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jueves, 11 de abril de 2019

Relato de la morgue

Relato de la morgue


Odio el turno de noche. De verdad que lo odio. Sobre todo desde que me trasladaron allí, aunque algunos digan que tuve suerte.
Los pacientes que tengo a mi cargo no se quejan demasiado, o sea, nada. Son muy tranquilos. ¿Será porque están muertos?
Aquí en el depósito casi nunca pasa nada interesante, solo tengo que recibir al cadáver, apuntar la hora de entrada. La verdad es que esa tarea puede ser perfectamente realizada por una persona, pero claro, a alguno de los de arriba se le ocurrió que deberían ponerme un compañero. En este caso, compañera. La chica era muy guapa además era eficiente y simpática. Laura se llamaba. Los primeros días fueron difíciles sobre todo para ella, que era una recién salida de la facultad, y la verdad no estaba muy acostumbrada a ver muertos de tanta variedad.

La cuestión es que ella no lo llevaba bien y poco a poco empezó a cambiar. Me decía que no podía dormir, y que apenas descansaba durante el día. Decía que cada vez que cerraba los ojos veía sus ojos. Los de los muertos. Ojos vidriosos carentes de vida que la vigilaban a todas las horas, pero sobre todo cuando cerraba los ojos. Yo intente ayudarla, mas no lo conseguí, porque un día me dijo que un cadáver le había hablado. Era de noche y yo intentaba leer un libro que un amigo mío me había aconsejado. La jornada había sido tranquila, y solo habían ingresado dos cuerpos, eso si, a uno de ellos le faltaban algunos trozos. Tubo un accidente automovilístico su cabeza se había estampado contra el volante y le había volado la tapa de los sesos. De la misma presión su ojo izquierdo había saltado y sabe dios por donde andaría. Y esa fue la causa. A punto estaba de dar una cabezada leyendo uno de esos capítulos, cuando escuché un grito sobrenatural. Bueno, eso lo pensé yo porque en medio de ese silencio se escucho un grito enorme. Después se escuchó un portazo en la sala donde yo me encontraba y Laura entrando con cara de poseída. Cuando conseguí recobrarme, intente tranquilizarla, cosa difícil, pues a mi me había puesto de los nervios, e intente que me dijera lo que le había sucedido.

Ella solo respondió, "Me preguntó que donde estaba su ojo." ¿Como? "Se levantó y me preguntó que donde estaba su ojo" Un escalofrió me recorrió la espalda. Por un momento me imagine a ese cuerpo deforme levantándose de la mesa de autopsias, preguntando por su ojo. Absurdo. Llame al jefe de personal, y le conté que a Laura le dio una crisis de ansiedad y bla bla... para que se fuera a casa y el jefe accedió. Pero parecía que el destino quería gastarle una broma muy macabra a Laura, porque a la noche siguiente, debido a un fallo en no se qué papeleo el cuerpo del desfigurado tuvo que quedarse una noche mas en el depósito. Laura parecía mas tranquila, aunque yo intente que no estuviera sola y sobre todo, que no viese el cuerpo. De vez en cuando pienso que hay alguien o algo que mueve unos invisibles hilos, para que ocurran ciertos acontecimientos. A la mitad de la madrugada me sobresaltó un ruido. Sin darme cuenta me había quedado dormido por culpa del libro y ese sonido me despertó. Sonaba como un chillido. Llamé a mi compañera. No contestó. Insistí. Y se escuchó un ruido de cristales rotos. y después gritos de mujer.

Corrí como alma que lleva el diablo hacia la Zona donde estaban los cuerpos, mas el camino se me hizo eterno, como en un mal sueño en el que te persiguen criaturas espantosas y tus pies pesan una tonelada. La puerta metálica del almacén estaba cerrada, y al abrirla algo la atrancó. Empujé con fuerza y al abrirse violentamente, entré resbalando y cayendo al suelo golpeándome fuertemente la cabeza. Cuando recobré el conocimiento, lo primero que vi fue una estantería volcada en el suelo con todo el material esparcido y destrozado por el suelo. Bien ya sabemos la causa de que estuviese la puerta atrancada, pero el calor y la viscosidad que me envolvía me hizo sentir un terror horrible. Dios mío, que no sea rojo. Lo es. Aterrorizado, caí en la cuenta de que estaba tumbado sobre abundante liquido rojo. Sangre. Pero al girar la cabeza fue lo que provocó en mí que el mundo se me hundiera bajo mi cuerpo, dejándome en un estado de shock, que lamentablemente no me dejo inconsciente, y pude distinguir perfectamente lo que tenía ante mí. Unos ojos desorbitados que se habían vuelto tanto hacia arriba que, que solo quedaba visible lo blanco. La mandíbula estaba tan abierta por el terror que se había desencajado. Su piel estaba tan blanca que se podían ver a través de ella. Salté intentando ponerme de pie, pero me resbalé y volví a caer al fondo de la habitación

Laura estaba tendida en el suelo muerta y en su mano tenia una botella rota, por fin había perdido el juicio y se suicido. Estuve, un par de días sin poder ir a trabajar, pero tuve que reincorporarme de nuevo. Mi compañero al que relevaba me puso al día, y al ver la lista del almacén mi corazón se aceleró y casi salta por mi garganta. Allí estaba. El accidentado. El deforme. Por lo visto no habían solucionado el papeleo. Las horas pasaron lentamente, y una curiosidad se apoderó de mí. Tenía que verlo. Por su culpa Laura se suicidó. ¿O no? Así que fui al almacén. Allí entre el silencio de ultratumba se encontraba la cámara donde se encontraba. Hacía frío. Los otros cuerpos fueron testigos mudos de mi desfile hasta la pequeña puerta metálica. Con temor la abrí poco a poco, y un chirrido oxidado se escuchó. No se porque, pero tiré demasiado fuerte de la camilla donde se encontraba el cadáver, y por el golpe el brazo derecho se descubrió un poco, dejando ver una muy pálida mano. Entonces fue cuando lo vi. Mi capacidad de razonar luchaba con lo que mis ojos estaban contemplando. En sus fríos dedos, firmemente clavados en ellos. Cristales. No. Aquello no podía ser cierto. Ella sola se lo hizo y no otra persona. Ese lugar carece de ventanas y la puerta estaba cerrada. Ella se quitó la vida. Pero ¿esa expresión aterradora? ¿Qué vio? No, no podía ser.

