Soy un viejo de 68 años, mi nombre es Oscar y me falta poco para morir. Si estas leyendo esta carta es porque efectivamente ya estoy muerto. Déjame relatarte por medio de este papel lo que me sucedió.
Me casé con una joven mujer muy hermosa y simpática. Le llevaba el doble de años, no me importó y a ella menos. Déjenme aclararles que ella era mi enfermera, me cuidaba día y noche, así me fui enamorando de ella. Sabía que ella no me amaba, cómo por qué se enamoraría de un viejo decrépito como yo, pero le ofrecí un buen trato. La haría mi esposa y le dejaría todos mis bienes, a cambio ella solo me cuidaría y fingiría amor para mí. Haría su papel de esposa en toda la extensión de la palabra y pensé que así disfrutaría mis últimos años de vida... Estaba equivocado.
La joven aceptó, Maribel, se miraba muy contenta, feliz porque sería en un momento dado inmensamente rica, aunque ella quería hacerme creer que era todo lo contrario, que ella me apreciaba y que la hacía feliz el ser mi esposa y cuidarme mis últimos años de vida.
El día que me casé con ella, no hubieron invitados, solo el juez, los testigos quienes fueron los sirvientes, ella y yo. Cuando firme aquel papel, firme también mi sentencia de muerte. La noche de bodas, Maribel me dio a beber algo que hizo que mi corazón poco a poco se fuera muriendo. En ese transe vi entrar la muerte a mi cuarto. Esta se paró junto a la puerta y se quedó ahí observando. Maribel no estaba respetando lo acordado. Ésta la misma noche de bodas empezó a envenenarme. Ansiaba tener mis millones. Pero eso lo fue todo.
Pasé en cama desde esa noche. Ya poco podía moverme y Maribel sólo se acercaba a mí, a bofetearme y a reírse frente a mi cara. Metía a mi cuarto a su amante y se acostaba con él en mi cama, donde yo estaba postrado. Miraba todo lo que hacían y como se burlaban de mí. Empecé a sentir rabia. Me daba cuenta que me había confiado demasiado de ella.
Postrado y sin poder hablar, ella a veces llegaba a fumarse un cigarro, y con mucha maldad lo ponía sobre mi piel arrugada apagándolo mientras reía. Me decía que disfrutaba mi agonía. Esta mujer salió más malvada de lo que creí.
Un día, junto a su amante se sentaron en mi cama, traían gusanos sobre una bandeja de plata de las más caras que tenía y comenzaron abrir mi boca con violencia, haciendo que me tragara uno por uno aquellos gusanos. Estos no paraban de reír, se carcajeaban con mucha burla y placer. Llevaba ya más de un mes desde aquel día, la muerte seguía en mi cuarto observando todo. Siendo un espectador de mi agonía y de lo que mis agresores hacían.
Así pasé tres largos meses. Mi piel estaba quemada por cigarros y el veneno ya estaba a punto de acabar conmigo. Una noche, la muerte se acercó a mi cama, se sentó y me dijo "hoy te iras conmigo" yo medio moribundo le dije ¿has visto lo que esa perra y su amante han hecho conmigo? No me puedo morir, no me lleves aún" la muerte se sonrió y me contestó "estás desahuciado, no podrías hacer nada en tu estado" ella tenía razón, estaba viejo y moribundo a punto de abandonar este cuerpo. Entonces pensé en algo más... Yo no me iría de este mundo sin antes vengarme, así que le dije a la muerte mi plan. Esta entonces aceptó y así fue como empecé a vengarme de mis agresores.
Esa noche morí, abandoné mi cuerpo viejo y acabado. La muy maldita lloraba en mi funeral, vestida de negro junto a mi ataúd fingía dolor, pero en el fondo estaba ansiosa por mi dinero, por disfrutar de mi dinero.
