÑA LAURA: No te creo ¿Cómo?
YO: Resulta que don Rolo quiere hacer un trío con otra mujer y usted sería la perfecta ¿No le parece? De pronto hasta la perdona y no se divorcian.
DOÑA LAURA: Rolando siempre me propuso hacer un trío y siempre me negué.
YO: ¿Por qué? Si a usted le gustan las mujeres.
DOÑA LAURA: Justamente por eso, no quería que se diera cuenta de mi experiencia con otras mujeres, se hubiera vuelto loco de celos, sino ¿Mira cómo paró el pobre?
YO: ¿Pero si yo le pongo como condición que sea usted?
DOÑA LAURA: Me odia, no ves que ni me habla, dudo que quiera saber nada de mí.
YO: Hagamos la prueba, nada se pierde.
DOÑA LAURA: Ok. Anda a la habitación y te lo coges yo llegaré para agarrarlos infraganti y tú me invitas a participar, a ver que dice mi marido. Hice lo acordado y me lancé a mamarle la verga, él estaba como loco, me decía que le chupara los huevos, yo hambrienta me los devoraba, quería que le metiera un dedo en el culo pero no lo hice, sabía que de esa manera se vendría y quería tenerlo bien caliente para cuando apareciera su esposa, le pasé la lengua saboreándome toda la cabeza de la pija, me la pasé por toda la cara como lo había visto hacer a doña Laura en el DVD, le di la espalda y guié su enorme verga a mi cosita lubricada y me la metí hasta los pelos, en eso apareció doña Laura.
DON ROLO: Lola, dile a esa puta que qué hace espiándonos parada en el umbral de mi puerta. 
DOÑA LAURA: Tenemos que hablar.
DON ROLO: Dile que no tengo ni mierda que hablar con ella, dile que se vaya, que nos deje coger en paz.
DOÑA LAURA: Lola, dile al señor que estoy dispuesta a hacer cualquier cosa con tal que me perdone.
DON ROLO: Dile a esa hija de puta que vaya a que la perdone su madre.
DOÑA LAURA: ¡Perdóname, Rolando, por favor! Ella se hincó en el piso y le suplicó con las manos en oración, yo me desensarté de su verga y fui a consolarla, Don Rolo se puso histérico y le dijo que se fuera con su amante, que era una lesbiana de mierda y sacó toda su furia llenándola de improperios, entonces saqué mi as bajo la manga, la puse de pie y la besé en la boca, don Rolo dejó de gritar y se puso a observarnos tocándose la pija con sus manos artríticas, le quité la blusa y acaricié sus tetas por encima del brasier, ella me agarró las nalgas con sus dos manos y me las abría y cerraba para que don Rolo me viera el hoyito de mi culito.
DON ROLO: ¡Lola! ¿Qué estás haciendo? ¿No que no te gustan las mujeres?
YO: No me gustan, lo hago solo por complacerlo.
DON ROLO: ¡No! Te lo agradezco pero busquemos otra, con esa puta yo no quiero tener nada. 
DOÑA LAURA: Lola, dile al señor que su verga no piensa lo mismo porque le cabecea muerta de calentura.
DON ROLO: Dile que me pela la verga lo que sienta mi verga, que no la quiero volver a ver el resto de mi vida, que por culpa de ella me quedé paralítico.
Y los dos se pusieron a llorar, yo no sabía a quién consolar, le dije a don Rolo que su esposa era culpable de infidelidad pero no de su accidente, que él en su locura se fue a estrellar solito en aquel poste de luz… nos hemos de haber visto como una escena de comedia pornográfica, yo desnuda limpiándoles las lágrimas a ambos… de repente doña Laura se jugó su última carta y se desnudó, se me acercó y frotó sus enormes pechos frente a los míos mientras nuestras lenguas se enredaban la una contra la otra. Don Rolo estiró la cabeza para vernos mejor, me colocó sobre la cama enfrente de su marido con las piernas abiertas y me mamó la cuca, yo emitía sonidos guturales exagerados para calentar más a don Rolo, si eso era posible:
YO: Así mamita… que rico me chupa la concha, doña Laura… así… más… el clítoris, por favor… ay que rico… béseme don Rolo… Y él desesperado me comió la boca, yo le agarré la verga y se la mamé con pasión, yo hacía muchos sonidos y me quejaba cuando me llegaba hasta la campanilla. 
