“¿A cuántos tendré que
matar antes de ver mi nombre en el periódico?”
BTK, 10 de febrero de 1978
Dennis L. Rader, quien con los años se convertiría en el sanguinario
asesino "BTK", nació el 9 de marzo de 1945 en Wichita, Kansas. Fue jefe de un grupo de Boy Scouts. Dennis disfrutaba y fantaseaba con escenas de tortura y muerte, aunque en su vida social era un chico introvertido. Sufría una discapacidad de aprendizaje que lo hizo un alumno mediocre y de aprendizaje lento. Por ello, descargaba su frustración torturando animales, como perros, gatos o roedores.
En su juventud, entró en el ejército y llegó a ser Técnico de Aviación. Tras pedir una licencia, regresó a Wichita, se casó y comenzó a trabajar en un supermercado, hasta que fue despedido. A finales de 1973, frustrado de nuevo, y sin trabajo, inició lo que denominaría como sus "proyectos": el asesinato de personas. En sus ratos libres, se dedicaba a circular por las calles en su coche, como una forma de seleccionar a potenciales víctimas, a las que perseguía un tiempo antes de intentar el asesinato. Le gustaba mirar en los buzones de sus víctimas, para conocer sus nombres, averiguar dónde trabajaban, qué solían hacer Una vez declaró: "Cuanto más sabía de una persona, más confortable me encontraba con ella".
Se hacía con ropa especial antes de cometer sus crímenes, y luego se deshacía de ellas, y solía llevar una bolsa de boliche en la que guardaba su kit de asesinato con cuerdas, bolsas y esposas. Su primer asesinato ocurrió el 15 de enero de 1974. Su carrera criminal comenzó con los cuatro miembros de la familia Otero. Según su declaración judicial, ellos eran previamente sus objetivos.
Había fantaseado mucho sobre lo que le haría a Julie Otero o a su hija Josephine y, finalmente, a las 7:30 horas de la mañana, cortó la línea telefónica del domicilio y entró por la puerta trasera. Les apuntó con una pistola y "para tranquilizarles", dijo que era un fugitivo y que solo quería comer y huir con su coche.
Ató de pies y manos a los cuatro miembros de la familia que se encontraban en la casa. "Empezaron a quejarse" y el asesino le puso una almohada en la cabeza al padre "para que estuviera lo más cómodo posible", porque tenía una costilla rota por un accidente, según dijo BTK. Después le puso una bolsa de plástico en la cabeza, atada con una cuerda, para asfixiarle.
Luego le tocó el turno a la madre, Julie, a la que estranguló. Después hizo lo mismo con Josephine, y tuvo que rematar al matrimonio porque seguían vivos. Volvió a asfixiar a la madre y le puso otra bolsa en la cabeza al padre, ya que éste había logrado agujerear la primera.
En cuanto a Joseph Otero Jr, BTK lo llevó a la primera planta del hogar, donde acabó con él, también ahorcándolo. Tras ello BTK dijo sentir "perversiones sexuales" , recogió sus cosas, se llevó el reloj del padre, una radio y huyó en el coche de la familia, que dejó abandonado en el aparcamiento de un centro comercial. En ese mismo día, la policía de Wichita, Kansas, recibió una llamada del este de la ciudad. El joven Charlie Otero había vuelto a casa desde el colegio y había encontrado la escena del crimen. Los vecinos llamaron a la policía. Joseph Otero estaba atado con una cuerda de una persiana veneciana, boja abajo, en su dormitorio. Las manos de Julie Otero estaban atadas de forma similar, en la cama.
Mientras los agentes inspeccionaban la casa, hallaron también el cadáver de Joseph Otero junior muerto en su cuarto, con una bolsa en la cabeza. La última en ser encontrada fue Josephine, de once años de edad, colgada del techo del sótano. Todos habían sido atados con cuerdas de persianas venecianas, lo que les hizo suponer que el asesino las portaba consigo. Las autopsias revelaron que ninguna de las víctimas había sufrido agresión sexual. La hija, Josephine, estaba vestida únicamente con un jersey y unos calcetines, y los expertos encontraron semen en el sótano y en otras zonas de la casa, lo que indicaba que el asesino se había masturbado durante el curso de los asesinatos o después de éstos. Rader declaró años después que había planeado el crimen, pero que perdió el control de la situación tras entrar en la casa. "Me entró pánico", dijo el asesino: pensó que el padre no iba a estar en el domicilio. "Yo nunca había estrangulado a nadie antes, realmente no sabía cuánta presión había que aplicar, ni por cuánto tiempo".