La muerte seguía conmigo, estábamos ahí parados viendo todo el espectáculo. El día de mi entierro, mi amada esposa iba abrazada por su amante, cuando de repente le dio un dolor muy fuerte en el pecho, este cayó al suelo y Maribel angustiada lo miraba y le preguntaba que qué le ocurría; el bastardo estaba teniendo un infarto... me le acerqué y supe que me podía ver, la muerte entonces se le acerco y empezó a extraerle el alma del cuerpo. En el momento éste salió, y yo entonces me posesione de su cuerpo. La muerte lo tomó y lo lanzó al abismo... el miserable aún no podía creer lo que le estaba pasando.
Mientras yo volvía a vivir de nuevo en un cuerpo más joven ya listo para vengarme de mi adorada esposa. Esta no sabia nada así que sería más fácil, la muerte era mi cómplice y era mi aliada, ahora empezaría lo bueno...
Cuando salimos del cementerio hacia la casa, esta seguía actuando que le dolía mi partida. Hipócrita mujer! Eso me indignaba más, haciendo que mi ira creciera.
Llegamos a la casa y fue entonces cuando se quitó la careta... empezó a reír, tomo una copa y la llenó de vino, me dijo que teníamos que celebrar que sería inmensamente rica. Se acercó a mí y comenzó a besarme los labios. Yo no podía evitar ser frío, odiaba a la maldita mujer esa, y ella lo notó.
Me preguntó que me ocurría, así que traté de simular y seguirle el juego. Le dije que los dos disfrutaríamos de aquella herencia y ese fue un comentario que muy poco le agrado. Ahí sospeché que está con tal de quedarse con todo el dinero podría pensar en deshacerse de su amante quien ahora era el cuerpo que yo ocupaba.
Sin confiarme mucho nos fuimos al cuarto, esta pretendía acostarse conmigo, quería seguir celebrando mi partida. Le seguí la corriente, le dije que se desnudara, mientras yo planeaba mi siguiente paso. Salí del cuarto por más vino, me desvíe a la cocina y tomé el mismo veneno que ella utilizó en mí, lo eche a su copa una pequeña cantidad. Esta haría paralizarla de pies cabeza... me fui a la habitación de nuevo y ahí estaba ella, desnuda y sobre mi cama. No pude evitar ver lo hermosa que era, pero podía más furia que cualquier otra cosa.
Le di la copa con el veneno en el vino. Esta comenzó a beberlo mientras yo la observaba... la muerte estaba ahí, esta sabia mi siguiente paso a seguir. Cuando se acabó el vino empezó a besarme de nuevo... yo entonces empecé a corresponderle, mientras la muerte hacía su trabajo, entre beso y beso mi espíritu se desprendía de mi cuerpo haciendo que ella pudiera ver al viejo decrépito que asesinó. Fue entonces que empezó a gritar. Yo me quedé quieto y con una sonría dibujada en mi cara le dije "pensaste que te habías librado de mí" Maribel entonces pensó que quizá era el vino, que quizá había bebido de más y la hacía ver cosas que no.
Trate de aprovecharme de eso, haciendo que creyera que quizá se estaba volviendo loca. La muerte seguía separando mi alma del cuerpo y eso ella lo podía ver... sus gritos llamaron la atención de los sirvientes, así que me detuve y traté de tranquilizarlos haciendo que pensaran que las copas de más hacían que delirara. En eso el veneno comenzó a hacer efecto y comenzaba a paralizársele cada extremidad de su cuerpo... desnuda cayó totalmente tumbada en la cama, no pudiendo mover ni un musculo más. Me pare frente a ella y entonces se dio cuenta que aquel viejo que ella había asesinado estaba ahí con ella. Le dije que había regresado para vengarme, su amado amante vivía una agonía en el infierno, su alma había sido lanzada a lo profundo de la tierra tomando, así yo su cuerpo.
parecía que sus ojos se saldrían de sus cuencas. Un poco admirada e incrédula me decía que las copas de vino no le habían caído muy bien... le recalque que no era imaginación de ella; pero esta no lo aceptaba. Mucho mejor para mí.
La deje en la cama desnuda aguantando frío. No podía moverse, y no podía gritar como ella quisiera. La tenía en la misma situación que ella me tuvo a mí, postrada en la cama sin poder mover ni un musculo, indefensa ante mí.
