Séptimo hijo de un séptimo hijo
Según la tradición, desde la mas remota antigüedad, el séptimo hijo de un séptimo hijo, al nacer tendrá poderes especiales, dones psíquicos.
El niño debe haber nacido en una línea continua donde los siete hermanos sean del mismo sexo, siete niños o siete niñas.
En Europa era muy común esa creencia de que estos séptimos hijos o hijas nacían con un intelecto superior.
Según en que lugar del mundo se dice que tiene un vinculo directo con las fuerzas del bien mientras que en otros lugares creen que ese vinculo es con las fuerzas del mal.
Para algunos este niño será un curandero nato, que podrá curar a otras personas simplemente con tocarlos, sea cual sea la enfermedad.
En otros países creen que este niño será un hombre lobo o un vampiro, ambos con poderes sobrenaturales.
Entre los poderes que este niño tendrá sea cual sea la parte del mundo y por tanto la tradición de cada país, serán los de ver el futuro, conocimiento intuitivo del arte curativo y capacidades extraordinarias para la medicina, ser poseedor de doble visión y tener poderes de premonición.
Dice la leyenda que siete demonios y siete ángeles lucharán por su alma, pero en realidad la pelea será solo suya y el decidirá si seguir al bien o al mal
Se los podía ver a estos niños con mucha frecuencia representados en pinturas acompañadas de perros y de cualquier otro tipo de animales domésticos que en la realidad representaban los espíritus, o los fantasmas o simplemente seres de otros mundos.
Estos niños o niñas tenían misteriosas conexiones con distintos planos de la existencia terrenal y espiritual. No es nada difícil comprender de dónde provenía el origen de esta superstición sobre el descendiente número siete del mismo sexo. El siete es un número que desde lejanos tiempos de la humanidad es considerado sagrado. Los alquimistas y los seguidores de Pitágoras lo tomaron así, al tener en cuenta que siete era el número de los planetas conocidos en la época y por lo tanto el siete pasaba a ser el número que representaba la totalidad cósmica. Al tener en cuenta esta apreciación, durante mucho tiempo al séptimo hijo varón se lo llamaba Séptimus y se lo destinaba al estudio de la medicina. Desde su más tierna infancia el niño era introducido en una disciplina científica para que pudiera canalizar a través de ella sus poderes innatos para la curación.
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