Pero algo crujió y esos fríos dedos se clavaron en la carne de mi brazo, helándome toda la sangre de mi cuerpo, y paralizándome el corazón. Y ya no recuerdo mas, les juro que es cierto. Por eso odio los turnos de noche. ¿Verdad que usted también los odia, enfermera? ¿Qué hace? ¿Por qué me afeita la cabeza? ¿Me va a doler...?

Relato de la morgue
Tomado de Facebook
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Querida Abby

Querida Abby:

Nunca antes nos habíamos conocido, así que tal vez esto te parezca un poco raro, pero siento que es necesario. Mi nombre es Jay, para empezar. Trabajo en la caja cinco del supermercado de la Calle 67 —¿conoces el que tiene un estacionamiento demasiado grande para la tienda en sí? Ése mismo—. Tengo veinticuatro años, bastante alto y con un aspecto un poco desaliñado. Probablemente no me reconocerías si te hablase, no tengo una cara muy memorable. Je, realmente no sé por qué te estoy diciendo esto si te soy sincero… pero esta no es la razón por la cual te escribo.

Estaba trabajando hasta tarde ayer, fue un día normal la mayor parte del tiempo, pero estarías impresionada de saber lo interesante que este empleo puede ser a veces. Había estado leyendo un libro que mi compañero de la caja siguiente dejó olvidado. Una muy mala novela de misterio llena de clichés. Realmente aburrido si me preguntas. Pero, algo es algo supongo. Cuando te presentaste, sin embargo, mi noche entera cambió. No sé exactamente qué fue lo que llamó mi atención de ti, pero cuando te vi sentí una extraña sensación. Una mezcla entre la excitación y el terror, que sería la mejor manera en la que puedo describirla. Te vi entrar en mi línea y rápidamente me incorporé. Fue sólo en lo que te acercabas cuando me di cuenta de eso que me llamó la atención… eras totalmente hermosa. Te me pusiste en frente, dijiste «Hola» y me diste tu carrito. Pude notar por la forma en que hablabas y caminabas que no habías dormido muy bien, aunque no era extraño teniendo en cuenta la hora. Después de un segundo o dos de silencio incómodo, me percaté de que me habías saludado, y forcé un casual «H-Hola» para responderte. Me maldije mentalmente por eso.

Me quedé en mi lugar por un segundo, tratando de concentrarme. «¿Cuál es tu nombre?», dije. Un poco más tarde me di cuenta de lo raro que eso te podría haber sonado… Me alegro de haberlo hecho, de todos modos. Recuerdo que dijiste que te llamabas Abigail Marrot, pero que podía decirte Abby, ya que era tu nombre de pila. Abby, parecía encajar tan perfectamente. El nombre pareció rodar fuera de mi lengua mientras lo repetía en silencio. Era como miel dulce, se sentía bien con tan sólo decirlo. Parecías perpleja cuando te volví a ver, y me pregunté si había hecho algo que te hubiese molestado. «¿No deberías estar empacándolos?», dijiste, y apuntaste hacia los productos que pensabas comprar. De inmediato, sorprendido y avergonzado, me volteé en tu dirección y me disculpé, para luego empezar a guardar torpemente los productos en las bolsas lo más rápido que podía. No lo creía, ¿Qué tan estúpido era? Pero cuando vi arriba, me di cuenta de que estabas riéndote.

«Eres muy lindo», dijiste. Traté de mantener la compostura, pero estaba obviamente emocionado. «Tú también lo eres», dije, mientras acababa de llenar las bolsas con los alimentos que sobraban. A medida que te ibas, te diste la vuelta cuando abrías la puerta y dijiste «Buenas noches». Me imagino que parezco muy estúpido escribiendo todas estas cosas, probablemente lo recuerdas, quiero decir, pasó ayer. Pero me fui a casa estático esa noche y con toda la confianza del mundo. Siento que es casi irreal, escribiéndolo aquí.

De cualquier forma, quería escribir esta carta Abby, para decirte que te amo. No sé qué fue lo que sentí esa noche, fue una mezcla rara de emociones. Pero de lo que estoy seguro es que en esa pequeña interacción que tuvimos, sentí que había algo entre nosotros.

Te haré llegar esta carta en breve.

Atentamente, Jay.

Querida Abby,

Ha pasado una semana desde que te mandé mi carta y todavía no he recibido ninguna respuesta, pero eso no importa. ¿Cómo has estado? Mi vida ha estado igual de normal que siempre, levantarse, ir a trabajar, ir a la cama. Vivo en un departamento de mierda, pero supongo que eso es lo que consigues cuando trabajas de cajero en un supermercado. Pensé en ti demasiado últimamente, y a veces me pregunto si sigues recordándome.

Te vi de nuevo hoy en el trabajo, esta vez a una hora más razonable, por suerte. Viniste a mi línea de nuevo, lo que me hizo quedar totalmente encantado. Ahora estaba menos nervioso, iba a actuar normalmente, no importa qué dijeses o hicieses. Mientras caminabas hacia mí murmuraste algo tan silenciosamente que no pude entenderlo, y esperaste en el final de la barra a que guardase tus productos… Esto evidentemente no era lo que esperaba, pero tampoco era tan malo. De hecho, no parecías sentir nada en absoluto. Estaba esperando que me hablases o evitases como si tuviese la peste, pero seguiste tu camino como si yo fuese cualquier extraño. Esto me hace dudar de si recibiste mi carta, quizá deberías chequear tu buzón más a menudo.

