Este relato que les platicaré es mi historia de como hice que mi esposa fuera disfrutada por otro hombre mientras que yo escondido en el clóset solo me limitaba a mirar. Para iniciar le comentaré que este relato tuvo lugar hace 10 años y es hasta ahora que me he atrevido a platicarlo. Actualmente tengo 51 años y mi esposa 43 lo que significa que cuando pasó ella tenía 33 años.
Bueno al grano en nuestro matrimonio ya no existen tabú que nos impidan gozar al máximo nuestra sexualidad, para iniciar le diré que mi esposa es una linda chaparrita pues mide 1.60 aproximadamente para identificarnos, le diré que mi nombre es Arturo y el de mi esposa será el de Silvia tiene un hermoso culo lo que ellas llaman chaparreras, su puchita es deliciosa con bastante vello púbico, sus senos aunque son chicos están deliciosos. Nuestra odisea pasó con comentarios qué hacíamos sobre un chico de nombre Mario, según parece ella decía que estaba guapo y encamable.
Lo conocíamos y vivía a lado de nuestra casa fantaseábamos con que si se animaría a estar a solas con él y qué le haría aunque al principio ella reaccionaba mal poniéndose seria, pero con el tiempo se animaba contestando que le haría lo mismo que me hace a mi que es abrazos besos masaje a mi verga y una rica cogida, sin embargo creo que solo lo decía por decirlo ya que hacerlo era otra cosa. Sucede que por razones de trabajo nos mudamos al estado de Jalisco ya que nuestra residencia era Zacapu en el estado de Michoacán, bueno nuestra fantasía seguía ya que de cierta forma él le gustaba como hombre yo por mi parte si deseaba que se diera el gusto de coger con él por ello le animé a que le escribiera una carta algo picante lo que hizo. Pasaron 10 días y ¡oohhh sorpresa! un día al llevar mi esposa a los niños a la escuela, él ahí estaba más no ocurrió nada solo charlaron y se despidieron no sin antes darle un beso en la comisura de los labios según me platicó ella dejándole un número de teléfono. Silvia por su parte se emocionó eso se notó en cuanto me platicó, igual a mi me puso cachondo y esa noche cogimos de lo más sabroso. Cinco días después la animé a que le llamara y acordara una cita con él, lo que así ocurrió. Quedaron para un día miércoles, llegó ese día por lo que preparamos el asuntillo, llevamos a los niños a casa de su mamá y posteriormente ella se preparó. Hizo que escogiera la ropa sugiriéndole un camisón demasiado corto sin nada abajo y que lo invitara a pasar a nuestra casa para después que él se duchara y el iniciativa parándose enfrente a él para supuestamente ver quien estaba más grande y yo por mi parte no veía en ese momento nada solo escuchaba sus respiros entrecortados, sin embargo Silvia actuó con rapidez llevándolo a un lugar donde tuviera mejor visión, se abrazaron dándose un largo y apasionado beso mientras Mario llevaba sus manos a las nalgas de Silvia agarrándoselas, después su atención fueron sus dos pequeñas chiches ella por su parte le acariciaba su pecho, espalda, deteniéndose en su abultada verga dentro de sus calzoncillos, animándose a sacársela y dándole una graciosa apretada primero en forma despacio y después con más confianza le pajeaba la verga como queriendo doblegarla, Mario por su parte la llevó a la cama acostándola de espaldas besándole en todas partes principalmente sus chiches y pasando a su riquísima pucha dándole una lengüeteada que creo que ni yo se la había dado como este cabrón, Silvia gemía o casi lloraba creo que alcanzó su primer orgasmo entre grititos y gemidos, ella no desaprovechó no le soltaba ya su enorme verga que desde mi escondite así se la veía. Mario pasó a la acción directa, se puso en posición de misionero y le colocó su verga en la entrada de su puchita que ya pedía a gritos que la penetrara se la dejó ir de un solo embiste comenzando un entre y sale de lo que hasta ese momento era solo mía ambos gemían diciendo palabras que parecía más que deseo súplicas de tener otra chorreada.
El palo que este recabrón le estaba echando a mi mujer sólo duró unos minutos porque él entre bufidos tuvo una tremenda venida inundando todo su interior de leche que más que venida parece que se estaba meando, pero al parecer mi querida esposa no terminó en ese momento por lo que Mario muy caballeroso y preocupado le preguntó que como ella tiene sus orgasmos aparte de sexo oral. Lo que de inmediato ella dice que se acostara él de espaldas subiéndose ella como en posición de misionero y que se quedara inmóvil ella por su parte le tomó la verga con una mano guiándola a su entrada de su pucha e iniciando un movimiento circular y no tardó nada en tener su primera venida descansando un rato arriba de él sin sacarse la verga de su interior para después iniciar de nuevo los movimientos logrando una segunda venida abrasándolo fuerte y besándolo agradeciéndole que se hubiera preocupado por que ella también gozara. Una vez termina Silvia, él inicia una segunda bombeada moviéndose más lentamente queriendo gozar mejor este palo mientras se besaban con lujuria mamándole sus tetitas lo que le provocó a Mario que se viniera no menor que su primera chorreada, pero esta vez la sacó y se los aventó fuera de su chochita mojándole todo su pelambre después de la tempestad los dos fueron al baño y no se que ocurrió. 15 minutos más tarde regresaron secándose el agua, completamente desnudos se sentaron en la cama a charlar y a fumar un cigarrillo yo por mi parte en mi escondite tuve dos grandes venidas aunque sin gritos ni gemidos por temor a ser descubierto.
Así trascurrieron los 15 minutos, pasando de nuevo a la acción. El muy cabrón de Mario quería seguir disfrutando del culo de mi mujer solo silencio y ellos abrazados al borde de la cama besándose agasajándose todo el cuerpo de Silvia mientras ésta le agarraba su rica verga pagándose en una de sus piernas, no tardó mucho para lograr que la verga se pusiera dura de nuevo y coger el culo de mi mujer, pero esta vez la puso en cuatro patas para cogerla de a perrito ella gemía con lo que le quedaba, de nuevo un beso y se despidió con la promesa de verse otro día.
Por la noche mi esposa y yo tuvimos una gran noche de sexo cogimos como locos para después agradecernos mutuamente por lo sucedido.
Autor: Anónimo
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