Solo tres meses después de estos primeros asesinatos, y antes de que el asesino empezara a comunicarse con la policía bajo el sobrenombre de BTK, ya había atacado de nuevo. El 5 de abril de 1974, los hermanos Kathryn y Kevin Bright llegaron a casa desde la escuela, y hallaron en ella a un hombre armado. El asaltante rompió el cristal de la puerta trasera para acceder a la casa. El intruso obligó a Kevin a atar a su hermana a una silla y luego se lo llevó a otra habitación. Intentó estrangularlo enrollándole una cuerda alrededor del cuello, pero Kevin consiguió huir de la casa. Cuando la policía llegó al lugar, el asesino había huido. Sin embargo, Kathryn, todavía atada a la silla, estaba malherida, fruto de tres puñaladas en el abdomen. Murió poco después.
Vistos los hechos, se formó un grupo de investigación. Durante varios días, setenta y cinco policías barrieron la ciudad e interrogaron a más de mil personas en busca de un sospechoso. Al poco tiempo, los agentes fueron apartados del caso y se les asignaron otros. La investigación siguió adelante y, en un momento dado, tres hombres habían confesado ser lo autores del asesinato de la familia Otero.
El hombre que sería conocido como "Asesino BTK" no podía soportar que le saliesen competidores o imitadores, y no podía permitir que le quitasen la fama que según él le pertenecía por cometer dichos crímenes. Aunque la policía no dio crédito a las tres anteriores confesiones, el asesino decidió contactar con la policía para reivindicar la autoría de los asesinatos. BTK llamó a la línea abierta por el periódico Wichita Eagle-Beacon para conocer detalles sobre los crímenes, y dijo que obtendrían mayor información sobre los mismos si recuperaban una carta colocada en un libro de texto de ingeniería que estaba en la Biblioteca Pública de Wichita. La carta comenzaba con las palabras "EL CASO OTERO", escrito en mayúsculas. El autor de la carta dio una explicación algo confusa del móvil de sus actos. Ésta sería la carta que dio al asesino el nombre de “BTK”, debido a sus explicaciones:
“Los tres individuos que tienen detenidos sólo hablan de los crímenes de los Otero para hacerse publicidad. No saben nada de nada. Lo hice yo solo y nadie me ayudó. Tampoco lo he contado... que quede claro.
“PD: Puesto que los criminales sexuales no cambian su modus operandi ni pueden hacerlo porque así es su naturaleza, yo no cambiaré el mío. Las palabras clave para mí serán... Átalos, tortúralos, mátalos, BTK (siglas en inglés); ustedes lo verán de nuevo. Estará en la siguiente víctima”.
En enero de 1977, BTK decidió atacar de nuevo. Su objetivo fue la casa de Shirley Vian. Ella se hallaba en su casa con dos de sus hijos, que se quedaron con ella ya que creían que su madre estaba enferma. Hacia mediodía, el hombre llamó a la puerta y luego usó la fuerza para reducir a los niños, a los que encerró en el baño. Éstos huyeron, pero luego encontraron a su madre muerta, atada de pies y manos en la cama, con una bolsa de plástico en la cabeza. Se dudó si BTK fue el autor del asesinato en esta ocasión, ya que había robado de la casa dos giros postales, pero todo se despejó cuando el Wichita Eagle-Beacon recibió por correo una ficha con un poema que comenzaba así: “RICITOS DE SHIRLEY, RICITOS DE SHIRLEY, MARCHÍTENSE PERO SEAN MÍOS”.
