Es el ave que une nuestro espíritu, nos da la confianza necesaria para la vida en comunidad, es el ave de la verdad...tienes que encontrar al tero azul.
Así terminaban las palabras del viejo cacique de la tribu hacia un joven arquero charrúa.
El joven salió muy feliz en busca de su destino de honor como guerrero charrúa, en busca de la extraña ave que habitaba el campo, el monte o los bañados del territorio, había pues, que ser muy observador, cauteloso y tener mucha paciencia.
En el primer día de búsqueda recorrió mucho territorio por la pradera, bandeó ríos y arroyos, comió la poca comida que traía y bebió muy poco por el gran deseo que poseía de encontrar al tero azul.
Por la noche no descansó, pues el ave podía ser nocturna y había que encontrarla, sorteó peligros como el jaguareté y el puma. Con ayuda de sus espíritus buscó hasta la salida del sol, hasta caer rendido por el cansancio.
Cuando el fuerte sol lo despertó para continuar la búsqueda sintió que sus fuerzas no eran las mismas que al principio, recordó las palabras del cacique y salió nuevamente al encuentro del tero azul; durante ese día 28 buscó muy poco no encontrando nada sobre la pradera, solamente algo para alimentarse, un poco de agua fresca y un refugio para la noche.
–¿Estoy buscando correctamente? ¿Qué paisajes recorrerá esta extraña ave? –Se preguntó para sí una y otra vez. Así, al amanecer comenzó a recorrer todas las sierras de la zona y para su descontento no encontró nada.
Los días siguientes, siguió los cursos de los ríos hasta el Paraná Guazú, soportó la fuerte lluvia y el ardiente sol del mediodía y no pudo encontrar al tero azul.
Por último llegó a la zona de los grandes bañados donde tribus amigas lo ayudaron a buscar, pero todo ello aumentó su sentimiento de fracaso, pues el tero azul allí no estaba. Tras este inmenso dolor, el joven charrúa busco respuestas en los espíritus ancestrales y no las encontró. Pensó en la posibilidad de no regresar a su toldería porque su orgullo se había derrumbado. El regresar y no decir la verdad violaba el gran valor que la palabra tenía en su tribu y nunca pensó en hacerlo, así, movido por una fuerza interior comenzó su regreso, quizás en un futuro cercano, con un poco más de fortuna, el destino le permitiría observar al ave que puso en peligro su honor, e intentar nuevamente convertirse en un prestigioso guerrero charrúa.
Llegó a su hogar y allí estaban todos para recibirlo, un poco más adelantado: el cacique. Ambos se enfrentaron y se miraron a los ojos, el joven sólo dice:
–He fallado, no encontré al tero azul y no me convertiré en guerrero.
El cacique conmovido por su franqueza le entrega un arco especialmente preparado para él, le informa que nunca encontraría al tero azul, pero que aquellas causas que lo han llevado a la búsqueda del ave, más su honestidad, lo han convertido en guerrero charrúa.
Cuento de charrúas. Escritor : Gustavo Dotta - escritor y descendiente Charrúa
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