Nuestra rutina era levantarnos con el canto de los gallos, desayunar y alimentar a los pollos, después de eso, éramos libres, jugábamos con el perro, en una llanta que teníamos de columpio y a las escondidas, sin embargo pronto nos aburrimos, conforme pasaban los días, nuestros recorridos eran más lejos de la casa, a los límites de la propiedad, fue entonces que en una de esas incursiones descubrimos a lo lejos en un terreno vecino, una vieja casa de madera, estaba abandonada, las ventanas tapiadas y completamente "enmontado".
La tentación por ir a aquel lugar fue abruptamente disuelta por el llamado de la abuela que nos mandaba llamar a lo lejos, regresamos esperando un regaño y nos lavamos para merendar, esa noche recuerdo que mi hermano y yo hablábamos de la casa abandonada, nos parecía un gran misterio y nuestra curiosidad aunada a un aburrimiento y ganas de aventuras nos obligaba a ir a aquel sitio y explorar, a pesar de la advertencia y la reprimenda de nuestra abuela.
El día siguiente paso lento y planeábamos visitar la casa, al caer la tarde cuando la abuela estuviera muy ocupada alimentando a los cerdos, al llegar el momento, inventamos el pretexto de ir a sacar agua a un pozo, vigilamos que estuviera distraída y corrimos a la cerca, pasamos por debajo de la alambrada y nos metimos con trabajo entre la mala hierba crecida, llegamos a la parte trasera de la casa abandonada, en donde había una vieja letrina. Notamos que a pesar de ser muy tarde estaba todo en silencio, algo raro ya que a esas horas escuchabas el graznido de los cuervos y aves que regresaban a las ramas de los árboles para pasar la noche, no se escuchaban ni siquiera grillos en el ambiente. Con ese silencio los nervios me invadieron y note que algo no estaba bien.
Le dije a mi hermano que debíamos volver, que regresaríamos en la mañana, ya que la obscuridad caía sobre nosotros, en ese momento con una cara de molestia me vio y me dijo que tenía que ir al baño, que no se podía aguantar la ganas de ir, le dije que corriéramos a la casa y me dijo que no podía, que lo tenía casi afuera, entonces pensamos en la letrina, estaba ahí y abandonada así que no había problema, el entró y cerró la puerta, mientras yo me quedé observando la casa, algo raro había en ella, me acerqué a las ventanas para ver si podía ver algo y noté que no había nada, solo abandono y tablas rotas, extrañamente vi a lo lejos una mecedora que parecía haber sido usada, no tenia rastros de polvo, la curiosidad me hizo ir a la parte de enfrente para ver mejor y el resultado fue el mismo, total abandono y sin embargo la puerta no estaba tapiada con tablas, solo las ventanas, pensé que quizás los dueños venían de tanto en tanto.
Estaba ya obscuro cuando fui por mi hermano, me tardé unos momentos así que ya debía haber terminado de hacer lo suyo, al llegar a la letrina toqué y pregunté que si ya había terminado, al no obtener respuesta, abrí la puerta de la letrina y vi con extrañeza que no estaba, comencé a gritarle pensando que quizás me había ido a buscar al no verme y rodee la casa, no había rastro de él, pensé que quizás había regresado a la casa y corrí. Al llegar ya mi abuela preparaba la cena, le pregunte por mi hermano y con cierto desinterés me dijo que no lo había visto, que andaba conmigo; yo corrí al cuarto a buscarlo, alrededor de la casa, y a los lugares donde comúnmente jugábamos, no estaba, fue entonces que un escalofrió seguido con un sentimiento de preocupación me recorrió la nuca y espalda, quizás había caído por el agujero de la letrina y estaba atrapado entre el excremento.