DOÑA LAURA: Que rica pussy tienes, Lolita… tus jugos saben deliciosos… cógete al señor… te quiero ver cabalgar esa verga que un día fue mía.
YO: Con mucho gusto, señora… ¡Ay qué veeeergaaaa! Me llena toda, siento que me va a salir por la garganta.
DOÑA LAURA: Déjame chuparte es culito delicioso… que rica te ves ensartada en esa vergota… como te envidio… que ricos huevos…
DON ROLO: Lola, dile a esa ramera de mierda que te chupe lo que quiera pero que a mí no me toque.
YO: ¡¡YA, DEJEN DE COMPORTARSE COMO NIÑOS, SI TIENEN QUE DECIRSE ALGO, DÍGANSELO DE FRENTE!!
Hubo un silencio larguísimo, como ninguno de los dos hacía nada, puse a doña Laura sobre la cama y le mamé toda la pepa:
YO: Que rica pusita tiene, doña Laura… me encantan sus labios rosaditos y mojados… si ya le escurren hasta el culo…
DOÑA LAURA: Que rico me chupas el clítoris… ven mamita… hagamos una tijerita… súbete a la cama y frotémonos los chochitos… ay que delicia… lo tienes bien húmedo y calientito.
YO: Que rica tijera… mire como le cabecea la verga a don Rolo… mastúrbelo, usted la tiene más cerca que yo.
Doña Laura le agarró la verga y lo pajeó, él solo cerró los ojos, yo me salí de las piernas de ella y puse mi culo en la cara de él, sacó su lengua y me empezó a chupar mi cosita, le agarré la cabeza a ella e hice que le mamara la verga, don Rolo gimió de gusto, luego hicimos cambio y don Rolo no protestó, sabía que era el momento ideal: la senté sobre su verga y me alejé para verlos…
DON ROLO: …te amo… te amo puta de mierda…
DOÑA LAURA: Yo también te amo… perdóname, por favor… seré tu esclava pero no te divorcies de mí… por favor… mi amor…
DON ROLO: ¿Qué estás dispuesta a hacer por mí?
DOÑA LAURA: Lo que quieras.
DON ROLO: ¿Estaría dispuesta a ser nuestra sirvienta? Yo por nada del mundo estoy dispuesto a perder a Lola.
DOÑA LAURA: Yo los serviré en todo lo que me pidan, los bañaré, les cocinaré, estoy dispuesta a renunciar a mi trabajo con tal de servirles, puedo ser su esclava sexual también, me pueden usar como quieran, estoy dispuesta a sufrir las peores humillaciones… pero no me dejes Rolo, por favor.
DON ROLO: Me vengo… me veeeengooooo… mueve ese cuuuloooo… yaaa… yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… queeee riicooooooooooooooo.
DOÑA LAURA: Como extrañaba tu verga, papito.
DON ROLO: Ven Lolita, necesito un beso a tres lenguas… así mamita… que rico…
YO: Me alegra que se hayan contentando.
DON ROLO: Solo tú podías ser capaz de eso… Lola, ¿Estaría dispuesta a vivir con nosotros?... ¿A dormir en la misma cama?... ¿A coger con nosotros?
YO: Gracias don Rolo, yo seré la esposa de los dos…
DOÑA LAURA: Eres la mejor enfermera que Rolo haya podido conseguir.
YO: No doña Laura: ¡Soy puta, no enfermera!
Lamentablemente la vida no termina como en los cuentos de hadas, pasamos dos meses viviendo en trío, pero Doña Laura se hartó de las echadas en cara que don Rolo le hacía constantemente por su infidelidad, un día ella agarró sus cosas y se fue, él quedó deshecho, cada vez se le veía más deprimido, ya casi ni me hacía caso, aquella calentura del principio se convirtió en rutina y se aburrió, un medio día que le daba su almuerzo frente a la piscina me pidió que llamara al abogado, cuando regresé con el teléfono lo encontré ahogado, se había suicidado, al entierro solo fuimos el enterrador y yo, Doña Laura heredó su fortuna y yo tuve que volver al maldito hospital que odiaba, ahora tendré que lidiar con ese viejo doctor que me acosaba, tal vez pare de su puta, porque las ganas de pija no se me quitan… solo el recuerdo me acompaña en mis noches solitarias, aquella verga hermosa de la cual me enamoré.
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