lunes, 27 de abril de 2020
Relato Erótico : Las aventuras de mi madre
Hola, mi nombre no es muy importante, pero digamos que me llamo Mauricio, actualmente tengo 30 años de edad, pero la historia que les voy a platicar comenzó hace 15 años más o menos.
Todo comenzó poco antes de que yo saliera de la secundaria, yo andaba bastante deprimido pues justo unos días antes de la fiesta de despedida de la escuela yo había terminado con mi novia y estaba pensando no ir a la fiesta, aunque para mi eso era traumático, ahora que lo veo en retrospectiva no tenía ninguna importancia en realidad.
Pero debido a lo problemático de mi situación fue inevitable que mi madre se diera cuenta de mi estado, justo dos días antes de la fiesta ella se sentó a platicar conmigo para averiguar que me sucedía.
Nunca he tenido problemas para comunicarme con ella, será porque nunca conocí a mi padre y me críe solo con ella, pero siempre he confiado en ella ciegamente. Esa vez no fue la excepción, le conté lo que pasaba, le dije que no iría a la fiesta para no pasar un mal rato y ella se exaltó un poco, me contó lo especial que fue su despedida de la secundaria, no omitió detalles, lo único que lograba era apenarme aun más, pero después ella me animó a ir.
— No quiero ir solo mamá, no quiero verla a ella con otro tipo, no se que hacer— Fue lo que contesté.
Ella me tomó de la mano y me dijo.
— Yo seré tu pareja si quieres, así no tendrás que ir tú solo— Me contestó ella, dejándome con la boca abierta.
No podía imaginarme entrando a la fiesta del brazo de mi madre, sería una vergüenza para mi, sería algo que jamás olvidarían, por supuesto que me negué, pero a mi madre no se le podía hacer desistir una vez que se le metía una idea a la cabeza. Traté de explicarle la situación, lo incomodo que sería que me vieran con ella, pero ella solo se rió y me dijo que no pasaría nada malo, a final de cuentas no sé como terminé accediendo, pero así fue.
Tuve pesadillas esa noche y la siguiente, me veía del brazo de mi madre entrando al salón, ella con su bata, sus tubos en el cabello y su mascarilla. Todos riéndose de mi a carcajadas, sobre todo mi ex, y yo muriéndome de vergüenza, años después mis ex compañeros se burlaban de mi hasta el día de mi muerte y entonces despertaba sudando frío y temblando. Sería mi fin.
Entonces llegó el aciago día, yo ya estaba listo con un traje que había comprado justamente para la ocasión. Esperaba en la sala algo impaciente a que bajara mi madre para irnos, yo solo quería que todo terminará lo más rápido posible. Entonces oí sus pasos bajando por la escalera, bajé la vista y trague saliva, miré hacia enfrente y no podía creer lo que veía, me talle los ojos para estar seguro de que no alucinaba.
Mi madre a sus 34 años tenía el cuerpo de una mujer de 25, delgada y alta, con una cinturita de avispa y sus caderas bien redondas, sus tetas estaban bien firmes y aunque no eran gigantescas eran de muy buen volumen, su piel morena aun no presentaba ni una arruga y su cabello negro, sin una sola cana y quebrado le llegaba hasta los hombros.
Se puso un vestido que había adquirido especialmente para la ocasión, era de una sola pieza, totalmente negro y entallado, con un escote muy pronunciado y una falda que apenas estaba un par de dedos sobre la rodilla. Nunca había visto en persona una mujer tan espectacularmente bella. De pronto mis miedos se desvanecieron en la nada, una sonrisa de oreja a oreja se me dibujaba en el rostro mientras veía a la que iba a ser mi pareja esa noche en la fiesta, solo de imaginarme la cara e mi ex mi sonrisa crecía al doble.
