Es un vídeo también conocido como “3 Guys 1 Hammer” (3 chicos y un martillo) y tiene de protagonistas a 3 chicos de 19 años asesinando a un indigente.
Igor Suprunyuck, Viktor Sayenko y Alexander Hanzha, son tres jóvenes (todos de 19 años en la época de los crímenes) ucranianos de Dnepropetrovskwent.
Ellos nacieron en familias adineradas, pero aún así comenzaron una campaña de asesinatos en el verano del año 2007. Antes habían practicado matando gatos, al igual que el asesino Yoo Young Chul lo hiciera con perros; sin embargo, luego llegaron a acabar con 21 personas en menos de un mes, contando entre sus víctimas a mujeres, niños y ancianos, además de hombres jóvenes y adultos.
En un lapso de un mes, estos chicos asesinaron brutalmente a 21 personas. Comenzaron su carrera torturando y matando gatos hasta que después sus objetivos se convirtieron en personas. La primer victima fue asesinada golpeándola con varillas de metal, pero como no moría pronto usaron un martillo para terminar el trabajo. El martillo parece haber sido una buena herramienta para matar, pues continuaron su racha de asesinatos usando el martillo como arma principal. Estos grababan los asesinatos con la cámara de un teléfono celular y después asistían a los funerales de sus victimas. Uno de los tres maníacos después de un tiempo decidió retirarse pero los otros dos continuaron con los asesinatos. La policía eventualmente localizo y detuvo a los maníacos de Dnepropetrovsk, lo que trajo un gran alivio a los habitantes de Dnepropetrovsk y del resto de Ucrania quienes vivían con temor al ver un asesinato tras otro. La policía incauto una computadora con vídeos de 21 asesinatos y mas de 300 fotografías, incluyendo imágenes de los funerales y de los chicos profanando las tumbas de sus victimas.
La policía no revelo como es que fueron capturados los maníacos de Dnepropetrovsk,.
Los maníacos revelaron que el motivo de los asesinatos era solo un hobby y mataban solo para tener una colección de recuerdo para cuando fueran viejos. Estos chicos eran compañeros de clases y provenían de familias saludables. Escogían a sus victimas de forma aleatoria mayormente personas que no opondrían demasiada resistencia. La crueldad que mostraron fue espeluznante, ya que se rieron y burlaron de la víctima, e incluso admitieron que deseaban ver el vídeo cuando fuesen viejos, como si de una hazaña se tratase… Solo uno de los tres chicos mostró algo de conmoción por breves instantes, aunque esto no bastó para que hiciese algo. Sea como sea, estos monstruos tuvieron la torpeza de no cubrir sus caras, y eso permitió que la cinta sirviese de prueba para el juicio al que más tarde se les sometió.
Por último, una parte del diálogo (traducida al español) dice lo siguiente:
“¡Aguanta, aguanta, se más limpio, carajo!.” (Quejándose de que se derrame la sangre y riéndose)
“Espera, espera, no le pegues, míralo.” (Otro chico, dirigiéndose al que golpea)
Después no se entiende bien qué dicen, hasta cuando el hombre es apuñalado con el destornillador:
“¿Que? ¿Con qué?” (el camarógrafo, dirigiéndose hacia el torturador)
“¿Qué, acaso todavía está vivo?” (pregunta el torturador mientras sigue clavándole el destornillador)
“Sigue moviendo los brazos, después de que le arranqué los intestinos.” (el torturador)
“Está teniendo un día jodido” (habla el torturador de nuevo, mientras se pone sobre el estómago de la víctima)
Después se oyen muchos murmuros, y el torturador mete el destornillador en los ojos de la víctima.
“Mátalo de una vez.” (dice uno de los otros dos)
“¿Que?” (pregunta el del destornillador)
“Que lo mates de una vez.”
“Ya le di con el martillo, ya está muerto. Le apuñalé los ojos y todavía sigue vivo.”
“Agarra el cuchillo” (sugiere el camarógrafo)
Entonces el torturador procede a martillarlo, pero interrumpe diciendo algo que no se entiende.
“Dale más, más,” (uno de los presentes)
“Espera, Espera.”
Comienzan a caminar hacia el auto.
Más murmullos del asesino rubio.
“Lávate las manos,” (dice el camarógrafo y luego le dice al otro chico que le ponga limpiador en spray sobre el martillo.)
“Voy a sostenerlo.”
Se oyen murmullos del chico que lava el martillo, y del chico que lava su cara y camina hacia el coche.
“Le enterré el destornillador en el cerebro. Lo introduje desde la nariz hasta el ojo. No entiendo cómo todavía está vivo. Sentí su cerebro” (chico del destornillador).
Después dicen unas pocas cosas más de menos importancia, y el vídeo acaba.
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