Me dijo que no podía morir como un animal. Que no le interesaba. Que como había atentado contra mi vida, dependía de él… Se marchó, se largó y me dejó internada. Su padre no podía decirle algo. Se largaron rápidamente.
Empecé a recordar los sucesos que llevaron a querer suicidarme con un arma. A tan solo la edad de 5 años mi padre me puso frente a mi ‘’’futuro marido’’’. Mi madre me subastó por 20 cerdos. Yo no tenía idea, ella nunca me dio un tutorial sobre la sexualidad prematura… Mi primera boda era una obligación, mi primer trauma psicológico. Me llevaron a su lado. Quiso tocarme, pero me negué. Que me violara fue asqueroso. Tuve hemorragias en el ano por 1 semana debido a la brutalidad con que me penetró por allí.
Ya a la edad de 26 años, mi vida no era color de rosas, jugaba con unos amigas antes de la boda… Todas con esperanzas de amar a nuestros hombres. Tal vez no sea la primera que quiso suicidarse. Elí me torturará, no quiere locas suicidas como yo. Cuando pensé que quedaría muriéndome aquí internada, aparece de repente el padrastro de mi futuro esposo.
-Yo te cuidaré. No pienses que me obligan, solo que tengo dinero de sobra, pagaré lo que necesitas para que vuelvas a una vida y te jactes de ser feliz.
Pagó todo y nos fuimos. Todo mi ser estaba desfigurado por completo. Me mantuvo a salvo y resguardada de mi futuro marido, y con el poco poder que tenía, tratamos de buscar una forma de separarme… El padrastro de mi marido aparentaba ser un hombre frío y sin sentimientos aunque me cuidó fiel y cálidamente. Me traía mi comida y medicamentos y me ayudaba a comerlos con cuidado extremo. Veía cómo con agilidad manipulaba sus ágiles dedos. Ayudaba a que mi deforme piel sanara, al acariciarme mi cabello sanaba toda clase de dolor emocional.
Sin saberlo me comencé a acostumbrar a su cariño. Cuando mis lastimaduras curaron, su imagen viéndome ya era vital. Mi marido vino por mí. En ese momento estaba tapada de pies a cabeza, no quería que nadie me viera toda deforme. Por ese motivo usaba el traje de la ceremonia incluso en la casa. Su mirada penetrante en mí atrajo mi atención en él, trató de quitarme mi traje, pero como seguía débil, lo logró. Vio espantado mi rostro deforme y mi cuerpo completamente destrozado.
-De modo que padeciste la tortura que necesitabas…
Luego de dichas palabras intentó golpearme, su padrastro se interpuso. No tengo idea de por qué lo respeté tanto.
-No hay cuidado, él no volverá-me dijo muy tranquilo y seguro de sí mismo, me hizo sentir una gran paz.
Mis heridas desaparecieron al fin, mi deformidad se iba de a poco y mi marido era un ninja. Alá. Ese era el nombre de mi salvador. Un hombre de pocas palabras que no temía a nada. De él solo conocía, y no me arrepiento de hacerlo, sus cálidas manos y sus bellos ojos color café. Una vez él me encontró dándome un baño. Apenada me cubrí de él, pero él me quito los pañuelos con los que me cubrí.
-Tú eres hermosa, no lo ocultes.
-Solo lo dices para alentarme.
-Te digo que no he visto mujer más bella.
Me recosté en la bañera para dejarme tocar por sus caricias que recorrían todo mi cuerpo. No sentí jamás tanto cariño como el de él. En ese entonces comencé a tener esos sueños. Toda una bañera e agua tibia era mi cama, pétalos de tulipán flotaban junto a mí, un exquisito olor a alcohol con frutillas deleitaba mi olfato… A más tardar, del agua emergía esta gran figura: él, mirándome fijamente y abrazándome, mirándome con sus ojos color café. Me besaba lentamente, no podía sentir sus labios porque estaban tapados, pero fue hermoso.
Me despierto ansiosa y mojada, entre mis piernas un zumbido palpitar aclamando ser calmado. Entonces oculto mis manos mientras me masturbaba por primera vez, aclamando su nombre, Alá. Un cierto día, ya muy confiada con todo el amor y cariño que me había dado, me aventuré a su cuarto mientras se vestía. Pude notar su espalda fornida y su cabello rubio natural. Apoyé una de mis manos en su espalda y me miró rápidamente alertado. En ese momento noté algo en su rostro, un hermoso rostro, algo dañado y deforme, pero hermoso.
-Quita tu mirada.
-Alá…
Una enorme cicatriz partía su cara a la mitad, arruinando una de las más bellas caras que pude conocer. Me contó que él fue el hombre más joven en la familia de mi marido, pero por no querer cumplir la tradición de la violación y la azotación, él mismo fue violado y azotado a los 5 años.
Con el tiempo, el odio hacia su familia fue creciendo de a poco hasta emerger. Y por más que muchas lo amaban, él comenzó a volverse frío con todas. Su padre, como recordatorio, dejo en él cicatrices y marcas: "La Familia es lo Primero".
Lo tomé del brazo y lo arrimé frente al primer espejo. Me miró atentamente, algo silencioso. Le quitaba cada prenda de ropa aunque forzó mis intentos. Para calmarlo dejé muchos besos en su cuello, llenos de un amor profundo e incontrolado. Cuando lo vi desnudo, pude presenciar millones de cicatrices hechas por duros golpes de orgullo. Él lloraba lentamente, poniendo rojos sus ojos café…
Yo también quedé sin ropa frente a él. Ambos desnudos admirando las cicatrices del otro. Que nuestro Dios nos perdone por tan sagrado pecado que cometeremos antes de la muerte, pero el amor de verdad no tiene escalas o precios que se igualen. Por nuestro Señor, que aborrecerá nuestra carne, pero esta noche tu cuerpo es lo más hermoso que pude presenciar.
Fue igualado, cada beso, cada gemido y cada caricia… Fue igualado y verdadero. La primera noche de sexo con amor de ambos. Así nos logró ver mi marido. Fuertes fueron sus gritos de dolor y condenas. Ya no tengo la menor idea de dónde estás tú, Alá, pero tu destino debe tener mejor futuro que el mío.
Ya me llevan a la plaza principal, mi gran y todo poderoso señor, temo por mí. Me han dicho que seré atacado por todos los hombres y mi marido será el que lance la primera roca. Estoy muy triste, Alá, no porque me vayan a matar dolorosamente, sino porque no me dieron la oportunidad de decirte cuánto en realidad te amo. Que el Señor nos perdone. Aunque, en realidad, no quiero su perdón por haber amado de verdad.
Fin.
Fuente: Facebook
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