Sin más preámbulos salimos con rumbo al salón, ahora mi prisa por llegar era mayor. En cuanto llegamos pude notar las miradas de mis compañeros, por más que buscaba a mi ex no la veía por ningún lado, pero aun así seguí mi paso triunfal. Lo primero que hice fue servir algo de refresco para mi y mi pareja, pero al poco rato estábamos bailando desenfrenadamente.
Fue entonces cuando vi entrar a mi ex novia, llegó sola y bastante tarde, me imagine que había tenido los mismos conflictos que yo antes de venir, pero ella no había encontrado la solución que yo encontré. Al darse cuenta mi mamá empezó a bailar de un modo más erótico conmigo, por más que quise evitarlo no pude tener algún pensamiento morboso en ese momento, la figura de mi madre era increíble y nunca había soñado con algo así, de repente mi ex no me importaba para nada, absolutamente nadie me importaba, solo mi madre y yo.
Después de una buena cesión de baile decidimos descansar, mi madre me pidió otro vaso de refresco y yo de inmediato fui por él, no tarde ni cinco minutos cuando vi que dos hombres estaban platicando con ella. Los reconocí pues eran ex alumnos de mi escuela, como 5 o 6 años mayores que yo, pude ver que cortejaban a mi madre, primero pensé en ir a reclamarles, pero el morbo pudo más que mis celos y decidí dejarlos y ver que pasaba. No tuve que esperar mucho tiempo, en unos cuantos minutos mi madre tomo de la mano a uno de esos tipos y se levantó, creí que irían a bailar pero me equivoque, fueron a la parte trasera del salón los 3 y muerto por los celos y la curiosidad los fui siguiendo discretamente.
Llegaron a un cuarto de utilería en el fondo del salón, ahí había un camastro donde mi madre se sentó, ellos se pararon enfrente de ella y ella comenzó a acariciar por encima los pantalones de aquellos dos. No me había dado cuenta de la erección que traía hasta ese momento en que yo también me empecé a tocar. Entonces uno de ellos, el más alto y moreno, se saco la verga del pantalón y mi mamita sin pensarlo la tomó con una mano y se la acercó a la boca. La empezó a lamer lentamente desde los huevos hasta la punta, mientras mi madre hacia esto el otro individuo que era algo gordito le desabrochaba el vestido por la espalda. Ella simplemente se levantó y el vestido cayó al piso. El tipo que estaba atrás de ella también se desvistió a toda prisa. Mi madre se arrodillo frente a él y empezó a mamarle su verga a este mientras el otro procedía a desnudarse.
Pude oír claramente los ruidos que hacía mi mamita con su boca mientras se tragaba completa la verga del gordo, el tipo alto jaló del cabello a mi mamá y le metió su verga en la boca en lugar de la de su compañero, pero entonces el otro se repegó y vi como mi mamá mamaba las dos vergas a la vez, jugueteando con su lengua, iba de la punta de uno a la punta del otro, después se metía lo más que podía de las dos juntas y volvía a intercambiar. Yo ya había sacado mi verga del pantalón y comencé a masturbarme mientras veía esto.
Entonces el gordo tomó a mi madre del cabello y la alejó de las vergas que mamaba con tanta gula. La recostó sobre el camastro y le comenzó a quitar la tanga. Entonces acercó su boca a la concha de mi madre y empezó a comérsela, el otro se acomodo para que mi madre le siguiera lamiendo la verga, pero a cada momento se detenía para gemir del placer que el gordo le daba con la boca.
Pasaron unos minutos hasta que el gordo se levantó de donde estaba, mi madre jadeaba fuertemente, al parecer había tenido un orgasmo mientras le comían la panocha. El gordo se puso de rodillas sobre el camastro y mi madre en posición de perrito se puso a mamarle nuevamente el pito. Entonces el alto se acercó por atrás de mi madre y la empezó a penetrar lentamente por su concha, mi madre nuevamente interrumpía el sexo oral para soltar quejidos de placer al tener adentro una verga tan grande. El alto comenzó a acelerar el ritmo de la penetración, mi madre pedía más y más, ya no mamaba el miembro del gordo solo lo acariciaba y lo apretujaba con la mano. Entonces cambiaron nuevamente de posición.
