La situación económica de la empresa no era nada buena. Teníamos muchas deudas y la planta de personal se había reducido de 30 empleados a solo 7. Estábamos llegando al punto de tomar la decisión de declararnos en bancarrota, pero
mi esposa Claudia de 40 años y mi hija Jimena de 18, me motivaban a no tomar esa decisión tan dolorosa ya que la empresa de textiles había pasado de generación en generación a lo largo de estos últimos desde la gran bisabuela hasta yo.
-"Estamos dispuestas a hacer lo que sea con tal de seguir adelante con la empresa", me repetían una y otra vez ellas dos.
Cierto día, en que yo buscaba llegar a un acuerdo con los dos más grandes deudores, el Doctor Javier Martínez y el Doctor Horacio Jiménez, mi esposa y mi hija me llamaron al celular y acordamos encontrarnos en el restaurante donde almorzaba con mis acreedores.
Si lograba un acuerdo con ellos la empresa se salvaba, pero si no lo hacia, estaba condenada a desaparecer.
-"Lo siento Cesar, pero no es posible", me repetían una y otra vez los doctores.
En ese momento, Claudia y Jimena llegaron al restaurante y se acercaron a la mesa. Me di cuenta que ellas se acercaban porque los Doctores no les quitaron su mirada desde que entraron al restaurante. Mi esposa Claudia lucia un vestido ajustado al cuerpo el cual terminaba bien arriba de las rodillas. A pesar de sus 40 años de edad ella conservaba los mismos rasgos físicos que me conquistaron hace 21 años, Sus redondos y voluptuosos pechos lucían hermosos y eran más destacados por lo ajustado de su blusa y el brassier 36C que ella usaba. ella se cuidaba mucho, hacia ejercicio, se veía muy atractiva. Su trasero era bien delineado por la apretada falda y se notaba que tenia unas bellas nalgas.
Mi hija Jimena lucia sus ajustados jeans azules por donde destacaba su delicado y bien formado culo juvenil. Pero lo que más se resaltaba de ella era el contraste de sus senos. Sus pechos eran de la misma talla de Claudia con la diferencia era que Jimena era de cuerpo delgado, lo que hacía que las tetas de mi hija lucieran verdaderamente espectaculares. Tenia una camiseta que ajustada a su torso dejaba entrever que sus tetas eran dos deliciosos melones dignos de ser lamidos por una lengua masculina. Por si todo esto fuera poco, además de todo, de sus piernas delgadas destacaba su espectacular y deseable trasero. Involuntariamente, pensé en Raúl, el novio de Jimena y lo envidie, debe ser un afortunado por montarse encima de ella y clavarle su verga en esa delicia de culo.
-"Mucho gusto, mi nombre es Jimena.... Mucho gusto mi nombre es Claudia...", dijeron ellas presentándose ante los Doctores sin sentarse a la mesa.
Ambas me dieron un beso, Claudia en la boca y Jimena en la mejilla rozando ligeramente mis labios mientras que el Doctor Martínez miraba admirado el precioso cuerpo de Jimena, el Doctor Jiménez no quitaba sus ojos de las tetas de Claudia.
-"Cariño aquí están los documentos que me pediste", me dijo ella pasándome un sobre que le había pedido.
-"Bueno mucho gusto en conocerlos, espero que lleguen a un acuerdo", dijo mi esposa Claudia despidiéndose de los Doctores.
-"No se vayan por favor... siéntense un rato y tómense una copa... les invitamos", dijo el Doctor Martínez poniéndose de pie.
Ellas sonrieron y agradecieron por la invitación mientras que el Doctor Martínez de forma extrañamente caballerosa les acercaba una silla. Mi esposa Claudia quedo sentada entre los dos Doctores mientras que Jimena quedo en frente de ellos a mi derecha.
De forma sorpresiva el tema de conversación cambio.
-"Y Claudia, tu a que te dedicas?", pregunto el Doctor Jiménez turnando su mirada entre el rostro de ella, sus pechos y sus piernas.
Claudia les empezó a contar de su actividad con la empresa y de lo importante que era para ella, haciéndoles énfasis en que ella estaría dispuesta a todo por sacarla adelante.
-"Así que harías cualquier cosa?"-respondía preguntando el Doctor Jiménez haciendo una sonrisa burlona que no me gustaba para nada.
El almuerzo se convirtió en una charla amigable para los doctores mientras que ellos no dejaban de mirar descaradamente las tetas de mi hija y mi esposa mientras que las piernas de Claudia eran detalladas por sus ojos.
Al finalizar, ellos se acercaron a ellas y cada uno les dio un beso en la mejilla. Me moleste de la forma que ambos miraron el trasero de Jimena mientras que ella se alejaba hacia el baño antes de salir del restaurante. En sus miradas se notaba el deseo masculino por clavar esa belleza de culo.
-"Creo que llegaremos a un acuerdo que nos convendrá a ambas partes" -fueron las palabras de alivio que pronuncio el Doctor Martínez saliendo del sitio.
Dos días mas tarde, llegue a casa tarde en la noche como a eso de las 11:00 PM y para sorpresa encontré a Claudia aun levantada. Ella me esperaba en la sala y tenia puesta su sexy pijama la cual se ponía en ocasiones especiales.
-"Vaya, vaya, pero que mujer tan hermosa", le dije yo halagándola.
Ella me sonrió y sin moverse del sillón espero a que yo me acercara. Me senté al lado de ella y simplemente levante su top, besándole sutilmente sus pezones y lamiendo cada una de esas ricas tetas durante un par de segundos. Baje mi mano a su corto calzón buscando acariciarla y ella me detuvo.
-"Amor... tenemos que hablar...", me dijo ella con cierto tono de preocupación.
Su rostro cambio de aspecto. Lucia preocupada.
-"Prométeme que no te vas a enfadar, por favor", me dijo ella dejándome ya muy preocupado por su extraño comportamiento.
-"Este paquete llego hoy... viene de los Doctores... dice que llegamos a un acuerdo si se cumplen las condiciones...", me dijo ella pasándome el sobre.
Lo tome sorprendido y animado porque la empresa se salvaría. Al abrirlo, yo no entendía de qué se trataba.
Tenía dos reservaciones en un lujoso hotel de Monterrey. Una reservación estaba hecha a mi nombre para una habitación sencilla. La otra reservación estaba hecha a nombre de los Doctores y allí también aparecían el nombre de Claudia y Jimena. Era una suite con cama doble. También figuraban los documentos en que la deuda de 300,000 pesos quedaba al día y saldada.
