Últimamente, la vida sexual de mi marido y mía mejora por momentos. La verdad es que de hace un tiempo hasta ahora, hemos decidido salirnos de lo tradicional y probar cosas nuevas, cosas que nunca imaginé que llegaría a hacer, pero que ahora creo que son imprescindibles para darle “vidilla” a la relación. Por supuesto que muchas veces mantenemos relaciones sexuales normales, y son perfectas gracias a los momentos que pasamos con otras personas, juguetes, o simplemente calentándonos a distancia.
Hoy me gustaría contar lo que pasó hace un mes, más o menos. Tanto mi marido como yo, salimos de vez en cuando separados, cada uno con sus amigos, pero ese día, él se fue de cena y fiesta con ellos y yo me quedé en casa. Después de cenar, me eché un rato en el sofá para ver la televisión, en ese momento estaba empezando una película que parecía no tener mala pinta, así que decidí verla, en efecto, no me equivocaba, durante la peli hubieron algunas escenas subidas de tono, tengo que confesar, que este tipo de películas a mi me ponen muchísimo, cuando las veo, me imagino a mi marido y a mí en esa situación y siempre termino mojadísima.
La película terminó y me fui a la cama, llevaba un calentón enorme y empecé a enviarle a mi marido whatsapps con frases calientes y fotos de mi coño mojado. A él le encanta que haga esto, y siempre me sigue el juego.
- Saca el consolador y mastúrbate, quiero que te corras pensado en la follada que te voy a dar cuando llegue a casa, me envió mi marido.
No lo dudé ni un momento, me fui hasta el cajón de los juguetes y entre todos los juguetitos que tenemos, elegí el consolador que más se parece a una polla real. Me acosté en la cama, totalmente desnuda y puse el consolador a la entrada de mi coño para hacerle una foto que iría directa al whatssap de mi marido, estaba muy cachonda, y deseando meterme esos 21cm.
- Introdúcelo poco a poco dentro de tu coño. Siente como va abriéndote por dentro mientras te frotas el clítoris muy rápido. Me dijo mi marido.
Le hice caso, y con la mano derecha fui clavando el consolador dentro de mi coño. Estaba completamente mojada y notaba como se deslizaba dentro de mí sin ningún problema. Con la mano izquierda alternaba frotar mi clítoris a gran velocidad y enviarle fotos a mi marido para que viviera el momento a tiempo real.
- Imagínate que ahora te metes todo esto en la boca. Era un whatsapp de mi marido, acompañado de una foto de su polla empalmada. He tenido que meterme en el baño, para que mis amigos no se dieran cuenta.
No hace falta decir, lo caliente que me ponía ver su polla dura en esa foto. La velocidad con la que me metía el consolador iba en aumento, así que le dije a mi marido que soltaba el móvil, porque notaba que me iba a correr y quería disfrutar del momento, pero no lo hice, dejé el móvil fijo en un sitio y puse el modo video, para poder grabar el momento del orgasmo.
Al cabo de un momento, entre entradas y salidas del consolador en mi coño, junto con el roce de mi clítoris con mis dedos, llegué al orgasmo. Un calambre me subió por la espalda, algo que hizo contorsionarme del gusto, mientras un líquido ligeramente espeso iba saliendo de mi coño. No me corté a la hora de disfrutar del momento, y seguramente mis vecinos fueron partícipes de mis gritos, cosa que me encanta.
Quedé exhausta en la cama, y al momento me levante me limpié y limpié el consolador. Le envié el video a mi marido.
- Me encanta verte correr así, me ha puesto a mil y lo he tenido que compartir con Carlos, dice que ahora vamos a pegarte una buena follada. Me contestó mi marido.
La verdad que no hice mucho caso a ese mensaje, siempre me contesta algo similar, aunque en ese momento, deseé que fuera real. Carlos es el mejor amigo de mi marido, es un tío fuerte y alto, con una barbita de una semana que me pone muchísimo. Hace un tiempo se folló a una amiga mía, y lo que me contó ella, solo fueron cosas buenas, dijo que era un crack en la cama y que chupa el coño de forma espectacular. Por eso y más cosas de las que me fui enterando poco a poco, siempre me ha atraído y no me importaría compartir una noche de sexo con él. A mi marido se lo he dicho muchas veces, y siempre me contesta que “todo llegará”. Hemos hecho algún trío y orgía, aunque nunca con gente que conocíamos, aunque por Carlos, yo hago una excepción. jijiji
Pensado en esas cosas, me quedé en la cama. Aún no había cogido el sueño, cuando escuché la puerta. En un principio, pensaba que era marido, pero de repente, escuché una voz que me resultaba familiar. No dudé ni un momento, eran mi marido y Carlos, habían venido a tomarse la última a casa, así que me levanté de la cama, y me puse una bata que tengo cortísima encima de mi cuerpo desnudo, ya que solo había vuelto a ponerme unas braguitas de encaje después del momento de la masturbación. Salí al salón, allí estaban los dos manteniendo una conversación de lo más animada, cuando Carlos me vio aparecer me echó un vistazo de arriba abajo, repasó con su mirada mis largas piernas hasta quedarse mirando fijamente como se marcaban mis pezones en esa bata de color crema, yo era consciente que no dejaba nada a la imaginación, pero sabía que a mi marido le encantaba que me exhibiese de esa manera.