El gordo se recostó boca arriba en el camastro, mi madre se sentó en su verga y comenzó a montarlo rápidamente, estaba tan exitada y ansiosa que se olvidó del otro hombre por un instante. Cuando volteó a buscarlo vio que el se acomodaba detrás de ella. Ella de inmediato supo lo que tramaba aquel tipo, ella forcejeó un momento y les pidió que se detuvieran, que por el ano no quería que la penetraran. El gordo la sujetó con fuerza y no la dejó escapar, el alto le jaló el cabello con más fuerza que las veces anteriores y la empezó a insultar. Ella rogaba que se detuvieran, les decía que su ano era virgen, que nunca se lo habían penetrado, eso solo sirvió para animar más a lo rufianes. Yo no pude hacer nada, no solo por saber que esos tipos eran más fuertes que yo sino porque como explicaría que yo estuviera ahí en ese justo momento.
Decidí esperar y ver que sucedía, y lo que sucedió fue algo increíble, mi madre al verse sometida no tuvo más opción que acceder a los tipos que la tenían a su merced, mi madre no podía pedir auxilio, sería una vergüenza para ella y para mi verla en esa situación, así que se resignó a ser profanada en su pequeño orificio.
— Más vale que no grites perra — le dijo el gordo a mi madre
Justo después, el alto comenzó a meter con mucha dificultad su verga en el culo de mi mamá.
— Que apretado esta, nada que ver con tu panocha zorra — Le dijo el alto mientras le metía solo la punta de su verga.
— Apúrate que yo también quiero probarlo — Le dijo el gordo.
Mi madre no decía ni una sola palabra, solo gemía de dolor al sentir dos vergas penetrándola sin piedad. Poco a poco el flaco había logrado introducir más de la mitad de su miembro, el cual calculo medía más o menos unos 19 centimetros.
En unos momentos ya le había entrado completa toda la verga a mi mamá, sus gemidos eran cada vez más lastimeros, pero estos se veían opacados por las risas de los hombres que la estaban prácticamente violando en ese momento.
Entonces el flaco se retiró de su labor y pude oír un fuerte suspiro de los labios de mi mamá. Pero el descanso no duraría demasiado, el gordo se acomodo un poco hacía arriba y sentó a mi mamá sobre su verga, esta vez dándole la espalda al tipo, pero no sería su concha la que penetraría en ese momento el gordo, sino el culo recién abierto de mi mamita. Ni un segundo le tomo al gordo, que tenia la verga más o menos del mismo tamaño que la de su compañero pero mucho más gruesa, introducírsela de un solo golpe en el culo de mi mamá.
Esta vez mi madre no pudo evitar soltar un grito de dolor, afortunadamente el ruido de la fiesta evitaría que alguien que no fuera yo se enterara de lo que sucedía. Justo después el alto se acomodo sobre mi madre y comenzó a coger a mi mamá por su panocha, sin importarle que hacía un breve momento esa misma verga estuviera metida en su mismo culo. En esa posición pude ver como mi mamá dejo de gemir de dolor para empezar a pedir más placer de ese modo, la muy putita estaba empezando a disfrutar de esa cogida y estaba a punto de venirse nuevamente.
En eso el tipo alto sacó su miembro de la panocha de mi mamá y entre jadeos soltó un enorme chorro de leche sobre sus tetas. En unos segundos el gordo le saco el suyo del culo y le acostó boca arriba. Su chorro fue a dar directamente a su boca y vi con asombro como ella se lo tragaba sin ningún reparo.