-"Aun no entiendo... Que es lo que quieren ellos?.... de que se trata esto?", pregunte yo haciendo cara de sorpresa.
Claudia me abrazo y me aclaro lo que yo, estúpidamente, no entendía.
-"Recuerda que estamos dispuestas a hacer lo que sea por salir de esta situación económica tan difícil", me dijo ella acariciando mi cabello.
-"Vamos a Monterrey el próximo fin de semana con todos los gastos pagados. Tu te quedaras en una habitación sencilla y Jimena y yo nos quedaremos en una suite con cama doble haciéndoles compañía a los Doctores... la deuda quedara pagada luego de tener sexo con ellos toda la noche...", me dijo Claudia de forma seca.
Quede en shock. Una lágrima de impotencia se escurrió de mis ojos.
A Jimena no le gusto la idea para nada. Decía que la daba asco dejarse montar de esos hombres obesos y perversos. Le dijimos que no nos acompañara a Monterrey, pero al final ella decidió ir en solidaridad con su madre.
Llego el sábado y viajamos a Monterrey en la mañana. Los Doctores llegaron en el vuelo de la tarde y nos encontramos en el lobby del hotel. Aclaramos que sería solo la noche del sábado en la que ellos tomarían posesión del cuerpo de mi esposa y mi hija, nada de sexo oral ni mucho menos sexo anal, y por supuesto usarían condón. Claudia y Jimena lucían verdaderamente espectaculares. Ambas tenían puestas el mismo tipo de vestido, el cual colgaba de sus hombros y destacaba sus espectaculares tetas. Los vestidos bajaban completamente ajustados a sus cinturas y caderas, forrando sus nalgas y dejando entrever que sus deseables culos eran cobijados por diminutas tangas. Por supuesto los doctores quedaron sorprendidos de ver los culos de Jimena y Claudia. Parecían no creer que esos delicados y hermosos traseros serian clavados por sus vergas esa noche.
Como era temprano y el sol aun resplandecía sus últimos rayos sobre el horizonte acordamos tomar algo en la habitación, así que mientras que yo me dirigía al bar por unas bebidas, vi como Claudia era tomada de la mano por el Doctor Martínez mientras que mi hija Jimena era llevada por el Doctor Jiménez. Ambas parejas entraron al elevador que los conduciría a la suite y presencie, mientras que la puerta se cerraba en frente mió, como las manos del doctor Jiménez, llevadas por la tentación y el deseo, se posaban sobre la cintura de Jimena y bajando, le acariciaban su formidable trasero.
Subí con las bebidas y al entrar la tarjeta que me permitía abrir la puerta de la suite, escuche quejidos y gemidos. La puerta se abrió y entre colocando las copas sobre la mesa de la entrada.
En la sala al frente mió estaba el Doctor Martínez, aun con su ropa puesta, sentado cómodamente sobre el sillón de la sala. Sentada de frente a el, sobre su abdomen estaba mi esposa Claudia con sus piernas entreabiertas. La parte superior del ajustado vestido de ella estaba caída y sus dos tirantas reposaban sobre su cadera. Por supuesto, las dos deliciosas tetas de mi esposa estaban siendo adoradas por la boca del Doctor Martínez mientras que sus manos recorrían una y otra vez la parte baja del vestido acariciando el culo de ella.
Me controle para no salirme de casillas y me dirigí a la suite. Allí estaba Jimena tirada sobre la cama mientras que el Doctor Jiménez a un lado de ella la acariciaba con sus manos. Al igual que su madre, el le bajo la parte superior del vestido y esos dos espectaculares pechos quedaron solo para su lengua, su boca y sus ojos. La otra mano del Doctor acariciaba su deseable trasero. Ella volteaba su cara hacia un lado expresando su desagrado de tener a un hombre de 45 años encima de ella, tocándole su culo y lamiéndole sus tetas.
Volví a la sala dispuesto a salir de la suite donde mi hija y mi esposa empezaban a ser preparadas y vi como Claudia tenia ya levantada su falda y su tierna tanga rosada era visible. Por supuesto el Doctor Martínez seguía comiéndose sus tetas mientras que sus manos recorrían libremente las redondas nalgas de Claudia y trataban de desplazar su tanga hacia un lado.
Salí de la suite y baje al bar donde tome un Martini en las Rocas. Pensé que si ellas pasaban por esta humillación, yo debía estar allí y no mostrar ninguna debilidad, por lo que me arme de valor y decidí regresar a la suite.
Abrí la puerta y entre dispuesto a acompañar a mi esposa y mi hija en esta prueba tan difícil. Y vaya que prueba. Sobre el mismo sillón seguía sentado el Doctor Martínez disfrutando del cuerpo de mi esposa. Ahora ambos estaban totalmente desnudos y su ropa tirada sobre el piso a un lado. El seguía ocupado comiéndose los pechos de Claudia mientras que ella se mecía sobre su abdomen descargando su cuerpo sobre el de el. Baje mi vista y entre las nalgas de ella se veían las bolas de él colgando de la parte baja del pene. El resto de su tronco no se veía puesto que permanecía oculto dentro de la vagina de Claudia. Por sus pausados y lentos movimientos me di cuenta que ambos ya se habían venido y que habían tenido un fantástico orgasmo.
Quien aun no terminaba era el Doctor Jiménez.
-"Jimena... Jimena... me vengo....... arghhhh.... arrrghhhh... uyyy que ricura.... Dios mioooo...", fueron los gritos que escuche en ese preciso instante.
Me dirigí a la suite y allí Jimena estaba como me la imagine, así como cualquier hombre la desearía tener, en especial por lo atractivo de su cuerpo y su perfecto culo. Su delicado vestido estaba sobre el piso junto con su tanga de color blanco. Ella estaba en posición de perrito sobre la cama, completamente desnuda, sus hermosas tetas bailaban con el movimiento de su cuerpo y aferrado a su cintura, por detrás de ella, con la totalidad de su verga dentro de su vagina, el Doctor Jiménez gritaba y se sacudía celebrando esa monumental derramada, levantando su cabeza al techo cerrando los ojos y viviendo un instante único mientras que su abdomen se sacudía sin control y su verga llenaba, con chorros de semen, el condón que el tenia puesto. Mi hija con sus ojos cerrados expresaba el placer de tener una verga taladrándole su vagina.
Espere a que él terminara de sacudirse sobre mi hija y los dos permanecieron quietos en esa posición por unos segundos. Me imagino que de su verga no salio mas semen después de la brutal derramada. El Doctor Jiménez parecía no creer que su verga reposaba en ese momento dentro de aquel monumental cuerpo de Jimena y obsesivamente bajaba su mirada hacia el culo de ella para asegurarse de que su tronco aun estaba en lo profundo de su sexo.