Más adelante, explicaba lo que había pasado con los niños:
“Tuvieron suerte, una llamada telefónica los salvó. Iba a atarlos y a ponerles bolsas de plástico en la cabeza como hice con Joseph y Shirley, y después iba a colgar a la niña. ¡Oh, Dios mío, qué bonito alivio sexual habría sido…!”
BTK mandó el aviso del siguiente asesinato. El 9 de diciembre de 1977, llamó desde una cabina de teléfono situada a seis manzanas de la comisaría de policía. Le dijo al agente que cogió el teléfono que tomara nota de una dirección y añadió: “Nancy Fox. Encontrarán un homicidio”. Los agentes se presentaron en la cabina telefónica desde la que se había efectuado la llamada cuando un hombre rubio de 1.80 metros acababa de irse, según los testigos presenciales.
Nancy Fox fue hallada en su casa, semidesnuda y, por supuesto, muerta. La habían estrangulado con una media de nylon. No se relacionó con los asesinatos de BTK hasta que la cadena local Channel 10 recibió una carta suya. En el comunicado decía que sus actos estaban motivados por un demonio, y se comparaba con Jack el Destripador, el Estrangulador de Hillside y el Hijo de Sam.
BTK concluía: "¿A cuántos tengo que matar antes de ver mi nombre en el periódico o algo de atención a nivel nacional? Después de una cosa como la de Fox, vuelvo a casa y sigo mi vida como los demás. Y así haré hasta que vuelva a entrarme el gusanito. Siento que esto le pase a la sociedad. Ellos son los que más sufren. Me cuesta controlarme. Cuando este monstruo entra en mi cerebro, no sé. Quizás ustedes puedan pararle. Yo no puedo. Él ya ha escogido a su próxima víctima".
Pasó un año y medio y BTK guardó silencio. Una noche de primavera de 1979, Fran Dreier, de sesenta y tres años, llegó a su casa a las once de la noche y se encontró con que habían entrado ladrones. Llamó a la policía, que trató el caso como un robo normal hasta que Fran Dreier recibió un sobre con las joyas que le habían robado, un dibujo hecho por el intruso y un poema. El poema contaba lo mucho que se había decepcionado al ver que Fran llegaba tarde aquella noche. Tenía intención de matarla. Le dejó una nota en la que decía: "Alégrate por no haber estado aquí, porque yo estaba".
En 1983, se tomaron muestras de saliva a unos doscientos sospechosos. Todas ellas fueron infructuosas. Cuando comenzaron los crímenes aun no existían los análisis de ADN, pero se guardaron restos orgánicos tras cada crimen que podían ser analizados ya en esas fechas. Según los investigadores, el asesino tenía un tipo de semen que sólo se da en un seis por ciento de los hombres.
En diciembre de 1987, Mary Fager encontró a su marido muerto de dos disparos y a sus dos hijas estranguladas en la bañera de su casa. Los medios de comunicación sugirieron que BTK podía ser el responsable de estos asesinatos, y el asesino en serie envió una carta a Mary en la que le decía que se alegraba de las muertes, pero que él no era el autor de esos crímenes en concreto.
En marzo de 2004, el periódico The Wichita Eagle recibió un sobre con el nombre de “Bill Thomas Killman” como remitente. Contenía una carta de una sola página junto con fotocopias de un carné de conducir y de tres fotografías de un cadáver.
El carné pertenecía a una mujer llamada Vicky Wegerle. El 16 de septiembre de 1986, el marido de Wegerle llegó a casa a comer y encontró su cadáver. Tenía las manos y los pies atados y la habían estrangulado. Las tres fotografías fotocopiadas mostraban el cadáver de la víctima en distintas posturas para cada foto. Dieciocho años después, BTK reivindicaba el asesinato.
La policía estaba en un punto muerto de la investigación. No había pistas sobre el sospechoso, así que volvieron al punto de origen, y a los testimonios que se habían recogido a lo largo de los años precedentes, cuando empezaron a ocurrir los asesinatos. La policía conservó la grabación de la llamada de BTK en 1977, que un profesor de Nueva York procesó por ordenador en 1979. Durante varios años, se emitió muchas veces por la radio y la televisión. Incluso podía descargarse desde Internet en muchísimos foros dedicados a asesinos en serie.