Los tipos se vistieron y dejaron ahí a mi mamá, casi inconsciente. Supongo que en ese momento ella se acordó de mi y se levantó rápidamente, yo me vi la mano y descubrí que tenía un chorro de semen escurriéndome por la mano y manchando mi pantalón, en eso volteé a ver a mi madre y pude ver como ella me miraba a los ojos, me había descubierto, no sabía que hacer.
Yo me metí la verga adentro del pantalón, cuando volví a verla ella se vestía muy tranquilamente limpiándose los restos de semen con su tanga, incluso introduciéndola en su panocha para limpiarse sus propios jugos. Discretamente y sin decir palabra ella salió caminando de ese cuarto como si jamás me hubiera visto. Cuando me disponía a seguirla pude ver que en el camastro estaba algo, me acerqué y vi que era su tanga de mi mamá, manchada en semen y en sus propios jugos, no pude evitar tomarla entre mis manos y guardarla en la bolsa de mi pantalón. Cuando salí mi madre estaba en el mismo lugar donde la había dejado. Fui con ella y lo primero que me pregunto fue adonde estaba su refresco, yo me sonroje y le dije que se me había caído, ella se río un poco y me dijo que estaba cansada, que quería volver a casa, así lo hicimos y nos dirigimos a nuestro hogar, en todo el camino no intercambiamos una sola palabra, pero al llegar a casa ella se metió a su cuarto y me llamó.
Al entrar pude verla sin el vestido, justo al abrir la puerta ella se estaba poniendo una tanga nueva y me miró a los ojos.
— La recogiste? — me preguntó — Sí... la quieres? — le contesté titubeando.
Ella sonrío y me contestó que no, me pidió que la conservara como recuerdo y me dijo algo al oído que cambiaria mi vida por siempre.
Me dijo — Algún día tu harás lo mismo —.
Esa noche no dormí, me hice varias pajas con la tanga de mi madre en mano, pensando en como yo algún día haría lo mismo que esos tipos.
Las aventuras de mi madre 2ª. Parte
Hola, soy yo nuevamente narrando los sucesos que me llevaron a la mayor felicidad que haya conocido un hombre, ahora prosigo a contarles los eventos que siguieron a la noche en que vi a mi madre teniendo sexo con dos perfectos extraños en la noche del baile de graduación de la secundaria.
Pasaron los días después de los eventos que narré con anterioridad, mi verga ya me dolía de tanta paja que me había hecho en honor de mi madre. Mis oídos retumbaban con la frase que ella me había dicho esa noche "Algún día tu harás lo mismo." Me lo repetía a mi mismo sin cesar, convencido de que así sería, y una vocecilla dentro de mi me cuestionaba, "Y que esperas?"
No tenía respuesta, no sabía que hacer, solo esperar y seguir imaginando, ideando la forma de conseguir mi anhelo. Pero antes de que eso sucediera presenciaría una vez más a mi madre comportándose como una zorra.
Era la temporada de vacaciones y aun esperaba entrar a la preparatoria, pasaba la mayor parte del tiempo en casa solo, pues mi madre estaba en el trabajo. Un día ella llegó muy tarde, pero no llegó sola, al parecer venía de una fiesta, y venía bastante ebria por lo que pude escuchar. Su acompañante era un hombre maduro, de unos 45 años yo creo, moreno, bastante alto y fornido. Cuando los vi llegar apague la luz de mi recamara y espere en silencio para poder escuchar lo que pasara en ese momento.
No había duda de lo que pasaría, escuche las risas de mi madre y pude oír como se abría la puerta de su recamara, pero no escuche que la cerrara, al parecer era mucha su prisa por follar con ese hombre. Seguí esperando en silencio mientras me aseguraba de que si yo salía a asomarme no fuera descubierto. Al principio no escuchaba nada, todo era tranquilidad, fue cuando decidí echar un vistazo al cuarto de mi madre que estaba adyacente al mío.