-"Termina con ella Jiménez que ahora es mi turno de clavar a esa belleza de mujercita", fue el comentario del Doctor Martínez mientras que su verga seguía dura y erecta.
-"Cesar, lo felicito, las tetas de Claudia son una delicia...", dijo antes de entrar al baño dirigiéndose a mi.
El Doctor Jiménez coloco sus manos sobre las nalgas de Jimena y abriéndolas, empezó a retirarle su verga permitiendo ver como su grueso tronco salía de su vagina. Claro, el condón salio lleno de su líquido blanco.
-"Esto es mucha hermosura..... Ahora si entiendo porque pagamos tanto dinero por ti Jimena...", le dijo Jiménez a mi hija mientras que sus manos seguían sujetando sus nalgas y le permitían ver el delicado ano virgen, sus gruesos labios vaginales y el gigantesco y húmedo clítoris colgante de mi hija. El se agacho un poco y con su lengua empezó a lamerle el clítoris mientras uno de sus dedos se introducía en su ano.
-"Sáqueme el dedo del culo, Doctor, por favor", dijo ella volteándose y mostrando su incomodidad.
-"que afortunado tu novio, Jimena, que rico seria clavarte esa belleza de trasero...", dijo el sacándole el dedo de ella y levantándose de la cama.
Me dirigí a la sala y vi a Claudia sentada sobre el sillón. Me senté al lado de ella y nos abrazamos en silencio.
-"Claudia ven.... siéntate aquí y regálame ese par de tetas ricas que tienes", interrumpió nuestro abrazo la voz del Doctor Jiménez quien ahora con condón nuevo se preparaba a tener sexo con mi esposa luego de haberlo hecho con Jimena.
El se sentó en el sofá y se tomo su verga dejando sus piernas entreabiertas e invitando a que mi esposa Claudia se posara sobre su abdomen.
-"Cesar... su hija Jimena es una diosa en la cama... y creo que tu Claudia con esas redondas nalgas y esas ricas tetas eres aun mejor...", dijo el Doctor Jiménez.
Mi esposa se puso de pie y se acerco a él. Abriendo sus piernas, Claudia se paro sobre el sillón y bajo su cuerpo dejando que sus tetas rozaran la cara de Jiménez mientras que el le abría las nalgas y ubicaba su verga en la entrada de su vagina. Ella descargo su cuerpo sobre el y vi como su erecta verga se perdía de mi vista hundiéndose en lo profundo de su vulva. El Doctor Jiménez dejo escapar un largo quejido de placer mientras terminaba de acomodar su verga dentro de ella.
-"Cesar te amo", me dijo mi esposa volteando su mirada mientras que ella empezaba a mecer su cuerpo sobre él, colocando sus brazos detrás de su cabeza y dejando sus voluptuosas tetas en frente de su boca.
Me puse de pie y presencie con dolor como ellos parecía que se habían puesto de acuerdo para disfrutar de las suntuosas tetas de Claudia y del delicado culo de mi hija Jimena. Mi esposa estaba teniendo sexo en la misma posición, la que les permitía comerse sus tetas mientras sus vergas yacían en lo profundo de su vagina, y me imagine que el Doctor Martines se encontraba clavando a Jimena en posición de perrito disfrutando de su juvenil trasero.
En efecto, regrese a la suite y allí estaba Jimena a un lado de la cama, en posición de perrito sobre el piso, de frente a una pequeña silla. Sus brazos y su cabeza descansaban sobre la silla mientras que sus rodillas estaban apoyadas sobre una almohada. Me imagine que ella la había colocado para no sentirse incomoda mientras el la clavaba en esa posición. Al estar ella así yo podía ver perfectamente su estrecho ano y esos jugosos labios vaginales. Justo detrás de ella, el bastardo del Doctor Martínez hundía y sacaba su pito de la vagina, repitiendo ese movimiento una y otra vez. Su abdomen se movía cadenciosamente y como yo estaba justo atrás de ellos, veía perfectamente como los labios vaginales de Jimena cobijaban su verga con condón, la cual entraba totalmente y salía de forma parcial. Los pesados testículos de él y las deliciosas nalgas de ella se sacudían con el movimiento de sus cuerpos.
-"Ahhhh... Esto es mucha delicia....desde que te vi en el restaurante con esta hermosura de culo desee cojerte así...... esto es un sueño hecho realidad...", repetía una y otra vez el Doctor mientras que ella en esa posición recibía su verga.
Como ellos no me podían ver por lo que yo estaba justo a sus espaldas, me quede un rato allí viendo como llegaban al orgasmo y el expresaba con sus exagerados gritos y gemidos la fantástica sensación de tener sexo con Jimena en posición perrito. Después de que el se derramo y su cuerpo finalmente se quedo inmóvil, escuche los gemidos de Claudia desde la sala así que decidí regresar a donde ella estaba.
Como si nada ocurriera, salí de la habitación donde Jimena acababa de ser clavada y vi como mi esposa Claudia había sido cambiada de posición. Ella ahora estaba con los ojos cerrados tirada sobre el piso boca arriba abrazando fuertemente la espalda del Doctor Jiménez quien se sacudía encima de ella gimiendo de placer mientras que las piernas abiertas y dobladas de Claudia se aferraban como un gancho a la cadera del cuerpo desnudo de su amante. Era la típica posición de misionero solo que mi esposa con sus piernas recogidas abrazaba el cuerpo del doctor pero con envidia y rabia vi como el pene de él no tenia el condón puesto. Mi esposa estaba siendo penetrada sin protección y me imagine que sus ojos cerrados y lo fuerte que abrazaba al Doctor indicaba que ella estaba disfrutando intensamente como esa verga se sacudía dentro de su vagina. Los gestos mezclados de placer de él, mostraban la fantástica sensación de hacer el amor con ella sin condón.
Reaccione y cuando me disponía a reclamarle a el por el hecho de no tener el condón puesto me di cuenta que era demasiado tarde. El Doctor Jiménez coloco su cabeza al lado de la de ella y sacudiendo su abdomen rápidamente le susurro al oído de ella:
-"Claudia... no aguanto mas... no resisto...me vengo... me vengo..."
