Trabajaba en una farmacia, mi compañero era un señor de 40 y yo tenía escasos 28. El era casado y con hijos, yo tenía una relación con un chico desde hace varios años.
Mi actividad sexual era buena, pero lo compañero se me insinuaba todo el tiempo, rozaba mis piernas o mis nalgas cada vez que podía, con el pretexto de pasar junto a mi con las cajas de medicamento.
Un día que no había mucha gente en el negocio, pusimos una película en la computadora del mostrador, nos sentamos juntos a verla, la película tenía una escena de sexo, y sentí que el se empezaba a excitar, y yo también. Su mano comenzó a rozar mi entre pierna, y yo por inercia abrí las piernas para dejarme tocar. Me tocaba cada vez más duro, hasta que tome su mano y la metí dentro de mi pantalón y de mis bragas. El estaba muy excitado y yo muy mojada, sus dedos entraban a mi vagina una y otra vez, la película seguía y nosotros ya no le prestamos atención.
Estábamos muy calientes, oía su respiración agitada y comenzó a susurrarme al oído cosas sucias, me decía – mami que rica estás, te me antojaba desde que te vi.
Yo no lo pensé ni un segundo, lo tomé de la mano y lo lleve al almacén, lo senté en una silla y lo monte.
Le dije cógeme, estoy muy caliente y húmeda, mis jugos escurrían por mis muslos apretados.
El me introdujo su verga, era chica pero gruesa, y estaba muy dura, la sentí entrar y solté mi primer gemido. Me la metía rápido y duro, el placer era demasiado, me cargó y me puso a mi en la silla, yo excitada abrí mis piernas lo mas que pude, el vio mi pucha abrirse, escurrir y palpitar. Se agachó y comenzó a lamerla, despacio, como si fueran besos tiernos, me introdujo dos dedos mientras la mía mi clítoris, me beso los muslos y hasta un poco el culo, sentí su lengua caliente dentro.
Después de unos minutos yo pedía verga como desesperada, métemela, le dije. Sostuvo su verga gorda en su mano, abrió mis piernas y la metió. Mis rodillas casi tocaban mis orejas, me tenía totalmente abierta, penetrándome rico, suave pero firme, con ritmo. Los gemidos eran cada vez más fuertes, me hizo venir, me escurrí entre sus huevos. Después el me apoyo en un escritorio y metió su verga, sentía sus huevos pegar en mis nalgas, las apretaba al igual que mis senos. Lo sentí escurrirse dentro de mi, esa sensación caliente entre mis piernas.
Nos vestimos y seguimos viendo la película, yo no toque el tema, pues me sentía culpable por mi novio.
Los días siguientes el seguía rozando mis nalgas con sus manos al pasar cerca, después de coger en el almacén descubrimos que era más excitante hacerlo detrás de los anaqueles, donde se corriera el riesgo de ser vistos por los clientes que entraban a la farmacia, una vez el me chupo la pancha mientras yo atendía a un doctor, estaba agachado en el mostrador y yo parada sobre su cara, sentía su lengua mientras daba precios de medicamentos y cobraba. El que pudieran descubrirnos era cada vez más emocionante.
Así estuvimos por varios meses, cogíamos hasta tres veces al día.
Es de lo más excitante que me ha pasado, me sentía toda una puta cuando estaba con él.
Mi novio nunca se enteró.
Autor : Anónimo
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