Poco después de que terminase de empacar tus cosas, pagaste y caminaste hacia la salida. Claro, éste es un proceso muy normal para mí ya que lo hago 50 veces al día, pero me había determinado desde la noche que te escribí mi primera carta a socializar más contigo la próxima vez que te viese. No estaba satisfecho, tenía que lograr un progreso. Hay un pequeño cuarto en el extremo izquierdo opuesto a la entrada del supermercado, designado para el personal. Allí guardan todo el contenido tomado por las cámaras de seguridad, acerca del cual el personal hemos sido instruidos en nuestra inducción. Para mi suerte, hay una cámara situada justo al lado de mi línea.

Esperé a que el supermercado cerrase, y después entré. Tras inspeccionar algunas pantallas de televisión encontré la que daba vista de mi línea. Y luego de unos minutos de escanear, te encontré. Di pausa en el mejor ángulo que pude captar. Verte por tanto tiempo me hizo darme cuenta de lo perfecta que eras; cada rasgo de tu cuerpo, tu pelo, tu cara, tus piernas… Tu pecho, era simplemente perfección. Puse en reversa la toma de cuando pasaste por mi línea un par de veces, no podía evitarlo. Mis ojos estaban perdidos en la pantalla.

Después de algunos minutos de consideración, saqué la cinta, la puse en mi bolsillo, y volví a mi casa. Sabía que no estaba permitido, bien podía ser despedido por tales acciones, pero no podía evitarlo, Abby, te amo. Amo todo sobre ti. Pienso constantemente en ti. ¿Sientes lo mismo por mí, Abby?

Por favor, escríbeme de vuelta pronto.

Sinceramente, Jay.

Querida Abby,

Ya pasaron tres días y todavía no obtengo una respuesta. ¿Por qué no quieres hablarme? Sigo dudando de si te llegaron mis otras dos cartas, por favor dime si te llegaron.

Así que me han despedido, encontraron la cinta que faltaba. Recibí una llamada del jefe de la tienda a las seis de la mañana del lunes y me dijo que debía ir inmediatamente. Me convocó a una junta obligatoria para todo el personal. Cuando llegué, la mayoría se hallaban reunidos alrededor de una mesa con mi jefe a la cabeza de ésta. Una vez que no faltaba nadie nos dijo que se había producido un robo ayer, nos habían robado cerca de dos mil dólares en mercancías y las pruebas estaban en la cinta que había tomado… Sólo mi suerte. Nos dijo que nadie iba a salir de la habitación hasta que alguien confesase. Después de algunos minutos, finalmente cedí. Le conté todo, cómo me sentía sobre que tú y yo tuviésemos una conexión. Luego de contar mi historia, todos en la sala me veían asombrados. Esperé. De pronto, mi jefe rompió la tensión. «Jay, estás despedido. Vete y no vuelvas jamás», dijo.

Ese maldito idiota, siempre me trató como mierda. Ha estado sobre mis talones desde el día que me dieron el trabajo, juro que estaba esperando que cometiese algún descuido para poder justificar despedirme. Y la única vez que tengo un desliz se entera. ¿Por qué no me comprende? ¿Acaso no entiende que estamos hechos el uno para el otro? Cualquier hombre hubiese entendido, cualquiera en mi puesto hubiese hecho lo mismo, ¿verdad?

Te he estado buscando mucho últimamente, sin trabajo tengo todo el tiempo del mundo para aprender cosas sobre ti. Hoy conduje hacía tu departamento, se ve muy bien, mucho mejor que el mío. ¿Sabías que vives a sólo kilómetro y medio de mi edificio? Pregunté para verte muchas veces, pero me dijeron que no pasabas ahí todo el tiempo. Me sentía más y más desanimado, pero estaba decidido a verte de nuevo.

Después de unas horas de preguntar, opté por quedarme en el estacionamiento esperando a que vinieses, y después de varias horas esperando lo hiciste. Era tarde por la noche, creo que alrededor de las nueve. Te vi parquear tu coche y salir. Sentí una oleada de calor al ver tu cara de nuevo, sé que tengo la cinta para verte pero no se compara con verte en vida real. Me aseguré de grabarlo para más tarde cuando esté en mi casa, esta vez con una cámara de muy buena calidad. Quería capturar tantos detalles como fuesen posibles, no tenía idea de cuándo sería la próxima vez en que te vería y la cinta ya no era suficiente para mí.

No puedo sacarte de mi cabeza nunca más, nunca. Todo lo que hago es ver ese video que grabé de ti una y otra vez. Abby, quiero que estés conmigo siempre. Quiero despertarme en las mañanas y tenerte a mi lado.

No puedo esperar a verte de nuevo.

Con amor, Jay.

Querida Abby,

Tengo noticias muy emocionantes Abby, ¡me estoy mudando a tu departamento! ¿No estás emocionada? Podremos pasar horas y horas juntos, va a ser simplemente perfecto.

Déjame explicar, mi trabajo pagaba sólo lo suficiente como para que pudiese cancelar la mensualidad del alquiler y comprar alimentos cada semana. Debido a esto, he tenido poco o ningún dinero en mis ahorros, no estaba en condiciones de durar mucho más. Fui capaz de postergarlo algunos días, pero hoy fui desahuciado. Aunque me aseguré de traer conmigo mis cintas de ti y fotografías, y mi cámara por supuesto.

Realmente deberías decirle a tu casero que mejore su personal, pude pasar a los de seguridad fácilmente. Subí a tu habitación y toqué la puerta, pero nadie contestó, así que decidí entrar por otros medios. Me di cuenta de que hay un conducto de ventilación en la esquina inferior de tu habitación; no es raro teniendo en cuenta el calor que puede hacer aquí en verano. Supuse que tenía que haber algún tipo de escotilla por la que pudiese meterme. Después de algunos minutos de buscar, encontré una puerta al final de tu pasillo que se veía como un cuarto para el personal, y por suerte había una forma de entrar a los conductos desde ahí.