Un desgarrador gemido salió de la boca del Doctor. Parecía que el hubiese tratado de contener la eyaculación todo ese tiempo pero no lo aguanto mas y su verga estalló dentro de la vagina de ella. Claudia abrió sus ojos por unos segundos y me miro. Su mirada inicial denotaba la angustia y la pena de tener a su esposo en frente de ella presenciando como otro hombre le hacia el amor. Luego, su rostro cambio a uno mas relajado, apretó sus labios y abrió los ojos desorbitadamente y me di cuenta que mi esposa no pudo disimular el fantástico orgasmo femenino que tuvo al sentir como los chorros de semen calido que expulsaba a borbotones en ese instante la verga del Doctor le llenaban su vagina.
Me quede inmóvil y en silencio frente a ellos viendo como sus cuerpos se seguían sacudiendo, cada vez más lentamente, y los movimientos del culo de él mostraban que su verga aun no terminaba de eyacular su semen dentro de ella mientras que mi esposa seguía con los ojos cerrados disfrutando de su orgasmo.
Me sentí impotente. Acababa de presenciar como un hombre se le derramaba en la vagina a mi esposa y yo no podía hacer nada para evitarlo. Luego de 21 años de matrimonio, era la primera vez que una verga sin condón, diferente a la mía, eyaculaba dentro de su vagina y la segunda vez que mi esposa Claudia se dejaba penetrar por un hombre diferente a mí.
En ese instante, un raro grito vino de la habitación:
-"Arghhhhhh..!!! Jimena Siiiii...!!!"
Me regrese a la habitación y vi a Jimena acostada boca abajo sobre la cama, su rostro de medio lado miraba hacia la puerta donde yo estaba y expresaba la sensación de placer que tenia, sus ricas tetas estaban oprimidas por el peso de su cuerpo, bajo su abdomen ella tenia colocadas dos almohadas lo que le permitían a su cuerpo tener su cadera y su culo a un nivel un
poco mas alto. Sus piernas estaban semi abiertas y claro su hermoso trasero quedaba disponible para cualquier cosa. El Doctor Martínez estaba encima de ella con sus brazos puestos sobre la cama soportando su peso, con su verga totalmente hundida en su vagina y se sacudía con fuerza hasta después de derramarse.
-"Cesar... tengo 4 hijos y llevo 20 años de matrimonio... me he acostado con modelos y actrices... pero quiero decirle que me acabo de pegar la mejor derramada de mi vida... es la cuca mas rica que me he podido comer... vi el cielo cuando me vine dentro de Jimena.... su hija es una delicia y ese culo de ella es verdaderamente perfecto...".
En ese instante vi como el empezó a levantarse y de la vagina de Jimena empezó a salir su rígida verga sin condón completamente embadurnada de semen.
Mi cuerpo pareció desfallecer. Mi bella y dulce Jimena, esa jovencita que soñaba con realizar estudios de Odontología en la Universidad y por la cual yo daría la vida con tal de que no le faltara nada, acababa de recibir en su vagina una poderosa derramada del Doctor Martínez.
No aguante mas ese espectáculo y decidí entonces salir de la suite. Al pasar por la sala vi de reojo que el Doctor Jiménez seguía aun encima de Claudia ya estando los dos completamente inmóviles. Su verga sin condón seguía escondida dentro de lo profundo de su vulva y su boca repasaba las tetas de mi esposa una y otra vez.
Me dirigí a mi habitación a ver TV. Al cabo de una hora, mi teléfono sonó y al otro lado de la línea estaba el Doctor Martínez quien me invitaba a cenar en el restaurante del hotel.
Quince minutos mas tarde estábamos todos reunidos, comiendo y bebiendo, como si nada hubiese pasado y celebrábamos el acuerdo que salvaba la empresa. Jimena y Claudia lucían los mismos vestidos que al inicio de la tarde ellos les habían desgarrado de sus cuerpos. Ellas lucían igual de hermosas y radiantes, sus cabellos estaban aun húmedos ya que ellas habían tomado una ducha antes de cenar, sus cuerpos y sus culos no reflejaban el hecho de que cada una tenia ya en sus entrañas el esperma de sus afortunados amantes, y ellos reflejaban en su rostro la satisfacción por haberlas clavado.
Luego de la cena salimos a caminar por la ciudad un rato con Jimena y Claudia tomadas de mi mano, disfrutando del hermoso paisaje y los suntuosos hoteles.
Volvimos al rato al hotel y nos encontramos con los Doctores en la discoteca del hotel. No me despegue de Claudia y estuvimos todo el rato bailando abrazados mientras que ellos se turnaban con Jimena. Durante el baile, Claudia me contó que luego de que yo salí de la suite ambas fueron colocadas sobre la cama y allí, nuevamente en posición misionero, fueron clavadas por sus vergas sin condón, además me dijo que el Doctor Jiménez quería tener sexo anal con Jimena y que estaría dispuesto a pagar una cantidad extra con tal de tener solo para su pene el espectacular culo de mi hija. Como ella sabia que yo, por supuesto, me negaría a eso, mi esposa Claudia pidió mi autorización para que el culo de ella complaciera los deseos del Doctor, lo cual acepte.
-"Las queremos de regreso en la habitación en 15 minutos", me recordó el Doctor Jiménez mientras yo terminada de bailar con mi esposa.
Tomamos juntos el ascensor hasta el piso donde estaba la suite. Abracé a Claudia y Jimena, les di un beso a ambas, pero esta vez me anime y se lo di en los labios a Jimena. No conforme con ello, por primera vez acaricie disimuladamente el redondo trasero de Jimena antes de que ellos, tomándolas por la cintura, se las llevaran hacia la suite. Me di cuenta que muy seguramente esa noche el delicioso culo de mi esposa recibiría una descarga de esperma y una verga perforaría su delicado y fantástico ano. También me di cuenta que el redondo culo de Jimena es fantástico y al tocarlo envidie como sus vergas eran capaces de montarla en posición perrito.
Entre a mi habitación y me di un duchazo. Luego me metí a la cama y me quede dormido. A eso de las 2:00 AM sentí golpes en la puerta.
-"Papá... papá... soy yo Jimena", escuche que mi hija me llamaba.
Me levante y le abrí la puerta. Ella estaba sola y lucia cansada. Su sexy vestido estaba impecable y parecía que su cuerpo ni siquiera había sido tocado.
-"Y tu mama?", le pregunte.
-"Se ha quedado con ellos", me respondió Jimena entrando al cuarto.
Cuando me disponía a ir a mirar que pasaba con Claudia, mi hija me detuvo tomándome del brazo.
-"No vayas papa.... Seria doloroso para ti verla a ella así..... Deja que ellos terminen....".
Trate de soltarme del brazo de mi hija y ella me aclaro lo que ocurría.