Todos los asesinatos, excepto el de Wegerle, se cometieron en la zona este de Wichita. De los cinco crímenes, tres fueron durante el día. BTK entró en el domicilio de los Otero hacia las nueve de la mañana. La familia Bright fue atacada hacia las dos. BTK entró en casa de Vian hacia mediodía. Prefirió no esperar hasta las once de la noche a que volviera Fran Dreier, con lo cual ésta salvó la vida. Ese aparente fallo en su modus operandi fue clave para la salvación de la última posible víctima. Ese cambio debía tener algún significado, viendo los anteriores horarios de los sucesos.
Según el perfil elaborado por Robert K. Ressler, “El Cazador de Monstruos”, para el FBI, BTK era un estudiante universitario o profesor de Derecho en Kansas y un lector ávido de libros y noticias sobre asesinos en serie. Y en marzo de 2004, el investigador Maurice Godwin desarrolló un perfil geográfico de BTK.
Treinta años después de sus cartas, por fin se cumplió su deseo de publicidad. Desde marzo de 2004 todas las agencias de noticias de Estados Unidos hablaron de él. Fue el tema de conversación y especulación en incontables foros de Internet. Si se introducía en Google «BTK Killer» se obtenían más de 5,000 resultados. El 29 de mayo recibió uno de los mayores honores que cualquier criminal entusiasta de la publicidad puede esperar: su perfil apareció en el programa de televisión Americas Most Wanted.
El 25 de febrero de 2005 la policía detuvo a Dennis L. Rader, de sesenta años de edad. Rader trabajó durante años en ADT Alarm, empresa situada en N. Washington Street, Wichita. La policía detuvo a Rader treinta y un años después de su primer asesinato. Él mismo se ocupó de reactivar la investigación de sus crímenes en marzo de 2004 con el envío de la carta al Wichita Eagle en la que afirmaba que había asesinado a Vicky Wegerle en 1986.
Hasta entonces los investigadores creían que Nancy Fox, asesinada en diciembre de 1977, había sido la última víctima de BTK y pensaban que el asesino había dejado de matar por alguna circunstancia. Poco antes de que se revelara su identidad le habían dado un cargo directivo en la congregación luterana a la que pertenecía. Estaba casado, tenía dos hijos y era funcionario. Con los años, Dennis había perdido confianza en su fuerza física. Dejó de matar por temor a ya no poder dominar físicamente a sus víctimas.
Sin embargo, necesitado de la emoción del crimen, comenzó a vigilar a una mesera del restaurante donde desayunaba. Las autoridades suponían que BTK estaba muerto; y un investigador llamado Robert Beattie empezó a escribir un libro sobre el criminal. BTK no quería que nadie más escribiese su historia, así que cometió un error fatal: dejó varias cajas de cereales con “recuerdos” de sus víctimas, una de ellas en la tienda de herramientas Home Depot, donde una cámara de vigilancia grabó su camioneta.
Después envió a la policía un disquete con archivos de texto. Ellos revisaron la unidad de almacenamiento y detectaron que había sido grabado en un equipo informático perteneciente a la Iglesia Luterana de Cristo de Wichita, de la que BTK era presidente del Consejo Parroquial. Allí obtuvieron su nombre y después le hicieron pruebas de ADN. Dio positivo.
BTK estaba dispuesto a hablar; lo interrogaron durante treinta horas seguidas, pero él estaba feliz: les contó la historia de su vida. En el juicio, éste afirmó que era el asesino en serie llamado BTK y se declaró culpable de diez asesinatos. Rader renunció a su derecho a tener un juicio con jurado que valoraría las circunstancias agravantes o atenuantes de sus crímenes.
Fue condenado en septiembre de 2005 a diez cadenas perpetuas consecutivas, sin posibilidad de libertad condicional durante más de cuarenta años (aunque hay pena de muerte en Kansas, no se puede aplicar a crímenes cometidos antes de 1994, la fecha de su entrada en vigor). Recurrió la sentencia, pero le fue negada. Estará en prisión hasta que muera...