Me arrastré a lo largo de ellos hasta llegar a tu cuarto, era muy estrecho y era también muy difícil moverse por ahí, pero me las arreglé. Cuando llegué, sentí una oleada de éxito. Como las luces estaban apagadas y no alcancé a verte comprobé que no estabas en casa, pero soy paciente. Recorrí con la mirada todos los rincones de tu habitación, tratando de memorizar cada detalle. Tu olor me abrumó cada instante que pasé ahí, el cual había percibido las dos veces que viniste a mi línea en la tienda, pero nunca tan intensamente. Fue fascinante, no pude poner mi dedo en ello, pero me recordaba a algo, era casi como melocotones. Me he condicionado a ser extremadamente paciente, así que te esperé por horas. Puedo permanecer inmóvil por varias horas consecutivas, sin mover un músculo; nadie iba a fijarse en mí.

Entonces, finalmente llegaste a casa. Sentí una amplia sonrisa formarse en mi cara al segundo en el que oí la puerta abrirse. Allí estabas, mi amor. En ningún momento advertiste mi presencia, la luz en tu habitación parecía estar en el ángulo indicado para que no vieses nada en la rendija de la ventilación más allá de los primeros centímetros. Traté de contener mi excitación, pero empecé a respirar muy pesadamente. Traté de ocultarlo lo mejor que pude pero me fue difícil… De repente miraste directo a la rendija. Me silencié completamente. Después de unos segundos parecía que habías perdido el interés, eso me hizo sonreír. Este era el lugar perfecto.

Pude notar que te había incomodado sin embargo, durante toda la noche te levantabas para dar una mirada a la rendija. Las personas parecen tener un sentido que les hace saber si alguien está observándolas, puede llevarlas a tener un ataque de pánico. No trates de fingirlo Abby, puedo darme cuenta de cuando alguien está despierto, de cuando está tan asustado que se le hace imposible dormir. ¿Por qué estás tan asustada, en todo caso? Soy yo, ¿por qué te asustaría? Sabes que te amo. Lo sabes, ¿cierto?

Estoy ansioso por pasar todos los días contigo de ahora en adelante Abby; escribe de vuelta si puedes.

Con amor, Jay.

Querida Abby,

Te he visto despertar esta mañana, yo no pegué un ojo en toda la noche. Eres demasiado apasionante, me pasé la noche entera mirándote. No pude evitarlo… cada vez que intentaba apartar la mirada, mis ojos se dirigían de vuelta hacia ti en unos segundos. Tuve la tentación de salir para tener una mejor vista de ti varias veces en la noche, pero me resistí. No podía dejar que me descubrieses, no por ahora al menos.

Me pareció que te pasaste demasiado tiempo en el baño por la mañana, asumí que dándote una ducha o poniéndote maquillaje. No, ¿por qué harías eso Abby? Cualquier cosa que pueda cambiar tu aspecto natural sólo ocultaría tu verdadera belleza. ¿No quieres que todos vean lo que yo veo de ti?

Te marchaste poco después a trabajar, o eso creo. Tras reflexionarlo un momento, decidí salir del conducto. Deslicé mi mano por una de las rendijas y saqué los tornillos. La superficie de la rendija era muy lisa, así que fue fácil encontrarlos. Agarré uno y lo retorcí tanto como pude, y finalmente lo pude sacar. Hice esto con los otros y retiré la rendija.

La primera cosa que hice fue ir al baño. Me deshice de todo lo que pudieses usar para cubrir tu cara, esas cosas me repugnan. De esta forma todos verían cómo eres realmente. También encontré algo más ahí, tu cepillo para el cabello. Lo agarré y lo atraje a mi cara para examinarlo; era de un azul apagado, con un mango redondo de mucho espesor. Pero eso no me interesaba, los cabellos… eso era lo que me interesaba. Me tomé unos minutos sacando todos los que podía ver, y los alineé en tu repisa. Los conté, obtuve 59. Esto me satisfizo enormemente; los recogí y los guardé en mi bolsillo.

Pasé el resto del día revisando tus cosas para aprender más sobre ti, tus intereses y tal. Veo que eres una gran fanática de las películas. Encontré tu colección detrás de tu armario, tengo que admitir que es muy impresionante. Pero he encontrado algo allí que me hizo enfadar, una foto tuya con otro hombre. Me desgradó tan sólo mirarlo, abrazándote cómo si le pertenecieses. No te hará falta.

A eso de las ocho de la noche me pareció que lo mejor sería regresar al conducto de la ventilación, siempre sueles llegar a esa hora… Luego tuve otra idea. Miré hacia tu cama, las mantas estaban colgando por lo bajo, lo suficiente como para rozar el suelo. Así no podrías ver bajo la cama, a menos que las acomodases. Primero puse la rendija en su lugar, y luego me deslicé por debajo de tu cama con una sonrisa en mi cara. Cuando volviste estabas completamente pálida, y me di cuenta de que venías con alguien más. Te decía que escuchó ruidos venir de tu apartamento mientras no estabas. Me grité a mí mismo mentalmente, debía de ser más cuidadoso. Ir bajo la cama había sido una buena idea después de todo, ya que, obviamente, tu primer idea fue ir a ver por la rendija. Agradeciste a la persona y se fue. Por fin, estábamos a solas.

Aguardé en silencio hasta que te fuiste a la cama, me pareció una eternidad hasta que lo hiciste. Esa noche sería mi oportunidad de tenerte más cerca; pero fui cauteloso, esperé hasta que estuvieses profundamente dormida, y sólo entonces me deslicé fuera de la cama. Y te vi ahí postrada, te veías increíble. Cada curva de tu cuerpo era perfecta, cada pequeño detalle era hermoso. Te acerqué mi mano y empecé a acariciarte la cara, era tan suave como la seda. Estaba muy excitado, tu belleza era abrumadora. Poco a poco me bajé el pantalón y empecé a tocarme, traté de controlarme para no despertarte, pero me fue imposible. Sentía el más puro éxtasis, todo sobre ti era perfecto.