En ese momento le salieron alas a mi pies y corrí como nunca, pensando en mi hermano ahogándose entre la suciedad, llegué a la cerca, pasé por la alambrada y como pude fui a la letrina, llevaba una lámpara de mano y me asomé por el agujero, esperando ver un asqueroso cuadro con mi hermano lleno de mierda hasta el cuello y pidiendo ayuda, sin embargo cual sería mi sorpresa que no había suciedad y tampoco estaba mi hermano, en cambio había un montón de hierba crecida, denotando el abandono, ni siquiera pude ver las heces que supuestamente había arrojado mi hermano en su urgencia, estaba “limpio”.
Confundido y ya con miedo, grite lo más fuerte que pude, rodee de nuevo la casa e intente abrir la puerta principal sin éxito, me regrese a la casa de mi abuela, con la esperanza que ya Daniel estuviera ahí, llegue con el corazón saliéndoseme del pecho y mi abuela comenzó a regañarme y a preguntarme por mi hermano, sin saber que decir, le dije la verdad, que habíamos ido a la casa abandonada y que el entró en la letrina y que ya no lo volví a ver, mi abuela dibujo en su rostro un gesto de terror que nunca he podido olvidar y tan solo me pregunto
-¿Que fueron a donde?
En eso dejo todo lo que estaba haciendo y salió corriendo, intenté irme tras de ella y se volteó con un gesto de severidad en su rostro y me grito como nunca lo había hecho
-¡Regrésate, lávate y vete a dormir, cierra todo y no se te ocurra salir!
Pensando en la paliza que nos esperaba a mí y a mi hermano una vez que lo hallaran me dirigí a mi cuarto y me acosté pensando en que estaría haciendo Daniel o donde estaba. Sería la media noche que súbitamente abrieron la puerta del cuarto, era Daniel , un sentimiento de alegría me invadió al verlo parado en la puerta con el rostro pálido e inexpresivo, pensé que quizás mi abuela se lo había cuereado, y le pregunté:
-¿Donde estuviste, porque te fuiste? le reclamé con firmeza
El mirándome me dijo algo que me dejó extrañado
-¿Martín, porque te fuiste?
Antes responder, vi que se acostó en su cama con la mirada perdida y viéndome fijamente al rostro, me acomodé en mi cama para dormir pero antes de eso noté algo raro en mi hermano, estaba descalzo y tenía los pies llenos de lodo, no le di demasiada importancia sabía que era sucio y que a veces se acostaba sin bañar, entonces traté de dormir, agarraba el sueño cuando Daniel me hizo otra extraña pregunta que respondí por inercia y entre dientes, ya que el sueño me vencía.
Por la mañana desperté solo para darme cuenta de que la cama de Daniel estaba hecha, como si no hubiera dormido ahí, en eso escuché unas voces conocidas, eran mis padres, algo que me pareció raro ya que faltaba mucho para que regresaran por nosotros.
Al ir a la sala, vi que mi mamá estaba sentada en el mueble llorando y mi abuela la intentaba consolar, mi padre estaba afuera fumándose un cigarro y hablando con unas personas, unos rancheros que comúnmente venían a visitar a mi abuela y unos vecinos.
-¿Qué pasa? Pregunte con angustia
Mi mamá al verme corrió a abrazarme y lloró con mas sentimiento, me besó y me miró con detenimiento y me dijo, vete al carro amor, sin entender que pasada, salí y mi papé se me quedó viendo con alivio, pero tenía el rostro desencajado, me dijo que me subiera al carro y los esperara ahí, de pronto lo supe por unos vecinos que platicaban cerca del vehículo.
Habían hallado la ropa de mi hermano a unos kilómetros de ahí, por un camino de tierra que llevaba a un ejido que se llamaba “Las Flores” estaba ensangrentada, rota y llena de lodo, pero de él no sabían nada, mi abuela lo había buscado toda la noche y los vecinos la ayudaron, entonces recordé la ultima pregunta que la noche anterior me hizo:
-¿Estoy vivo?
Nunca hallaron a Daniel, ni su cuerpo, ni un solo rastro de él, a excepción de su ropa, jamás volvimos a saber de él o de lo que le había pasado. Hasta la fecha sigue siendo un misterio.
Autor : Sádica-Vi
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