Efectivamente habían dejado la puerta entreabierta al entrar a la habitación, al asomarme pude ver perfectamente a el compañero de mi madre haciéndole el sexo oral, lo único que se escuchaba eran los suspiros callados de mi madre al sentir la boca de ese hombre.
No tardó mucho en levantarse el hombre y tomar del cabello a mi madre, que aun tenia medio puesto su vestido, el hombre se desabrochó el pantalón y se sacó tremenda verga que hizo que mi madre abriera los ojos como platos. De inmediato ella la tomó con una mano pero más se tardó ella en tomarla que él en darle una bofetada. "Sin manos" le dijo él y ella obedeció, empezó a lamer esa verga sin atreverse a posar sus manos nuevamente en ese miembro. Poco a poco la dejo de lamer para irla introduciendo en su boca, pasando de la mitad le costaba trabajo y se empezaba a atragantar, entonces el hombre la tomó del cabello y le fue empujando su cabeza con el fin de introducir completo su miembro, que calculando debía medir casi 20 centímetros.
Mi madre no podía con la tarea, trataba de zafarse pero la fuerza del hombre era superior, parecía que mi madre se asfixiaría y por un momento mi preocupación me hizo considerar intervenir para salvarla, pero justo en ese instante el hombre la soltó. A mi madre le escurría un hilo de baba y respiraba con dificultad, parecía que quería vomitar pero no fue así, aunque estaba algo obscuro se notaba que ella estaba sonrojada, pero mi sorpresa fue que al tomar aire mi madre volvió a su tarea de mamar esa enorme verga como si nada hubiera pasado.
Nuevamente se metió el miembro a su boca, tragando esta vez mucho más de la mitad, el hombre nuevamente la ayudó a introducir el resto pero esta vez mi madre forcejeó menos. Aun así ella se atragantaba y hubo un momento en que empezó a golpear al hombre en el vientre para que le sacara la verga de la boca, el así lo hizo, sonriendo maliciosamente al ver nuevamente a mi madre babeando y tomando aire con dificultad.
Repitieron ese ritual una y otra vez hasta que el hombre quedo satisfecho. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo sumisa que era mi madre al momento de coger, había pasado con los tipos en la fiesta y estaba pasando ahora, veía como la trataban y mi excitación crecía mas. Mi madre era toda una puta sumisa.
Jalándola siempre del cabello el hombre la puso en cuatro patas y el se arrodilló detrás de ella, ni siquiera se preocupó por terminar de quitarle la ropa, simplemente la empezó a penetrar lentamente, los gemidos de mi madre eran suaves, callados, supongo que no quería despertarme pues yo ya sabía que era un poco más ruidosa. Sin embargo el ritmo se aceleró muy rápido, el hombre la metía y sacaba tan rápido que varias veces mi mamá se resbalaba de lo fuerte que estaba siendo penetrada, los gemidos suaves habían quedado atrás, sin importarle ya si la escuchaban o no, sus gemidos se habían convertido en alaridos de placer, ella solo repetía "más, más, sí, síiiii" incapaz de articular otra palabra de más de una silaba.
Siguieron en esa posición hasta que mi madre alcanzó el orgasmo, pero el tipo aun tenía mucho que dar, terminaron de desvestirse por fin, entonces mi madre se recargó sobre un buró quedando su espalda un poco arqueada y sus nalgas a buena altura para que su pareja la penetrara por el culo. Lo primero que percibí fue un grito ahogado que provenía de mi madre, al parecer esta verga no se comparaba con las que le habían abierto el culo poco tiempo atrás, sin embargo el hombre seguía luchando por introducirla completa y mi madre gritaba de dolor, no de placer. Los "sí" se habían transformado en "no", los "más" en "detente", el tipo casi se carcajeaba de lo satisfecho que se sentía forzando el culo de mi preciosa mamá.
— No que ya la habías probado perra? — Le dijo el tipo con una voz gruesa y que no tenía otra intención más que humillar.
— Pero... no... no tan grandes, ahhhhh.... — Fue lo que le alcancé a escuchar a mi mamá.