Regresé a mi lugar poco antes de que amaneciera. Me aseguré de prestar atención estos días, no viste mi carta más reciente Abby, simplemente no debes de chequear tu buzón. Haré un cambio, voy a dejar ésta en tu repisa.

Ah, me olvidé, estoy preparándote una sorpresa. Fíjate en tu armario después de leer esto.

Tuyo siempre, Jay.

Querida Abby,

Hoy pasé mi tiempo dándole los toques finales a tu sorpresa mientras estabas en el trabajo, realmente vas a amarlo. He puesto todo mi esfuerzo en ello, ¿sabes? Llegaste a casa a las ocho treinta de nuevo, y viste mi carta casi inmediatamente. Empecé a sonreír mientras la abrías, esperando a ver tu reacción. Te veías confundida al principio, después alarmada, y finalmente horrorizada. Empezaste a temblar violentamente y vi que empezabas a llorar… ¿No te gusto, Abby? ¿Por qué llorabas? ¿No me amas? ¿NO ME AMAS ABBY?

Todo lo que pasó después de eso fue un borrón. Volteaste al armario sin dejar de sollozar, como contemplando la opción de abrirlo o no. En su lugar, pasaste corriendo entre el armario y la puerta. Cuando volviste tenías todas mis cartas, que no tardaste en leer… bueno. En algún momento parecía que ibas a romperte y a hacerte un ovillo en el suelo. Estabas desesperada por decir algo, pero totalmente paralizada por el miedo. Después de unos diez minutos, te vi mirar bajo la cama, en el conducto de la ventilación, en cualquier lugar en el que pudiese estar. Verás, Abby, soy más inteligente que eso. Sabía que ibas a buscarme en esos lugares, así que encontré un mejor lugar después de terminar tu sorpresa. Nunca me encontrarás aquí, nadie lo hará. ¿No es genial? Puedo observarte para siempre y no hay nada que tú u otros puedan hacer.

Aunque, todavía no viste tu sorpresa Abby. Sé que aún seguías pensando en ello, te vi mirar al armario repetidamente. ¿Qué podría haber ahí? ¿Qué ibas a encontrar? Esto no podía durar para siempre, tú y yo lo sabíamos. Vi que caminabas lentamente hacia el armario buscando a tientas el mango para abrirlo. De súbito, lo agarraste firmemente y lo abriste.

Era un libro de recuerdos, de ti y de mí. Te vi pasar las páginas, parecías sorprendida. Nos saqué fotos juntos cuando no estabas mirando, fotos de ti durmiendo, fotos de ti en la computadora; esparcí los cabellos que coleccioné en él. También pegué fotografías de parejas juntos, con nuestros rostros, por supuesto. Y la fotografía de ti y ese estúpido al fondo, con su cabeza desgarrada. ¿No terminas de entenderlo, verdad, Abby? Nadie, NADIE puede tenerte excepto yo. Estamos hechos el uno para el otro, y para nadie más.

Te vi llorar por otros treinta minutos, y luego te paraste y corriste fuera de tu departamento. Volviste con muchos policías. Eso me desconcertó. ¿Por qué traerías a esas personas a nuestro cuarto? Ellos nunca me encontrarán, pero si lo hiciesen podrían arruinar todo. Todo mi trabajo en las últimas semanas sería en vano. Tú no quieres eso, Abby.

Estoy exhausto por el trabajo de hoy, y por más que te ame, necesito dormir.

Buenas noches Abby.

Con amor, Jay.

Querida Abby,

¿Ves lo que has hecho Abby? ¿VES LO QUE HAS HECHO? Me desperté a las ocho de la mañana y te vi haciendo tus maletas frenéticamente; estaba confundido al principio, pero luego entendí. Me estabas dejando. Ya no me amabas. ¿Cómo pudiste hacerme esto, Abby? Fuiste la única persona a quien quise en toda mi vida. No tenía una razón para vivir, pero cuando te conocí tuve un último deje de esperanza. Pensé que al fin tenía un propósito para continuar con mi vida de mierda. Y fuiste y tiraste todo eso por la borda. ¡¿Cómo pudiste Abby?!

Unos segundos después saliste de tu habitación. Yo salí de mi escondite y te seguí. Vi que arrojaste tus maletas en el baúl y te disponías a entrar a tu coche. ¿En serio creías que podrías librarte de mí Abby? No iba a dejar que te alejases, nunca dejaría que eso pasase. Tuve que golpear tu cabeza y noquearte para que detuvieras tu escándalo.

Estaba preparado en caso de que reaccionaras así. Reservé uno de los depósitos en las afueras de la ciudad el día en que decidí mudarme contigo. Nos llevé con tu auto hasta allí, te agarré y te traje dentro conmigo. Me tomó poco tiempo así que seguías inconsciente, me aseguré de revisar en tus bolsillos que no tuvieses tu celular. Te senté en la parte de atrás del pequeño cuarto y cerré la puerta. Llamé al propietario y le dije que había visitado mi depósito la otra vez y me había olvidado de cerrarlo, y le pregunté si no le molestaría cerrarlo por mí. Por supuesto, él dijo que sí y colgué. Luego tiré el celular en el suelo y lo pisoteé, para asegurarme de que nunca más funcionase. Poco después lo escuché venir y cerrar la puerta.

Alrededor de una hora más tarde, vi que empezabas a despertarte. La primera vez escuché un quejido muy débil, luego tu pierna empezó a moverse. Un poco después estabas completamente despierta. Cuando viste mi cara, empezaste a gritar, lo que luego disminuiste a un gemido, y luego a un murmullo. Ahí fue cuando lo viste, la otra cosa en el cuarto. Mi cuchillo. Era obvio qué hacía aquí, y después de un segundo de entendimiento te precipitaste a recogerlo.