- Joder cariño, que sexy no has recibido, dijo mi marido cuando se percató de mi presencia.
- ¿Qué pasa, nos estabas esperando?, dijo Carlos.
En ese momento me entraron unas ganas enormes de contestarle la verdad, que sí, que estaba deseando que aparecieran los dos, pero me contuve y me senté al lado de mi marido. Creí que sería buena idea tomarme una copa con ellos, y así lo hice, me serví un Gin-tonic y me uní a la conversación.
Cuando nos dimos cuenta, ya eran más de las tres de la mañana, Carlos hizo intención de irse, aunque se notaba que no tenía muchas ganas, que se sentía muy a gusto charlando con nosotros. La conversación fue subiendo de tono, yo iba poniéndome a mil, y veía como mi marido también, así que me senté encima de él para darle un beso, en el cual nuestras lenguas jugaron durante un buen rato intercambiando fluidos.
- Ya está bien, ¿no?, dijo Carlos.
- Puedes unirte si quieres, le dije, seguro que a Mario no le importa.
Estaba completamente segura que Mario también estaba deseando que Carlos se uniera al juego, y lo pude comprobar cuando le miré y me correspondió con una sonrisa.
Carlos se levantó y se acercó a mí, en ese momento me plantó un besó en toda la boca que me dejó sin palabras, poco a poco fui reclinándome en el sofá sin parar de besarle y en ese momento noté como mi marido me subía ligeramente la bata y me bajaba lentamente las braguitas. Empezó a masajearme el clítoris con el dedo índice de su mano derecha, solo él sabe cómo hacerlo y le encanta ver cómo se va mojando mi clítoris. Carlos paró de besarme, y fue bajando lentamente su boca hasta mis pechos sin separar sus labios de mi piel. Me comió los dos pezones lentamente mientras mi marido iba introduciendo poco a poco sus dedos dentro de mí, alternando mis dos agujeros. Mi respiración cada vez era más agitada, estaba totalmente cachonda y quería tener sus pollas dentro de mi boca, así que, me incorporé y le bajé los pantalones a mi marido, iba notando su polla dura bajo del bóxer, cuando se lo quité salieron esos 16cm que me vuelven loca, y poco a poco fui metiéndomelos en la boca. Iba impregnándola de mi saliva, cada vez era más brillante, me la metía entera, hasta llegar a tocar mi barbilla con sus huevos.
Al momento, vi que Carlos se había quedado completamente desnudo y estaba sentado en el sofá masturbándose, le hice un gesto con la mano para que se acercara, y allí estaba yo, con una polla en cada mano, las cuales iba alternando con masturbación o mamada. La polla de Carlos mediría unos 20cm, era igual de gruesa que la de mi marido, pero en ella podía notar sus venas mucho más marcadas.
Después de pasar un rato jugando con las dos pollas, mi marido se sentó en el sofá y me invitó a sentarme encima de él, me puse de espaldas a él y poco a poco fui introduciendo su polla dentro de mi coño mientras no paraba de mamársela a Carlos. Subía y bajaba encima de la polla de mi marido mientras Carlos marcaba el ritmo de la mamada y me follaba la boca a su gusto. Mi saliva iba cayéndome por mis pechos, mientras mi marido me los masajeaba y me apretaba los pezones.
Mario invitó a Carlos a meterme su polla dentro de mi coño, y así lo hizo, se sentó en el sofá y me senté encima de él. Me la introduje entera y empecé a cabalgarle brutalmente, hasta que me pidió que parara o se corría. Cuando bajé la intensidad de mis movimientos mi marido aprovechó para estimularme mi agujero estrecho, primero me lo chupó y me lo llenó de saliva, y poco a poco fue metiendo sus dedos hasta que llegó a dilatármelo lo suficiente como para meterme su polla. Ellos dos gritaban de placer y yo estaba al borde del orgasmo.
- Eres una perra muy guarra, y sabes que me encanta, me dijo mi marido al oído.
Ese fue el detonante para que me corriera, empecé a gritar y a retorcerme del placer, ellos seguían reventándome el culo y el coño hasta que noté como mi marido echaba su leche caliente dentro de mi culo. Cuando sacó su polla, noté como el semen bajaba por mis partes íntimas hasta los huevos de Carlos. Seguí cabalgándole fuerte, hasta que noté como se corría dentro de mí, él también gritaba de placer, un placer que le dejó exhausto en el sofá.
Saqué su polla casi flácida de dentro de mí y me senté al lado de mi marido en el sofá, aprovechando para darle un beso que hacía que su polla volviera a ponerse tan dura como antes. Invitamos a Carlos a tomarse una ducha y él accedió. Cuando él se fue de casa, mi marido y yo nos duchamos juntos volviendo a mantener relaciones sexuales bajo la ducha, esta vez más relajadas pero con el mismo final placentero.
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