— Y apenas va la mitad perra — le contestó el otro entre risas.
Mi madre suplicaba cada vez con menos fuerzas, el aire se le iba, ya ni podía gritar, después de que ya le había entrado toda la verga solo le salían suspiros ahogados, pequeños gemidos cuando el tipo se la metía con más fuerza de lo normal, y entre sus suspiros y gemidos comencé a escuchar sollozos. Mi madre lloraba al sentir todo ese dolor en su culo, por un segundo me compadecí de ella, pero solo fue un segundo, después de todo ella lo había traído a la casa, ella se le habían entregado, así que se merecía lo que le estaba pasando, merecía tener su culo roto pues una puta no merece más, mi excitación iba en aumento.
El tipo este le sacó la verga un segundo a mi mamá, entonces las piernas de ella perdieron toda su fuerza e incapaces de sostenerla le temblaban como las de una yegua recién nacida. Casi cae de rodillas de no ser porque el tipo la alcanzó a sujetar de la cintura, y levantándola nuevamente le volvió a meter la verga en su culo, nuevamente gritaba mi madre que se detuviera, que tuviera piedad. Si se lo hubiera pedido a la pared esta le hubiera hecho más caso.
Él siguió torturándola por mas de cinco minutos, la luz que se filtraba por las ventanas dejaba ver como los jugos de mi mamá ya le llegaban hasta las rodillas, había tenido un orgasmo tras otro, a pesar del dolor y la debilidad, ella estaba gozando a lo grande, hasta que por fin él terminó. Se vino en la espalda de mi mamá soltándole un chorro de semen que le cubrió desde el cuello hasta debajo de los omóplatos, mientras recibía un baño de semen ella por fin se desplomaba en el piso, con las piernas temblándole caía de rodillas, sudando, jadeando, sollozando... y aunque no lo crean sonriendo. Entonces nuevamente me miró a los ojos como la vez anterior, no le extrañó verme parado a la orilla de la puerta, pues sabía que sus alaridos se habían escuchado a varios metros de distancia.
Su pareja no me vio, yo me aparté silenciosamente y justo detrás de mi salió el perpetrador, no tardé ni un minuto cuando fui a ver nuevamente a mi madre, estaba todavía de rodillas, exactamente como la había dejado su pareja, con la panocha húmeda y el culo abierto aún, no podía siquiera moverse, su respiración no recuperaba el ritmo normal. En lugar de la escena de una cogida cariñosa parecía la escena de una violación.
Y a espaldas de ella me encontraba yo, mordiéndome los labios, mirando fijamente el trasero de mi madre, con una erección que casi sentía como si fuera a romper mi pantalón, ardiendo de deseo por una sola oportunidad de hacer con mi madre lo que aquel extraño acababa de hacer, y ella ahí, como si me esperara, como si me invitara a seguir lo que el otro había empezado.
La duda martillaba mi cabeza, esa mujer era mi madre, quien me dio la vida y ahora estaba pensando en violarla. Qué tenía que hacer? Llegar sin avisar y comenzar a violarla salvajemente? Acercarme con discreción y tocarla suavemente para que se volviera a excitar? Tomarla de la cintura, levantarla y abrazarla con fuerza y cariño? Maldición!!! No lo sabía...
Entonces me lo tomé con calma, respiré hondo y me concentré en tomar una decisión, poco a poco iba vislumbrando lo que tenía que hacer, respire con más fuerza entonces, de modo que mi madre escuchó mi respiración y volteó a verme, su cara era de sorpresa, me miraba fijamente a los ojos, y yo ya sabía que hacer...
Pero desgraciadamente ahora no puedo continuar con mi relato, el tiempo por hoy se me ha terminado, pero la próxima vez les contaré exactamente y a detalle las cosas que sucedieron después de que mi madre y yo intercambiáramos esa mirada decisiva.
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