Vi la muerte en tus ojos y dije «Abby, te amo»… y luego sentí el dolor punzante del cuchillo siendo introducido en mi cuerpo. Creo que lo sacaste y lo clavaste de nuevo con mucha fuerza. Pude sentirlo en cada momento, como un fuego ardiente en mi pecho. Caí en el suelo, riendo mientras tosía sangre. Te vi retroceder, temblando, y sentarte de nuevo en tu rincón.

Y ahora, mientras me siento sobre un charco de mi propia sangre escribiendo esto, me pregunto cómo saldrás. ¿Usarás el cuchillo para tomar tu propia vida? ¿O vas a dejar que el hambre te mate? De cualquier manera, estaremos juntos en la muerte Abby. Juntos desde el día en que te vi, hasta el día que ambos morimos. Y mientras estás sentada ahí, llorando, puedo decirte que llegué a una conclusión. Abby, esto es todo lo que quería, y por eso quiero decirte gracias.

Con amor, Jay.

Querida Abby
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La desaparición de Tara Calico

El 20 de septiembre de 1988, Tara Calico, de 19 años de edad, salió de su casa, en Nuevo México, a dar un paseo en bicicleta a las 9:30 de la mañana, avisando a su madre que la buscara si no regresaba a casa para el mediodía.

A Tara le gustaba salir a correr y hacer deportes. Ese día, había quedado con su enamorado para jugar tenis a las 12:30. Al ver que no llegaba, la madre de Tara salió en su búsqueda, tal como le pidió, pero cuando esta no pudo encontrarla en la ruta que siempre seguía, decidió llamar a la policía.

Los testigo dicen que vieron un carro tras la chica, quien no se había dado cuenta de la presencia de este. Se desconoce si el carro tuvo algo que ver con la desaparición. La bicicleta tampoco fue encontrada. Al día siguiente, la madre encontró parte de un Walkman y un casete a 4km de su casa, pertenecientes a su hija. Ella creyó que Tara dejo estos elementos, como una marca para dar con su paradero. Así pasaron los meses, hasta que el 15 de Junio de 1989, nueve meses después de su desaparición, una foto, tomada con una cámara polaroid, fue encontrada en el estacionamiento de una tienda, en Florida. Se descubrió que la foto había sido tomada en una van de la marca Toyota. Los oficiales más tarde dijeron que había sido tomada antes de mayo de 1989, ya que el material de la película fotográfica con la que se tomó, no estuvo a la venta antes de esa fecha.

En la foto se puede ver a un niño junto a una joven muy parecida a Tara. Ambos aparecen con la boca tapada y las manos atadas. Junto a la joven se observa la novela Mi dulce Audrina, de la escritora Virginia Cleo Andrews. Resulta que esta era la autora favorita de Tara. Además, si se observa bien, parece que en la tapa del libro hubiese un número telefónico, el cual, lamentablemente, no se llega a leer. Las autoridades creían que la joven en la foto había sido vista días antes caminando cerca de donde se encontró la foto.

Testigos que la vieron, confirman que estaba acompañada por varios hombres quienes parecían darle órdenes verbales a la joven. Algunas personas creen que el niño en la foto era Michael Henley, un niño de 9 años quien desapareció en abril de 1988, también de nuevo México. La madre del pequeño dijo que el de la foto si era su hijo, pero lamentablemente, los restos del niño fueron encontrados en las montañas Zuni, en 1990. La policía examinó la foto pero no pudo determinar si la joven era Tara, o si el niño era Henley.

Otras 2 fotos fueron encontradas pasados los años, ambas tomadas con una cámara polaroid. La segunda foto fue encontrada esta vez en California. La imagen era borrosa pero la madre de Tara dijo que la joven de la foto si era su hija. La almohada que se aprecia es muy similar a que se vio en la primera foto descubierta. La siguiente foto encontrada, se realizó con una película fotográfica que no vendió hasta 1990, mostraba a una joven débil, con los ojos cubiertos por gasas y unos lentes oscuros.

A su costado, un hombre aparecía sentado. Se sospecha que la foto fue tomada en un tren, aunque actualmente la foto no está a la vista del público. La mama de Tara no estaba tan segura de que sea su hija la de la foto. Hasta pensó que solo eres una broma cruel. 20 años más tarde de la desaparición, el sheriff Rene Rivera, aseguro saber lo que había sucedido Calico.

Al parecer, dos jóvenes conocidos de Tara, manejaban tras de ella, hasta que accidentalmente la atropellaron. Los jóvenes, para no tener problemas con la ley, decidieron enterrar su cuerpo en los alrededores. El sheriff aseguro también conocer el nombre de estos jóvenes, pero sin un cuerpo encontrado, él no podía decir nada. El padrastro de la joven dijo que el sheriff no debía hacer este tipo de comentarios si no iba a dar nombre, ya que no ayudaban en nada, mucho menos sin pruebas suficientes. Los padres de Tara siguieron viviendo en el mismo lugar durante 15 años, hasta que se mudaron a Florida. Su papá falleció en el 2002, y su madre, en el 2006. Su padrastro sigue buscándola aun hoy en día, ya que el caso aún está abierto, y sigue sin resolver.

Sin dudas un gran misterio.

La desaparición de Tara Calico
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La verdadera historia de "La huérfana"

La verdadera historia detrás de la película "La Huérfana".

La verdadera historia de "La huérfana"

La verdadera historia de "La huérfana"

Klara Mauerova nació en el año 1975, en la República Checa, o conocida antiguamente como Checoslovaquia. Desde bien pequeña vivió obsesionada con todo lo relacionado con Dios y la religión católica, llegando a creer que ella había sido seleccionada para realizar importantes misiones en la Tierra.

Su hermana menor llamada Katerina, también tenía una forma de actuar parecida a ella, y unos gustos muy semejantes, llegando también a creer que era un ser especial con una importante misión a realizar en el mundo.