Al día siguiente, llegué a su cuarto. La muy perra me decía que la cubriera que sentía mucho frío, camine alrededor de la cama observándola. Me sonreí y le dije que había hablado el abogado, este llegaría en esos días para leer el testamento.
Ella entonces me dijo que seríamos ricos, me habló en plural cuando al principio no le agradaba la idea de compartirla...entonces le dije, que quería esa fortuna toda para mí, La muy descarada se molestó y me dio un rotundo no. Entonces yo la dejé ahí, aguantando más frío y me salí del cuarto.
La deje ahí, sola todo el día. Al oscurecer llegue de nuevo al cuarto. Al entrar empezó a pedirme que por favor le diera agua, que ella estaba sedienta y que sentía mucha hambre... Por supuesto le dije que le daría su cena, me fui a la cocina. Le prepare comida exclusivamente yo, mande a los sirvientes de vacaciones y me quede solo con ella.
Subí al cuarto y le llevé su cena, me le acerqué y le mostré el plato, le dije que esa era su cena y esperaba la disfrutara. Al ver lo que contenía el plato comenzó a vomitar, no pude evitar disfrutar eso. La comida echa por mí, contenía gusanos vivos, partes de rata muerta y cucarachas muy bien fritas. Esta después que dejó de vomitar me dijo que por favor le diera comida, que le diera agua, no aguantaba la necesidad de probar un bocado y que su boca estaba seca. Entonces le volví a mostrar el plato y le dije que si quería comer ahí estaba su comida. Paralizada, la movilice un poco y la senté, le puse el plato en sus piernas y le ofrecí algo de tomar.
Se lo puse en su boca y al saborear lo que tenía el vaso comenzó a vomitar de nuevo. Éste contenía orina y sangre.
Al ver que no comería nada ni bebería nada le deje todo sobre sus piernas y me salí. Aquella mujer comenzó a llorar de desesperación. Podía oír su llanto desde el pasillo. Y en eso me llamó...entré y me dijo que comería lo que le había llevado, no pude evitar reírme. Con mucho placer le daba cada bocado lleno de restos de rata, gusanos y cucarachas. Esta no podía disimular su asco, pero aún así comió. Tomó la orina con sangre y luego de eso la volví a acostar en la cama.
Así pasaron días, esa era su alimentación. Una mañana le dije de nuevo que el abogado llegaría a leer el testamento. Ella tenía que poner todo a mi nombre, la muy perra seguía negándose. Entonces pensé en otro plan.
La muerte disfrutaba mi venganza, esperaba ansioso el siguiente paso. Si con esto esa perra mujer no accedía la muerte y yo pasaríamos al plan B...
El abogado habló de nuevo ese día, yo contesté y me dijo que el siguiente día se presentaba para hacer la lectura del testamento. Maribel, seguía rehúsa a cederme todos mis vienes, así que no me quedaba de otra que pasar al plan B. Esto ella lo lamentaría mucho puesto que sería aún más grande su sufrimiento.
Entré al cuarto y esta se veía un poco demacrada, seguía comiendo lo que le servía, partes de ratas, gusanos vivos y cucarachas fritas. Podía más su hambre que su asquerosidad, estaba superando esa estrategia y eso no me servía de nada.
Me acerque a la muerte quien seguía aún ahí conmigo, le dije que pasaríamos al siguiente paso, esta emocionada , me dijo que sí.
Nos fuimos a la habitación, ella seguía sin ropa, postrada en la cama, podía hablar pero poco, el efecto del veneno podía acabar con ella antes de lo que yo quisiera; así que lo suspendí. Estando ahí con ella, lleve dos martillo y una tenaza. La senté en una silla y de nuevo le volví a preguntar si estaba dispuesta a devolverme todo, la muy perra seguía negándose...entonces tomé el martillo y se lo mostré.
