El idioma español está lleno de historia, y como cualquier lengua viva, ha evolucionado con el tiempo. Sin embargo, en ese proceso, muchas expresiones y palabras han quedado relegadas o marcadas como "incorrectas" según las normas actuales. Palabras como haiga, vistes, naiden o truje, aunque hoy puedan sonar inusuales, tienen raíces profundas en el español antiguo y en el habla popular de generaciones pasadas.
En comunidades rurales o en contextos donde la tradición oral prevalece, estas palabras no son errores, sino ecos de una manera de hablar que alguna vez fue común. No solo representan el modo de comunicarse de nuestros ancestros, sino también su identidad, su forma de ver el mundo y su conexión con la vida cotidiana.
El valor de lo antiguoe
Un ejemplo maravilloso de esta riqueza lingüística lo encontramos en el libro de Daniel Escorza Rodríguez, “Ansina se dice, Ansina se escribe: historias e histerias del habla popular”. En este texto, Escorza celebra y rescata esas palabras y expresiones que muchos consideran incorrectas, mostrando que detrás de cada una de ellas hay historias, emociones y recuerdos profundamente humanos.
Un pasaje destacado es el poema:
Ansina ti quero
y pos este cariño se dilató,
pero yo lo vide primero que tú,
no hay naiden en el pueblo
que me haiga hecho sentir lo mesmo.
Ansina va la cosa,
ayer te truje munchas flores,
de la orilla del río...
tú me dijites hace muncho tiempo
que son las que te gustan bien harto.
Ayer cuando las recivites vide en tus ojos
el brillo de la luna,
así como se mira en la noche,
cuando voy de regreso al jacal,
y naiden me acompaña...
pero aquí mero en mi pensamiento,
tú andas conmigo.
Ansina te quiero,
como la mañana cuando se asoma el sol,
como la llovizna que moja la tierra,
como el campo que me gusta ver todo el día...
como la muina que tengo si no te miro.
Dizque así es el cariño
un poco rejego...
y se dilata en llegar,
pero tengo harta calma,
yo lo vide llegar primero...
pero tú ya lo vites en mis ojos.
La importancia de respetar el habla popular
Lamentablemente, en nuestra sociedad moderna, el habla popular y estas formas de lenguaje antiguo suelen ser objeto de burla, especialmente por parte de personas con educación formal. Sin embargo, es crucial recordar que estas palabras no son el resultado de ignorancia, sino una herencia cultural. Los abuelos y bisabuelos de muchas personas hablaban así, y su forma de expresarse era tan válida como la nuestra.
Burlarse de quienes utilizan estas palabras es, en cierto modo, rechazar una parte de nuestra historia. En lugar de menospreciar, deberíamos aprender a valorar esta riqueza lingüística y cultural. Después de todo, el español, como cualquier idioma, está en constante cambio, y lo que hoy consideramos incorrecto alguna vez fue la norma.
Reivindicando lo nuestro
Palabras como naiden, haiga y vistes son testigos del paso del tiempo y del carácter dinámico del idioma. También nos recuerdan que el lenguaje no es estático ni uniforme, sino un reflejo de las experiencias, geografías y costumbres de quienes lo hablan.
Así que, la próxima vez que escuches a alguien decir una palabra que suena "rara" o "incorrecta", en lugar de corregirlo, piensa en lo que esa palabra representa. Puede ser una ventana a una época pasada, a una cultura rica y diversa que merece ser valorada y preservada.
Como bien dice el libro: “Ansina se dice, Ansina se escribe”. Esas palabras nos cuentan historias, y esas historias son las que nos conectan con nuestras raíces.
Conclusión
El lenguaje popular es un tesoro que no debemos perder. En lugar de verlo como algo incorrecto, aprendamos a celebrarlo como una parte esencial de nuestra identidad cultural. Bien haigan los leídos y bien hayan quienes, con orgullo, conservan estas palabras vivas.
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