Desde bien pequeñas pues, su interés por lo místico era prácticamente una patología mental...
Sin embargo y cuando parecía que todo era normal en la vida de una de nuestras protagonistas de hoy en la web, todo se torció, y comenzó a maltratar a su marido y padre de sus hijos, el cual acabó abandonándola, harto de sus excentricidades.

Como suele pasar en estos casos y cuando ya estaban divorciados, ella se quedó con la custodia de sus dos hijos.

Los niños fueron creciendo en un buen ambiente, donde Klara se comportaba como cualquier otra madre, teniendo muchos detalles con sus retoños, y desviviéndose por ellos. Sin embargo ella tenía una preocupación: la extrema soledad cuando ellos iban a la escuela.

Dicha soledad fue la que le empujó a llamar a su hermana Katerina, para que se fuera a vivir con ella y sus hijos, a su casa. Katerina aceptó la propuesta...

Durante sus años en la universidad, las dos hermanas conocieron a una chica de nombre Barbora Skrlová, la cual padecía una de estas enfermedades llamadas como raras, la cual consistía en aparentar ser una niña, cuando en realidad ya era una persona adulta. Al parecer su enfermedad era del tipo glandular.

Ella ni corta ni perezosa, utilizaba su propia enfermedad, para cometer delitos de todo tipo, a sabiendas que cuando vieran que era una supuesta niña, las autoridades no iban a perseguirla.
Sin lugar a dudas y sin que sirva de justificación, la presencia de Barbora en las vidas de Klara y su hermana Katerina, marcarían su destino para siempre.

Pasaron de ser unas chicas muy religiosas, a cambiar sus caracteres por completo, hasta el punto de no importarles absolutamente nada todo lo relacionado con la religión que tanto habían practicado a lo largo de sus jóvenes vidas.

Barbora introdujo a las dos hermanas checas, en una especie de culto denominado como "Movimiento del Grial", el cual consistía en que todo aquel que estuviera dentro de dicho movimiento, debía por obligación liberarse de tabúes sociales, como por ejemplo la práctica del incesto (sexo entre familiares) o por ejemplo el canibalismo.

Al parecer tenían un líder con identidad oculta como no podía ser de otro modo, con el sobrenombre de "El Doctor", el cual ordenaba a sus fieles seguidores mediante SMS a sus teléfonos, lo que tenían que hacer en el día a día. Entre dichos seguidores, ya se encontraban nuestras 3 protagonistas.

Este monstruo del cual hemos hablado anteriormente, apoyaba firmemente el abuso sexual a menores, la esclavitud de niños, y todo lo relacionado con hacer daño a personas menores de edad.

Klara por su parte totalmente influenciada por Barbora, y como poseída por el mismísimo diablo, comenzó a dejar de ducharse, y se afeitó la cabeza y las cejas, para imitar a su gran amiga.

A pesar de todo, Klara seguía atendiendo a sus hijos con casi toda normalidad, y esto hacía hervir la sangre de Barbora, la cual comenzó una campaña contra los pequeños, lavándole el cerebro a Klara, para que comenzara a tratarlos mal. Todo esto, porque ella era muy posesiva y celosa...

Se llegó a creer en su momento, que en realidad Barbora estaba enamorada de Klara.

Klara comenzó a sentir animadversión por los críos, y una vez Barbora ya tenía controlada toda la situación en la casa, le propuso a Klara el construir una especie de jaula de hierro, para introducir allí dentro a los pequeños, diciéndole textualmente "de este modo ya no nos molestarán y podremos continuar con nuestras misiones en la Tierra".

Todo esto sucedió en el año 2007, es decir relativamente cercano en el tiempo. Los niños entraron en aquella jaula maldita en dicho año, y allí estuvieron encerrados hasta un año después.

La pesadilla terrible solo había hecho que comenzar, para los pequeños Ondrej y Jakub. Una vez ya encerrados en la jaula, los dejaron completamente desnudos, para que hicieran sus necesidades en el suelo, y no en sus ropas.

Barbora no contenta con esto, comenzó a dar nuevas instrucciones a la madre y tía de los niños, instrucciones las cuales siguieron a vuelapluma...

Comenzaron a someter a unas torturas terribles a los pobres críos, consistentes en quemarlos con cigarros, aplicarles descargas eléctricas a través del hierro de la jaula, les azotaban con látigos a carne viva, y les sumergían las cabezas en cubos de agua. Así mismo los aseaban con agua muy fría, o hirviendo dependiendo de lo que decidiera Barbora.

Lo peor de todo, es que los pequeños debían dormir allí dentro encerrados en esa jaula, sin mantas ni ropa donde abrigarse del terrible frío checo, y debían hacerlo sobre sus propias heces y orines. Cualquier esbozo de cualquiera de los niños, ellas respondían con golpes brutales a través de los barrotes.

Este monstruo llamado Barbora, un día se le ocurrió que los niños debían engordar ya que estaban muy flacos, y para ello comenzaron a darles abundante comida y bebida. Cuando habían cogido peso, uno de ellos (Ondrej), viviría la mayor pesadilla que un niño podría tener en su vida, cuando su propia madre con un cuchillo, y siguiendo las instrucciones de Barbora, le arrancó unos pedazos de carne, de su pierna.

Su hermano Jakub presenció aquella escena, como pueden imaginar absolutamente aterrorizado, a sabiendas que en algún momento le tocaría a él el turno.

Las tres comenzaron a comerse la carne del niño, delante de ambos, y ante los gritos de dolor ensordecedores del pequeño Ondrej.

Klara volvió a cortar carne de los niños, en este caso de su otro hijo Jakub, y nuevamente se repitió el atroz acto, ante la vista de los niños. Y así sucesivamente, durante todos los meses, al menos una vez, practicaban el canibalismo con los pequeños.

Afortunadamente y como pasa en el 99 por ciento de este tipo de casos, un error cometido por un monstruo que tiene una inteligencia nula, sería el que al final dejaría toda esta trama de sangre, canibalismo, aberración y maldad a raudales, al descubierto.