-"Papa... entiende... están haciéndolo con ella, los dos al mismo tiempo... el Doctor Jiménez quería tener sexo anal conmigo diciendo que mi culo es perfecto y había pagado mucho dinero por el, y como yo me le negué, mama se ofreció a complacerlo mientras que ella le mamaba la verga al Doctor Martínez....cuando yo salía de la suite Jiménez le hundió su verga en el culo a mamá mientras ella le hacia el sexo oral a Martínez", respondió Jimena de manera fría.
-"OK, pasa y date un buen duchazo", le pedí a Jimena.
-"Quieres algo de comer o de beber?", le ofrecí a Jimena mientras ella iba camino al baño. Viendo a mi hija comprendí que Jiménez tenía la razón. Su juvenil trasero era espectacular y no podía imaginar lo maravilloso que seria tener sexo anal con ella. El afortunado de Raúl, su novio, se debe pegar una fantástica derramada dentro de ese perfecto culo. Definitivamente lo envidio.
Espere a que ella se desnudara y observe como sus sensacionales tetas eran dos perfectos, redondos y duros melones. Luego ella entro a la ducha y espere a que abriera la llave.
Tan pronto el agua empezó a caer y recorrer su cuerpo, me salí de la habitación y me dirigí a la suite. Allí observe una imagen erótica que solo había visto en ciertas websites pornográficas. El Doctor Jiménez yacía acostado boca arriba y Claudia sentada sobre su abdomen. Ella estaba recostada sobre el cuerpo de él, así que le permitía a el disfrutar de sus voluptuosos pechos.
Mientras que el lamía, besaba y se comía las tetas de mi esposa, su verga permanecía firme en lo profundo de su vagina.
Como ella estaba recostada sobre el Doctor Jiménez, el cuerpo del Doctor Martínez estaba encima de ella por detrás, posicionado de tal forma que Claudia había quedado como un sándwich entre ellos dos. Baje mi mirada hacia el sexo de mi esposa y vi la parte baja de la verga sin condón del Doctor Jiménez y sus pesados testículos como se mecían con el movimiento de su cuerpo mientras que el pene, también sin condón, del Doctor Martínez se sacudía una y otra vez entrando y saliendo de su ano.
Seguí en silencio viendo como mi esposa Claudia, gimiendo de dolor y placer, estaba siendo doble-penetrada, y mientras uno de ellos disfrutaba de sus tetas teniendo su verga dentro de su vagina, el otro le hundía salvajemente al mismo tiempo su coño dentro de su redondo culo. También observe que sus vergas habían estallado ya previamente dentro de ella porque los amplios labios vaginales, la vulva y el ano de Claudia estaban completamente salpicados de semen grisáceo y viscoso.
Pasaron un par de minutos y los tres llegaron nuevamente al orgasmo. Mientras ellos se quejaban y mi adorada esposa, gritando, recibía en lo profundo de su vagina y su ano simultáneamente sus chorros de semen caliente, me retire de la suite para ir a abrazar a mi hija Jimena quien había salido de la ducha y estaba ya quedándose dormida sobre mi cama.
La abracé y nos quedamos dormidos hasta que los primeros rayos de sol nos despertaron. Mire el reloj y eran las 10:30 AM. El cuerpo desnudo de Jimena estaba a mi lado y sus pechos estaban aprisionados contra mi brazo. Su inmaculado trasero seguía siendo virgen a pesar de que su vagina había recibido en las pasadas 18 horas el castigo de dos penes sedientos de sexo. Soy su padre pero pienso que los Doctores disfrutaron de su cuerpo y pagaron un precio justo por tener a esa belleza de mujer en la cama.
Cuando me disponía a entrar a la ducha, alguien golpeo a la puerta. Abrí y era mi esposa Claudia, con quien nos dimos un fuerte abrazo y compartimos un tierno beso de enamorados mientras que el olor a sexo salía de su cuerpo como una fragancia delicada. Pasamos a la ducha y los dos estuvimos abrazados en silencio todo el tiempo mientras el agua caliente recorría nuestros cuerpos desnudos.
Ese día en la tarde tomamos el avión de regreso a México con la firme convicción de que nada nos detendría para posicionar nuestra empresa nuevamente en el mercado, pero con la perversa idea de que el trasero de Jimena debía ser mío muy pronto.
Luego de la demostración de lealtad de mi hija Jimena y mi esposa Claudia, al entregar sus cuerpos a cambio de la deuda que tenia la empresa, llevamos nuestras actividades diarias de forma normal. Jimena seguía asistiendo a sus clases en la universidad y mi esposa seguía dedicada a la compañía, sacando adelante la producción y muy empeñada en sacar nuevos productos al mercado.
Jimena seguía con Raúl, su novio, y se les veía muy animados como una pareja muy estable. Ella seguía luciendo sus ajustados jeans, su sensacional culo y sus femeninos pechos y me imagine que el era el afortunado que disfrutaba de su cuerpo. Desde la noche en que ella fue el objeto con el que la empresa pago la deuda empecé a observar a mi hija con otros ojos. Recordar como los doctores gritaban, gemían y sus rostros desfigurados por el placer, expresaban la maravillosa sensación de derramarse mientras que sus vergas reposaban en lo profundo de la vagina de Jimena, me dio a entender que mi hija era un verdadero regalo de oro para cualquier hombre que, como Raúl, tuviera la fortuna de montarla y clavarla en la cama.
Por mi parte, Mi esposa Claudia seguía igual de bella y radiante y yo por supuesto seguía disfrutando de sus bondades. Su delicado culo y sus ricas tetas seguían siendo solo mías y el sexo anal era parte activa de nuestras vidas cuando con relativa frecuencia yo la montaba y en posición de perrito le hundía mi verga en su ano.
Cierto día invitamos a almorzar a Raúl a la casa y Claudia preparo, junto con Jimena, un plato especial con camarones. Mi esposa lucia una corta minifalda azul y una blusa blanca. Bajo la blusa era parcialmente visible el brassier y sus voluptuosos pechos. Jimena tenía puesto un vestido de sastre muy elegante con un ajustado pantalón que marcaba perfecto ese fantástico trasero y una blusa que apresaba sus paradas tetas.
Mirando el deseable culo de mi hija entiendo porque los Doctores pagaron 300,000 pesos por tener la oportunidad de montarla toda una noche y comprendí porque el doctor Jiménez ofreció una cantidad extra de dinero para tener sexo anal con ella. Claro, como yo me negué a eso, me imagine que la verga de Raúl era la única que abría sus redondas nalgas, se hundía en lo profundo de su trasero y se derramaba dentro de su ano. Maldito suertudo, como lo envidiaba.