Esta abrió sus ojos tan grandes que parecían que se le iban a salir de sus cuencas, me dijo, me suplicó que no la fuera a lastimar. Le dije que tenía que hacerlo, el abogado vendría a leer el testamento mañana. Maribel, seguía suplicando, pero lastimosamente no cedía. Así que levante mi mano con el martillo en ella y se lo deje ir con fuerza en su mano derecha. Esta entonces comenzó gritar. La volví a golpear en la misma mano con mucho más fuerza que le quebré los huesos, ésta no podía parar de llorar y de gritar.
Me detuve y le volví a preguntar, la muy perra me contestó ¡en tus sueños viejo decrépito! Eso me enfureció al punto de tomar la tenaza, abrí su boca con violencia y empecé a extraerle un diente, llorando seguía insultándome, entonces seguí sacando el diente con mucha más violencia, la sangre corría por su cara llenando mis manos hasta que lo saque. Luego iba de nuevo con otro y me pidió que me detuviera... lo hice pensando que cedería pero la muy maldita empezó a burlarse de mí. Tomé de nuevo la tenaza y tomé uno de sus dedos, agarre un cuchillo y comencé a cortárselo.
Gritaba pero seguía negándose y burlándose de mí. No entendía su actitud, era como si el daño que le hacía no le causaba ningún dolor o efecto. Entonces tomé el dedo que le había cortado y se lo metí en la boca, exigiéndole que se lo tragara. En eso no sé cómo diablos empezó a reaccionar sus extremidades y me dio un golpe en la cara. Sin entender que pasaba la mire y ella me dijo ¡viejo miserable! ¿Así tratas a las mujeres? De pronto la muerte se me acercó y me dijo algo que me dejó helado... ¡Afuera esta alguien! Creo que tu venganza terminó.
Maribel se carcajeaba y yo con mucha rabia camine hasta la puerta, me pare en ésta y comencé a abrirla... Afuera estaba quien nunca pensé ver... Era el mismo lucifer. Éste me dijo "esa mujer me pertenece, hice un trato con ella, ya no la puedes tocar, hice que su cuerpo reaccionara de nuevo, disminuí su dolor y ahora está lista para cobrar su herencia, herencia que le dejaste. Estaba realmente enojado, enfurecido, airado, esta perra había salido más lista que yo. No podía hacer nada, la muerte entonces me dijo "es hora de irnos, hice lo que me pediste pero con el rey de las tinieblas no se puede hacer nada".
Entonces, le dije algo a lucifer, puesto que sentía que no podía irme derrotado. La muerte, lucifer y yo hablamos extensamente. Después de eso, dejé a la maldita en la habitación. Se veía feliz y me miraba con burla, enaltecida y muy soberbia. Ella había ganado y yo había perdido. Abandoné mi casa, la que había sido mía por muchos años y que mucho esfuerzo construí. Esa perra se la quedaría. Era algo que aún no digería, no me quedó de otra que abandonar el cuerpo joven del otro bastardo e irme con la muerte.
Cuando se llegó el día donde el abogado llegaría a leer el testamento ahí estaba ella como si nada, muy bien vestida, perfumada y maquillada. Su sonrisa no cabía en su cara, estaba lista para recibir todos mis vienes.
El abogado llegó se sentó y ella a la par de él y comenzó a leer... Entre más leía el abogado aquel testamento más lloraba mi viuda, entre risas y llanto escucho lo último que dejé escrito ahí... "¿pensaste que te quedarías con todo zorra?" Déjame reírme. ¿Creíste ser más astuta que yo? Maribel comenzó a lanzar todo en aquella casa. Mi trato con el diablo fue cambiar cada línea de mi testamento dejándola sin nada, Así como llegó así se iría de mi casa. Enfurecida corrió al abogado y empezó a tirar los adornos y cuadros que habían en mi casa. Yo no podía para de reír, miraba su rostro y mis carcajadas no las podía evitar; la muy perra me pudo ver, ahí estaba yo, viendo que al final yo salí más astuto que ella.
Maribel quedó en la calle sin dinero y sin su amante. Eso era algo que me llenaba de satisfacción. Estoy muerto pero ella ahora estaba muerta en vida.
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