Las maldiciones tienen un papel destacado en las creencias populares de muchos pueblos (supersticiones), así como en sus mitos y leyendas. Por ejemplo, en el folclore hispánico se cree que la sirena era una muchacha hermosa a la que le gustaba mucho bañarse. Un día su madre la maldijo por ello, diciendo que, ya que le gustaba tanto el agua, ojalá nunca saliera de ella —y así fue—.
Según estas creencias, en ocasiones familias enteras son víctima de una maldición, cuyas consecuencias alcanzan a todos los descendientes de la persona maldita, como la proferida por Jacques de Molay. Así, en la mitología griega, todo el linaje de Atreo y Edipo es víctima del destino adverso de estos personajes.
Con frecuencia se atribuye una capacidad especial para arrojar maldiciones a colectivos marginados, como los gitanos en España, cuyas maldiciones gitanas causaban pavor.
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