Durante la cena empecé a observar con curiosidad pero con cierta molestia como Raúl observaba a mi esposa Claudia con interés. A pesar de que Raúl y Jimena tenían ya dos años de noviazgo, nunca antes observe con ojos de celo a mi futuro nuero. El miraba las tetas de Claudia de forma un poco descarada y por supuesto, la corta minifalda de ella era el objeto de detalle cuando mi esposa se paraba de la mesa e iba por más comida a la cocina. Sus ojos se quedaban estáticos viendo el movimiento del trasero de mi esposa bajo esa diminuta falda. Raúl, de 20 años de edad, se mostraba interesado y atraído por la madre de su novia, la cual le doblaba la edad. No lo puedo negar pero Claudia se veía muy deseable y sexy, y por supuesto yo tenia en mente esa noche montarla y hundirle mi verga.
Luego de la comida decidimos salir a bailar a una discoteca. Como yo casi no bailo, Raúl se turnaba las piezas de baile con Jimena y Claudia, mientras que yo me quedaba observando desde la mesa. A medida que avanzaba la noche, vi como Raúl y mi esposa bailaban muy apretados el uno del otro, y se les veía muy entusiasmados. Como una pareja normal ambos juntaban sus cuerpos y el la abrazaba tomándola por la cintura. Mientas tanto yo me tomaba unas copas de vino al lado de Jimena.
-"Ven papa, ven a bailar", me llamo Jimena tomándome de la mano e invitándome a la pista de baile, lo cual acepte.
En ese momento, Raúl y mi esposa terminaban de bailar por largo rato y se acercaban a nuestra mesa. Justo cuando Jimena me empezaba a enseñar a bailar vi como mientras Claudia iba a sentarse, Raúl pasaba su mano por el trasero de ella acariciando su culo lentamente. Claudia y él se sentaron a la mesa y empezaron a beber unas copas, sin darle importancia a lo sucedido. Mientras que Jimena me seguía indicando unos pasos de baile, Raúl seguía con Claudia charlando y riendo en la mesa mientras que su mano tocaba la parte alta de la piernas de Claudia. Como ella tenía sus piernas cruzadas, le permitía a él disfrutar de la vista de la corta falda y sentir la tersa piel de sus piernas.
Pensé que Jimena no había notado esto pero me equivoque.
-"Papa, has notado como están mama y Raúl...?", me pregunto ella.
-"Si los he observado y no me gusta eso... los veo muy cerca el uno del otro", le respondí.
-"Raúl esta muy interesado en mama y a mi ni siquiera me presta atención", me comento ella con tono de molestia.
En ese momento Jimena me apretó más a su cuerpo y seguimos bailando el uno muy cerca del otro. Podía sentir perfectamente sus voluptuosos pechos rozando mi cuerpo y su rostro reflejaba el malestar del comportamiento de su novio con su madre. Su cabeza estaba pegada a la mía y podía sentir su respiración cerca de mi oreja.
Justo cuando terminábamos de bailar, Jimena bajo su mano y me toco el trasero. Me sentí excitado por esa caricia tierna de ella y eso prendió mi mecha. Nos acercamos a ellos tomados de la mano y nos sentamos a la mesa. Jimena me tomo por el brazo y dejo que yo le colocara mi mano sobre sus piernas. Unas copas de vino más empezaron a afectar nuestras cabezas y empezamos a actuar extraño. Mientras Raúl y mi esposa seguían con su juego de manos bajo la mesa, yo me dejaba llevar por la conversación de Jimena quien quería despertar celos en Raúl al sentirse ella desplazada esa noche. De pronto Jimena me lanzo una pregunta tentadora que mostraba su desespero por ver a su novio coqueteándole a su madre.
-"Papa, como Raúl no me desea hoy, me llevarías a un hotel esta noche?
Sonreí, me mantuve en silencio y aunque ya tenía desde hace mucho una respuesta a eso, no podía ser tan directo con Jimena. Su pregunta reflejaba su inconformismo de ver a su novio coqueteando descaradamente con su madre. Soy su padre pero también me sentía por supuesto molesto de ver a mi esposa con un muchacho de menor edad que la mía, y claro, el cuerpo de Jimena era un regalo muy especial para cualquier hombre y en especial, su sensacional y parado culo juvenil era digno de ser poseído por un pene.
-"Dejarías que tu novio se escape con tu madre?", le respondí con otra pregunta.
Ella me sonrió y no supo que decir.
Al cabo de un rato en que las cosas no cambiaban, la situación era muy tensa. Jimena y yo, molestos, seguíamos viendo como Raúl tocaba sin escrúpulos el culo de Claudia cuando bailaban y luego al sentarse en la mesa, las piernas de mi esposa eras recorridas por sus manos, mientras que ellos riendo parecían no percatarse de que era muy obvio nuestra inconformidad.
Salimos de la disco y acordamos llevar a casa a Raúl primero. El y Claudia se encontraban un poco afectados por las copas de vino que bebieron mientras que Jimena y yo seguíamos aun incómodos por la situación. En el auto me puse al volante mientras que Jimena se sentaba a mi lado colocándome su mano en mis piernas. En el asiento de atrás, Claudia y Raúl, abrazados, seguían su juego.
Llegamos a casa de Raúl y sorpresivamente Claudia se bajo con el.
-"Cariño, voy a acompañar a Raúl hasta la puerta... el pobre esta como ebrio y no creo que pueda abrir la puerta..,", dijo ella de forma sarcástica y burlona. Mi hija y yo sabíamos que Raúl no estaba ebrio y era una oportunidad mas de estar con el.
Raúl y ella se bajaron del auto y abrazados se dirigieron a la puerta mientras que Jimena y yo nos quedábamos en el auto con el motor en marcha esperando que Raúl entrara a la casa y Claudia regresara al auto para dirigirnos a casa. De pronto con sorpresa vimos como Raúl y Claudia entraban a la casa y cerraban la puerta. Pensé que era otra broma pesada de Claudia esa noche así que esperamos pacientemente con Jimena en el auto hasta que, pasados 10 minutos, ninguno de los dos se asomaba por la puerta.