Barbora (el monstruo) decidió comprar una cámara de vigilancia que se utilizan para vigilar a los bebés en sus habitaciones, y la misma la instalaron en el lugar donde estaban los niños metidos dentro de la jaula del horror. Casi como si de un milagro se tratara, los vecinos de ellas, también instalaron una cámara similar para controlar a su bebé, y con tan buena suerte que se produjeron interferencias, y en realidad los vecinos vieron las imágenes de los niños, cuando estaban siendo torturados por estos 3 seres inmundos.

Este vecino muy hábil, grabó un video de las imágenes atroces que estaba presenciando, y lo llevó corriendo a la policía, la cual comenzó la investigación en tiempo récord, ante el inminente peligro que tenían los dos niños, de perder la vida en cualquier momento.

Fue el 10 de mayo del año 2007, cuando la policía entró a la fuerza en la casa de las 3 sujetas, a pesar de la amplia resistencia que presentaron las dos hermanas, para que los agentes no llegaran hasta el ático donde estaban los pequeños metidos en la jaula, y con parte de sus cuerpos totalmente desmembrados y mutilados.

Muchos de los agentes que participaron en la operación, confesaron que nunca habían visto algo igual en toda su vida como policías, y confesaron haber sufrido nauseas dado el olor nauseabundo que había allí dentro, provocado por las heces, los orines y la sangre y carne podrida, que había en el interior de la jaula donde estaban los menores, en condiciones lamentables y dignas de una película gore.

Lo más sorprendente de esta historia, fue el desenlace de la misma en relación a Barbora. Aprovechando su aspecto de niña de entre 10 y 15 años, supo engañar a los agentes durante el registro, sosteniendo un muñeco de peluche, y diciéndole a los policías que estaban en pleno registro de la casa de las hermanas Mauerova, que era una niña pequeña que había sido adoptada por Klara. De este modo logró huir de los policías.

Uno de los pequeños falleció en el hospital, ya que tenía parte de la carne de su cuerpo colgando, y completamente podrida. Desconocemos la identidad del fallecido.

El otro niño logró sobrevivir, y fue pieza clave en el juicio contra su madre y su tía, para que ambas fuesen condenadas como autoras de los delitos tan aberrantes.

Durante la celebración del juicio, ambas declararon que la culpable de todos los hechos era Barbora, pero fueron condenadas igualmente. Barbora logró escapar tal y como comentamos anteriormente, y su punto de huida fue al país de Noruega, donde tras hacerse pasar por un niño, siendo incluso adoptada por una familia de dicho país escandinavo, fue detenida por la policía un año después de fugarse de la República Checa.

Los padres adoptivos del supuesto niño de 13 años llamado Adam, quedaron totalmente consternados cuando se enteraron que en realidad su supuesto hijo adoptivo, era una mujer de 36 años, que además era una caníbal muy peligrosa.

Este suceso ha sido calificado por parte de las autoridades de la República Checa, como de los más atroces y horripilantes de la historia criminal del país, al menos en lo que se refiere a abusos brutales sobre personas menores de edad.

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La leyenda de Pascualita

LA LEYENDA DE PASCUALITA, la novia más bonita de Chihuahua-México.

La leyenda de Pascualita

Esta leyenda trata de un maniquí que permanece hasta nuestros días y que es objeto de la visita de los sabedores de esta historia, quienes visitan el aparador de la tienda para novias más antigua de México, "La Popular", justo en la esquina de las calles Ocampo y Victoria, en pleno centro histórico de Chihuahua.

Es ahí donde se encuentra “Pascualita”, aunque su dueña la señora Pascualita Esparza Perales de Pérez, dueña del establecimiento realmente la nombró “Chonita”, pero la llamaban “la hija de Pascualita” y finalmente se acortó a “Pascualita”, o conocida también como “la novia más bonita de Chihuahua” debido a los vestidos que modela.

La Pascualita desde su llegada llamó poderosamente la atención de los transeúntes pues algunos dicen que es un maniquí de cera muy bien confeccionado, pero hay quienes aseguran que es el cuerpo embalsamado de una joven mujer y que en las noches cobra vida y cambia de posición.

Y es que el minucioso trabajo en su elaboración está cargado de un realismo que a veces da terror: el tinte de la cera que forma su piel, sus estilizadas y sumamente detalladas manos, el pelo natural meticulosamente insertado en su cabeza y sus pestañas, unos ojos de cristal que rayan en la perfección y que generan una mirada penetrante y sugestiva, aunada a una misteriosa sonrisa han provocado que más de uno se detengan creyendo que es un ser con vida… o que alguna vez la ha tenido, lo que ha generado muchas leyendas a su alrededor.

De su origen se cuentan dos versiones:
Se dice que llegó a México desde París para adornar los aparadores del Puerto de Liverpool, y que en un viaje de compras de la señora Pascualita la vio y quedó prendada de este maniquí pues se parecía a su hermana y a ella misma; insistió en que se lo vendieran, amenazando incluso con dejar de comprarles suministros si es que no accedían, y como era tan buena clienta y tanta su insistencia que terminaron vendiéndoselo.

La otra versión y quizá la más popular, tiene dos vertientes, se dice que la señora Pascualita había tenido una hija y que justo el día de su boda fue víctima de una picadura de un alacrán escondido en su tiara, teniendo una muerte fulminante en el altar.

Otra vertiente dice que fue apuñalada por un pretendiente celoso, justo cuando estaba en el altar. En ambos casos, se cuenta que su madre decidió embalsamarla, y recubrirla de parafina y cera, vistiéndola siempre con vestidos nupciales para recordar que murió antes de casarse y hacer de ella un maniquí que estuviera en su tienda para que estuviera siempre a su lado. Doña Pascualita nunca desmintió el rumor popular, con lo que se propagó como pólvora.
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