En vista de que aun mi esposa no se asomaba, decidí con Jimena salir del auto a golpear la puerta y pedirle a mi esposa que regresara al auto para irnos a casa. Cuando estábamos a punto de golpear la puerta, escuchamos gemidos y quejidos que venían de adentro. Nos acercamos por el ventanal de la sala y vimos a Claudia y Raúl en la cocina. Desde donde estábamos no observábamos muy bien pero era muy obvia la escena. Claudia estaba de pie recostada sobre una mesa o algo que le dejaba descargar su cuerpo hacia adelante. De ella solo eran visibles sus piernas, su corta falda levantada sobre su cintura, sus espectaculares nalgas y su tanga caída sobre sus tobillos. La pared de la cocina no nos dejaba ver más. Aferrado a ella por detrás estaba Raúl, quien con sus pantalones abajo, clavaba con su verga a mi esposa. El la tomaba por la cintura y era perfectamente visible como su verga sin condón se escondía y salía bajo la minifalda, aunque no era muy claro si su verga taladraba su ano o su vagina. Lo que si era visible era el rostro de placer de Raúl quien en su cara reflejaba la maravillosa sensación de sacudir su verga dentro del sexo de mi esposa, y la cadencia rápida con la que su abdomen se mecía contra el trasero de Claudia mostraba que su coño estaba a punto de eyacular.
-"Raúl, eres un desgraciado... maldito", dijo Jimena al ver la escena.
-"Papa, llévame a casa ya... por favor", me dijo Jimena escurriendo una lagrima de sus ojos.
La abracé y cuando nos volteábamos para regresar al auto escuchamos el grito de Raúl al derramarse dentro de mi esposa, y el gemido típico de Claudia al sentir en su vagina el esperma calido del semen de un hombre. Su gemido era una indicación de que ella había llegado al orgasmo y me hizo recordar los momentos que presencie en la suite del hotel cuando la verga sin condón del Doctor Jiménez le vació toda su carga en su vagina.
Prendí el auto, acelere y llegamos a casa sin decirnos palabra. Yo aun no salía del shock mientras Jimena seguía llorando.
Ella subió y se encerró en su cuarto. Yo entre a mi habitación y tome la foto que tenemos del matrimonio y sentí mucha rabia por lo que Claudia acababa de hacer. Allí parecíamos jóvenes y muy guapos aunque no pedo negarlo ella aun conservaba su belleza y esos rasgos físicos que la hacían atractiva y por la cual los hombres aun la deseaban. Por otro lado yo estaba un poco gordo y acabado.
En ese instante, Jimena golpeo la puerta
-"Papa, puedo pasar...?", pregunto ella
-"Si pasa", respondí sin voltear a mirarla.
Pasaron un par de segundos mientras yo seguía mirando la foto hasta que Jimena rompió el silencio.
-"Papa... no te desanimes me tienes a mi..,", me dijo Jimena con tono alentador.
-"Si... es cierto... eres muy valiosa y...", interrumpí mi respuesta al voltear a observarla.
Jimena había entrado a mi cuarto luciendo una delicada tanga negra tipo hilo dental, su brassier, del mismo color, destacaba esos hermosos pechos. Tenía puestos unos delicados guantes de seda negros y esos zapatos de tacón alto que le daban porte de reina. Ella camino y se acerco al espejo de la habitación. Yo no podía creer lo que estaban viendo mis ojos. Se veía espectacularmente deseable y sus perfectas nalgas sobresalían de entre la tanga.-"Me ayudas?", pregunto ella colocándose de frente al espejo y llevando sus manos al broche del brassier en su espalda.
Me acerque a ella y le solté el brassier. Sus voluptuosas tetas quedaron libres y empecé a disfrutar verlas tan deseables. Coloque mis manos sobre ellas y empecé a besar a Jimena en los hombros y el cuello. Luego mis manos recorrieron su culo y como un desesperado empecé a tocarla y recorrer la redonda superficie de sus nalgas mientras mi boca saboreaba de frente esas dos deliciosas tetas.
El culo de Jimena era perfectamente redondo y sus nalgas tiernas y moldeadas. Su cintura delgada y sus largas piernas le daban un porte elegante para una mujer de tan solo 18 años. Pensé que era mi oportunidad para vengarme de Claudia así que me olvide que era su padre.
Al cabo de 5 minutos, Jimena estaba aun de pie pero completamente desnuda mientras que yo agachado me comía su dulce clítoris y lamía su vagina. Me puse de pie con mi verga en plena erección y la tome de la mano acercándola a la cama.
Sin cruzarnos palabra, ella sonrió y leyó mi mente. No fue necesario que habláramos para saber que era lo que yo quería. Ella se subió a la cama y se coloco en posición de perrito. Me ubique detrás de ella y parecía un sueño hecho realidad, puesto que me agache y abriéndole sus nalgas seguí lamiendo su tesoro hasta cuando estaba lo suficientemente lubricado. El espectáculo no podía ser mejor, tenía en frente mió sus espectaculares nalgas, su estrecho hoyo del ano y esa vulva cuyo clítoris colgante era un inmenso y delicioso pedazo de carne. De color rosado oscuro, su clítoris estaba listo y húmedo. Luego toque el cielo. Mi verga se hundió en lo profundo de su vagina y me asegure que la tuviera toda dentro de su sexo. Sin moverme, la tome por el cabello y empecé a sentir una sensación de placer única, al empezar lentamente a mover mi abdomen permitiéndole a mi verga entrar y salir de su vulva.
En los siguientes 60 minutos me acorde de los Doctores Martines y Jiménez y recordé sus rostros y sus caras desfiguradas por el placer. Finalmente los entendí y supe el porque de su reacción. En esa posición me dedique a clavar a Jimena y a entregarle tres fenomenales y poderosas descargas de semen. Durante tres ocasiones descubrí lo mismo que ellos sintieron cuando se le derramaron y grite con todas mis fuerzas cada fantástico orgasmo, pero la primera y la segunda fueron muy especiales ya que trate de controlar la eyaculación hasta el final, hasta cuando mi cuerpo y mi verga soportaron lo que era inminente y lo que yo infructuosamente trataba de controlar: el estallido de mi verga en lo profundo de su vagina. La primera vez sentí como mi pene explotaba lanzando poderosos chorros de semen y mi orgasmo duraba más o menos 30 segundos, tiempo durante el cual mi verga seguía escupiendo mi leche dentro de ella. En la segunda vez el orgasmo fue también increíble pero mi pene escupió menos semen. Luego la cambie de posición y de medio lado seguimos expresando nuestros deseos hasta que finalmente, en posición misionero, estando encima de ella, me le derrame por última vez, mientras yo le lamía sus tetas y ella me apresaba el cuerpo con sus brazos al mismo tiempo que ella llegaba al orgasmo. Me acorde de mi esposa Claudia y me imagine que Raúl estaría haciendo lo mismo con ella.
Luego le saque mi verga escurriendo y ella me dijo:
-"Eres un buen amante, papa... me dejaste la vagina llena...".
-"Tienes el culo mas fantástico que haya podido ver, cariño...", le respondí mirando esas deliciosas y redondas nalgas.
-"Tengo un regalo especial para ti... ven...", me dijo ella parándose de la cama y saliendo de la habitación.
La seguí hasta su habitación sin quitarle la mirada al movimiento sensual de su trasero. Me parecía increíble que le había taladrado su vagina en posición perrito y su hermoso culo golpeaba mi abdomen cada vez que mi verga entraba en su vulva. Y claro ese culo lucia igual de parado, como si nada hubiese pasado.
Entramos a su habitación y ella me invito a que me acercara a su cama.
-"Acuéstate y cierra los ojos", me dijo Jimena coquetamente.
Así lo hice y escuche como ella abría unos cajones y sacaba algo de allí. Luego de escuchar sus risas, ella coloco algo sobre mi mano derecha.
"Abre los ojos ahora", me dijo.
Al abrirlos vi en mi mano un pequeño frasco de gel facilitador mientras Jimena se ubicaba sobre el pequeño sillón. Ella coloco sus rodillas sobre el sillón y sus brazos quedaron sobre la cabecera de la silla dejando sus piernas ligeramente entreabiertas. Su trasero quedo resaltado por la posición de su cuerpo y era visible su clítoris salpicado de mi semen y un poco mas arriba ese oscuro agujero del ano. Me puse de pie y mi erecta verga quedo exactamente a la altura de su culo.
-"Ábreme las nalgas y aplícame el gel papi...", me dijo ella volteando su cara hacia mi.
En efecto, destape el gel, abrí sus nalgas y durante tres o cuatro minutos me encargue de vertirle todo el gel en su espectacular hoyo del culo. Cuando ella ya estaba lista, era yo quien no lo estaba. Tenía en frente mío esa belleza de trasero y ese agujero estrecho pero dudaba si era capaz de hacerlo con Jimena.
-"Olvídate que eres mi padre... esta noche eres un afortunado hombre... muchos han deseado mi culo pero Raúl era el único que lo podía hacer... quiero olvidarlo así que por favor ayúdame.... penétrame y disfrútalo...", fueron las palabras que me convencieron.
Abrí su culo y deje que mi verga se hundiera al empujarle lentamente mi abdomen contra su trasero. En los siguientes minutos vi estrellas, Ángeles y sentí el olor del cielo. Mi verga estallo varias veces dentro de su ano y en esa posición perrito clave salvajemente a Jimena descargando todo el deseo por su atractivo trasero y vengándome porque mi esposa Claudia en ese momento muy seguramente abría las piernas para darle paso a la verga de Raúl.
Finalmente, mas tarde, ella paso a la cama y se acostó boca abajo colocando una almohada bajo su abdomen, de la misma forma que el Doctor Jiménez la penetro, y yo me ubique encima de ella, le abrí las nalgas y le hundí mi verga nuevamente dentro de su inmaculado culo para entregarle mis ultimas gotas de esperma y cerrar así esa noche fantástica.
Tener sexo anal con Jimena fue una experiencia maravillosa y nos ayudo a olvidar como mi esposa Claudia y el novio de Jimena, Raúl, en ese mismo momento unían sus cuerpos y expresaban con gemidos y gritos cuanto se deseaban. Claudia se comía el pene fresco y joven de Raúl mientras que él clavaba su verga dentro de sus entrañas.
Al otro día nos levantamos y Claudia llego como a eso de las 11:00 a.m. con un bouquet de flores a disculparse por lo sucedido. Me dijo llorando que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de que continuáramos la relación. Acepte sus disculpas sin contarle lo ocurrido con Jimena mientras que mi hija decidió terminar su relación con Raúl al no aceptar lo que había pasado con su madre.
Como escarmiento y lección para Claudia por lo ocurrido y en vista de que ella se ofreció a "hacer cualquier cosa" por salvar la relación, le ofrecí una noche con mi esposa al Auditor Contable de la empresa. El pobre, a sus 50 años, obeso y con cara de anciano, siempre deseo a Claudia y la miraba con mucho interés. Ella expresaba su repudio y claro no le gustaba la forma como el la miraba. A mi me parecía buena persona y yo sabia que el me envidiaba por tener a Claudia como mi esposa.
-"No me acostaría con el ni por todo el oro del mundo", recuerdo que me dijo mi esposa cierta vez.
Exactamente una semana después de que Claudia se dejo clavar de Raúl, mi esposa entraba a su habitación luciendo la misma minifalda azul que Raúl le levanto antes de tener sexo con ella. Esta vez ella se quedaba en frente del espejo del tocador dejando que el Auditor recorriera su cuerpo con sus manos por espacio de 15 o 20 minutos en los cuales el culo y las tetas de mi esposa fueron su objetivo. Estando ella completamente desnuda, y tomándola de la mano, él la invito a que se acostara boca arriba sobre la cama. Dos minutos mas tarde, yo desde la puerta presenciaba en silencio y con cierta satisfacción por la venganza, como Don Mario, el auditor de la empresa, clavaba su cabeza entre las piernas de Claudia comiéndose muy seguramente el clítoris y la vulva de ella. Cuando su verga estaba ya lista, el se puso de pie y se desnudo, para luego ubicarse encima de mi esposa y abriéndole sus piernas, dejo que su obeso cuerpo se posara sobre el de Claudia hundiéndole su pito en lo profundo de su vagina. En los siguientes 30 minutos, el se sacudía y mecía su cuerpo encima de ella mientras que Claudia, sin abrazarlo, esperaba a que esta pesadilla terminara. Su grito se escucho en tres ocasiones, tres fantásticos orgasmos los cuales el disfruto intensamente.
Durante una hora ese hombre vivió la mejor noche de su vida al poder tener sexo con la mujer que mas deseaba. Durante esa hora Claudia descubrió que nuestra relación vale mas que una noche loca de sexo con un joven y me lo expreso, con rostro de desagrado y asco, al sentir los chorros de semen caliente del auditor mientras que el gritando se le derramaba estando ella en posición de perrito.
Dos meses después de esa noche Claudia y yo fortalecimos nuestra relación pero aun sigo mirando a Jimena con otros ojos. Sin novio, pero con muchos amigos, su culo y sus tetas siguen siendo objeto de deseo y miradas por parte de esa jauría de jóvenes sedientos por hundirle sus vergas dentro de ella. Aun me parece sumamente increíble que fui un afortunado al poder penetrar y derramarme dentro de ese regalo tan especial.
Autor : Desconocido